- Los españoles se verán obligados a invertir para evitar riesgo incluso de pobreza en la jubilación
- El interés compuesto juega a favor de los que empiecen pronto a ahorrar como complemento a la futura pensión
La caída de la pensión pública va a dejar en riesgo de pobreza a la mitad de los jubilados en medio siglo. No es un mensaje apocalíptico, sino la realidad del sistema de pensiones si todo se mantiene igual, ya que las pensiones perderán un 1,75% de su poder adquisitivo cada año desde 2017, lo que es una serie amenaza para el futuro retiro de los más jóvenes.
Esta es la situación que deja la última reforma de pensiones, que introdujo un nuevo mecanismo -con el índice de revalorización y el factor de sostenibilidad- para actualizarlas. De esta forma se desvinculó en 2013 la modificación cada año de la nómina de los pensionistas del IPC, como había ocurrido tradicionalmente.
La ley establece un crecimiento mínimo del 0,25% anual de las pensiones, y un máximo de 0,5 puntos por encima de la inflación. El cálculo toma como referencia el déficit de la Seguridad Social, con lo que ante el envejecimiento demográfico los estudios coinciden en que las pensiones estarán cuasi congeladas al menos hasta 2065. Mientras, crecerán al 0,25% anual, que si se compara con el 2% que tiene como objetivo de inflación el Banco Central Europeo (BCE), equivaldrá a una pérdida de poder adquisitivo del 1,75% cada año. Lo que para una pensión de 14.000 euros anuales -14 pagas de 1.000 euros, en la media entre la pensión total y la de jubilación- es ingresar en términos reales entre 200 euros y 100 euros menos, ya que como el montante tiende a reducirse, la caída también disminuye.
El retroceso en términos reales de las pensiones dejará a la mitad de las pensiones por debajo del umbral de la pobreza
El retroceso en términos reales de las pensiones dejará a la mitad de las pensiones por debajo del umbral de la pobreza que el Instituto Nacional de Estadística (INE) estableció en los 8.011 euros en 2015 para un hogar compuesto por una persona, y en 16.823 euros para una familia con dos adultos y dos niños. Por ello, los informes de Fedea, Inverco o del Banco de España ponen encima de la mesa la necesidad de un ahorro complementario para compensar la pérdida de poder adquisitivo.
El tiempo puede jugar a favor o en contra de los futuros jubilados. Sin inversión o remuneración del ahorro, cuanto más tarde se produzca el retiro mayor será el riesgo de pobreza. Pero si se hacen los deberes obteniendo rentabilidad, el tiempo es una ventaja por el interés compuesto para los más jóvenes.
Un joven por ejemplo de 27 años se enfrentará a una pensión a los 67 (si no se retrasa esta edad adicionalmente, como sugirió Luis María Linde, gobernador del Banco de España) que equivaldrá a 7.800 euros. Y su esperanza de vida, según las proyecciones demográficas del Instituto Nacional de Estadística (INE) será de 24 años -media total, sin contar la brecha entre sexos-. La pensión seguirá cayendo en términos reales hasta 2065, año en el que la pensión de este ejemplo habrá bajado ya en términos reales hasta los 5.900 euros (¡frente a los 14.000 actuales!). Desde esa fecha, según las estimaciones de Fedea, la menor presión sobre las cuentas de la Seguridad Social permitirán que por fin las pensiones empiecen a revalorizarse en línea con el IPC.
Así, para un futuro pensionista típico, la pérdida de poder adquisitivo en los 24 años de su retiro será de 230.000 euros, cantidad que deberá haber ahorrado si quiere tener una capacidad de compra igual a 14 pagas de 1.000 euros actuales. Ese montante supondría un ahorro anual sin invertir de más de 5.700 euros anuales en 40 años de vida laboral. O, lo que es lo mismo, 480 euros mensuales y 16 euros al día.
Si el casi recién incorporado al mercado laboral del ejemplo invierte para generar un ahorro suficiente en el futuro como para no pasar penurias, el tiempo es una ventaja en la medida en que funciona a su favor el interés compuesto, incluso con el supuesto de que deje de invertir cuando se jubile a los 67 años. Con una modesta rentabilidad anualizada a largo plazo del 2% -serviría para compensar la inflación si el Banco Central Europeo (BCE) cumple con su objetivo- la aportación anual necesaria a la cartera de inversión para alcanzar los 230.000 euros en cuatro décadas debería ser de 3.600 euros. Es decir, menos de 100 euros al mes, y casi una quinta parte que sin invertir.
Pero con un horizonte de inversión a largo plazo, la posibilidad de asumir riesgos es mayor, con lo que se puede aspirar a rentabilidades mayores. Con un 5% anualizado en cuatro décadas, la inversión al año correspondiente sería de 1.700 euros, lo que supone menos de 5 euros al día. Incluso con un retorno anualizado del 10% -puede parecer excesivo pero es lo que promedia Wall Street en su historia- la cantidad se reduce hasta los 430 euros, lo que no es mucho más de un euro al día.
