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El Índice de Precios al Consumo (IPC) de EEUU se disparó en abril a su mayor ritmo desde septiembre de 2008. Los precios aumentaron mucho más de lo esperado por la creciente demanda debido a la reapertura de la economía, junto a las restricciones de oferta, lo que podría alimentar los temores de los mercados financieros de un período prolongado de mayor inflación. Además, el efecto comparativo frente al mismo mes de 2020, cuando muchos países se mantuvieron confinados, es otro factor clave para explicar la fuerte subida.

El índice de precios al consumidor aumentó un 0,8% respecto al mes anterior, frente a una subida prevista del 0,2% y después de un aumento del 0,6% en marzo, según datos del Departamento de Trabajo del miércoles.

Excluyendo los componentes volátiles de alimentos y energía, el denominado IPC subyacente subió un 0,9% desde marzo, muy por encima de la subida mensual esperada del 0,3%. En este caso, se trata de la mayor subida desde 1982.

En términos interanuales, el IPC subió un 4,2% en el cuarto mes del año, muy por encima del 3,6% anticipado; mientras que la inflación subyacente aumentó un 3% en los últimos 12 meses, también mucho más que el 2,3% pronosticado. Se trata de la tasa de IPC subyacente más alta desde 1996.

Si bien los funcionarios de la Reserva Federal (Fed) y los economistas reconocen el impulso temporal, no está claro si se está produciendo un repunte más duradero de las presiones inflacionarias en un contexto de aumento de los precios de las materias primas, billones de dólares en estímulos económicos gubernamentales y signos incipientes de mayores costes laborales.

"Una ganancia mensual récord del 10% en los precios de los automóviles y camiones usados representó un tercio del aumento general. Los aumentos de precios fueron generalizados y los productos básicos de alimentos y atención médica registraron aumentos firmes a medida que la demanda rebotaba, superando la oferta", han explicado los analistas de Capital Economics.

En su opinión, durante los próximos meses, "los efectos de base en curso, los aumentos de precios derivados de la reapertura de la economía y los cuellos de botella de la cadena de suministro deberían impulsar una mayor inflación".

"Sin embargo", añade, "parte de la aceleración de la inflación será transitoria y compartimos la opinión de la Fed de que este no es el comienzo de una espiral inflacionaria ascendente. Esperamos que los desequilibrios entre la oferta y la demanda se resuelvan gradualmente y que el ritmo de la inflación se enfríe paulatinamente de cara al 2022".

En este sentido, Richard Clarida, gobernador de la Fed, ha reiterado que el repunte de los precios "será transitorio" y espera que la inflación a largo plazo se mantenga "en niveles cercanos al 2% en 2022 y 2023".

Los analistas de Pantheon Macroeconomics comentan que "la Fed no va a entrar en pánico" por estos datos, condicionados en gran parte por la subida de los coches usados, "pero este informe deja bien claro que la subida de los precios por la reapertura es real. Ya no es un pronóstico y se avecinan nuevos aumentos considerables".

Según su valoración, la atención del mercado va a centrarse en "si las expectativas de inflación permanecerán ancladas", tal y como espera la Fed. "Si esto no es así, todo dependerá de lo que suceda con el crecimiento de los salarios", que ya mostraron una subida mayor de lo esperado en abril.

En cualquier caso, los datos publicados hasta el momento aumentan la presión sobre la Fed y le dejan "poco margen de maniobra si quiere mantener su pronóstico de que no habrá subidas de tipos hasta después de 2023". En su opinión, esto "será imposible", por lo que esperan que comience a reducir sus compras de activos "a final de año" y que suba los tipos "a partir del segundo semestre de 2022".

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