Los precios no habían estado tan altos en 33 años, desde julio de 1989. Febrero cerró con una inflación del 7,4%, disparándose más de un punto en su tasa anual, según el dato adelantado del Instituto Nacional de Estadística (INE). En la eurozona y la Unión Europea (UE) la situación no es muy distinta y el Índice de Precios al Consumo (IPC) se encuentra en máximos históricos. Con este panorama, algunos expertos ya apuntan a que podemos entrar en estanflación.
Noticia relacionada
La inflación sube de golpe en febrero hasta el 7,4%, su tasa más alta en 33 años"Desde luego, los economistas percibimos que podemos entrar en un fenómeno de estanflación, con estancamiento económico, altas tasas de inflación y un deterioro progresivo del mercado de trabajo", señala José Manuel Corrales, profesor de Economía y Empresa de la Universidad Europea.
Considera que una inflación tan alta va a condicionar la recuperación económica de España. "Además, va a tener una fuerte vinculación con el conflicto en Ucrania, en caso de que se recrudezca o continúe, y con la posibilidad de que aparezcan nuevas olas o nuevas variantes de COVID-19". Asegura que la situación de incertidumbre va a afectar al conjunto de la actividad económica y todo ello va a provocar un daño evidente en el consumo, en la capacidad de compra y en el poder adquisitivo de los españoles.
¿Cómo evolucionará el IPC? Dependerá de la duración de la guerra y de la tensión internacional. "Es evidente que las sanciones económicas adoptadas por la UE contra Rusia tendrán un 'efecto boomerang' que dañará a la UE por su dependencia energética", dice Corrales, que añade que también habrá una traslación a los mercados financieros, así como inseguridad e incertidumbre para el futuro.
"En el muy corto plazo, se va a producir una aversión al riesgo en los mercados por esa inseguridad y eso conllevará un retroceso en la confianza de las empresas y de los consumidores europeos", concluye.
Por su parte, el 'Observatorio Financiero' del Consejo General de Economistas recoge que, aunque se habría previsto que este primer semestre tendería a moderarse la inflación, los acontecimientos van a surtir el efecto contrario. "La expectativa de una inflación más persistente a lo largo de 2022 hace prever que los ciudadanos se vean obligados a reducir su consumo y por tanto se entre en el círculo vicioso de que las empresas reduzcan su producción y el crecimiento económico se vea impactado negativamente", comentan.
Un punto a destacar es que creen posible que este dato, al ser adelantado, no tenga en cuenta la subida de los precios de los últimos días. "Teniendo en cuenta que el petróleo cotiza ya por encima de los 100 dólares el barril, agravado, en nuestro caso, por la apreciación del dólar frente al euro al convertirse en moneda refugio, lo que contribuye a aumentar el precio, aún más, de la energía", apuntan.
De su lado, desde Funcas afirman que una inflación más elevada "erosionaría la capacidad de compra de los hogares y, por tanto, restaría fuelle a la recuperación del consumo privado, con una incidencia muy importante en el crecimiento. También afectaría a las exportaciones hacia países como Alemania, aún más expuestos que el nuestro a los recortes de suministro de gas ruso. Todo ello sin contar el previsible deterioro de la confianza, factor clave de la inversión empresarial, o el impacto sobre los tipos de interés y las primas de riesgo".