Los números, con inversión de por medio, se vuelven asumibles para casi todos los bolsillos
Los números, con inversión de por medio, se vuelven asumibles para casi todos los bolsillos. “El problema es que los trabajadores actuales no son conscientes en su mayoría de la caída de las pensiones, y si esperan al último momento para ahorrar lo van a tener difícil porque no se van a poder aprovechar del interés compuesto”, recuerda Diego Valero, presidente de la consultora sobre pensiones Novaster y profesor de la Universidad de Barcelona. “Si inviertes durante una vida laboral de 40 años, dos tercios del ahorro final se habrá generado en la primera mitad del tiempo trabajado”, añade.
CÓMO CONSTRUIR UNA CARTERA PARA LA JUBILACIÓN
Ahorrar para pensar en la jubilación, aunque queda muy lejana, parece razonable cuando se realizan simulaciones de largo plazo. Según el Estudio de Preparación para la Jubilación que Aegon publica cada año, sólo el 27% de los españoles asegura ahorrar de forma habitual para su jubilación. “Primero hay que concienciar de que es importante ahorrar, y después invertir. La inflación y las pensiones no siguen la misma línea, por lo que hay que ‘educar’ a la gente a saber manejarse en las inversiones, que a priori puede parecer difícil, pero no lo es”, afirma José María Luna, director de análisis y estrategia de Profim.
La oferta disponible es muy amplia, desde los propios planes de pensiones, que cuentan con la ventaja de la fiscalidad -por la deducción de hasta 8.000 euros mensuales- para las aportaciones, aunque el rescate se enfrenta a la tributación por IRPF en vez de por ahorro, que tiene tramos inferiores. En este caso, los fondos de inversión son la alternativa. Los trabajadores que quieran asegurarse su pensión también pueden optar por los 'unit linked' o los seguros de ahorro. Pablo López-Aranguren, director del canal asesor de Aegon, destaca los planes de pensionistas: “Al ser un producto pensado para el largo plazo, se puede optar por contratar un producto con mayor exposición a renta variable durante los primeros años”, argumenta.
Para José María Luna, los planes de pensiones cuentan con dos grandes inconvenientes como “la fiscalidad, ya que una vez retirado el plan el montante es muy elevado, o la inmediatez de no poder retirar el líquido cuando uno desee -hay ventanas de liquidez cada 10 años-”. Por eso incide en que lo más recomendable es “acudir a los fondos de inversión”.
A la hora de invertir, existen dos variables fundamentales. El binomio de rentabilidad y riesgo y el horizonte temporal. Es decir, el momento en el que se tiene pensado retirar la cantidad invertida. Por eso, hemos preguntado a los expertos por varios supuestos. Los números del supuesto son para aquellas personas que tengan un periodo alargado en el tiempo para invertir. Luna aconseja en este sentido una cartera mixta en el que las inversiones estén en Europa y en América ya que “a día de hoy, una empresa americana ofrece más valor que una de Europa”. Para ello pone sobre la mesa fondos de Pimco y Banca March para tomar posiciones en renta fija y asegurarse una rentabilidad que al menos alcance la inflación.
López-Aranguren, en caso de optar por fondos de inversión en vez de planes, recomienda la opción de contar con una cartera conservadora con exposición a renta fija a corto plazo (40%-60%), renta fija largo plazo (20%-30%) y renta variable (10% y hasta un máximo del 40%).
PERFILES MÁS AGRESIVOS
La mayoría de expertos aconseja tomar más riesgos a los jóvenes al tener a su disposición un horizonte temporal de al menos cuatro décadas, aunque también aconsejan tener siempre posiciones en deuda pública y corporativa. José María Luna hace hincapié al comprar renta variable en ‘copiar’ las ideas de Warren Buffett o Francisco García Paramés. “Ellos compran compañías”, señala. Por eso, recomienda acudir a la tecnología, salud o a la robótica, grandes tendencias de presente y futuro. Y así pone como ejemplo el fondo CPR Silver Age de Amundi, que invierte en salud y en empresas de ocio. “Si queremos un predominio de la renta variable, pero con posiciones en renta fija, hay varias ofertas interesantes como por ejemplo los fondos mixtos de la gestora noruega Nordea, que invierten en empresas muy sólidas, grandes marcas y que generan flujos de caja. Además, se le suma un buen reparto de dividendo”, matiza.
El selector también recomienda un producto español, como es el Gesconsult León Valores, de la gestora Gesconsult, que administran Alfonso de Gregorio y David Ardura, que invierte en valores europeos y en renta fija, y que acumula una rentabilidad en 2017 del 3,7%. Otro de los productos que recomienda el experto es el de la consultora León, llamado Gesconsul León, con valores mixtos de bolsas europeas y españolas, que acumula este año un 3,67%.