En los últimos meses, los datos oficiales o de encuestas han pintado un panorama nublado en la zona euro y han inyectado nueva incertidumbre sobre la fortaleza de la recuperación económica. ¿Es o no tan malo el panorama como parece?
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"En lugar de señalar simplemente al sector industrial, que no solo sufre vientos en contra debido a una falta de competitividad estructural sino también a un crecimiento global más lento, es la debilidad inesperada en el sector de servicios la que ha puesto de relieve la posibilidad de problemas más profundos", comentan en Rabobank.
Los expertos consideran que esto podría deberse a una actividad industrial más débil que se extiende a otros sectores, pero también a una situación en la que la demanda interna se ve deprimida por los altos tipos de interés, la inflación o la incertidumbre geopolítica.
"En este último caso, el riesgo de una debilidad persistente es mayor", apuntan.
Sin embargo, según analizan en su último informe, puede ser que el escenario catastrofista no sea para tanto. "Para empezar, observamos que las encuestas PMI han sido bastante erráticas en los últimos años", dicen. Y esto implica, según ellos, que "el mercado, que reaccionó bruscamente a los PMI mucho más débiles de septiembre, fue, en cierta medida, engañado".
Además, otra de las razones para pensar así es que, desde principios de octubre, los mercados han descontado recortes de tipos por parte del Banco Central Europeo (BCE) menos frecuentes y más lentos que a finales de septiembre. Algo que "parece estar impulsado principalmente por los cambios en la curva de tipos de interés de EEUU como resultado de un sólido informe del mercado laboral en septiembre seguido por un repunte más fuerte de lo esperado en la inflación estadounidense en lugar de mejores datos de la eurozona", afirman.
Mirando al frente, su enfoque recoge que las perspectivas de una modesta recuperación de la demanda siguen vigentes: "Si bien no esperamos un auge del empleo que se traduzca en un gran crecimiento del ingreso bruto, tampoco esperamos un aumento sustancial del desempleo y, por tanto, una disminución de los ingresos salariales. El estancamiento del empleo combinado con un crecimiento positivo de los salarios reales debería sustentar un crecimiento positivo del ingreso real disponible en general".
Mientras tanto, creen que los consumidores siguen siendo más pesimistas que antes de la pandemia y posiblemente no tengan prisa por gastar en artículos caros. Pero la confianza de los consumidores ha seguido recuperándose desde la crisis energética y actualmente se encuentra en un nivel máximo posterior a la crisis energética.
"Lo interesante es que los hogares se están volviendo menos pesimistas sobre sus perspectivas financieras", remarcan, por lo tanto, "hay margen para un mayor gasto de consumo a partir de los ingresos, especialmente ahora que los tipos de interés (y, por ende, la remuneración del ahorro que devenga intereses) están bajando de nuevo".
En cuanto a las condiciones financieras, observan que, aunque el tipo de interés oficial del BCE sigue siendo restrictivo, los tipos de mercado han disminuido considerablemente en previsión de nuevos recortes. "Esto debería reducir los costes de los intereses de los préstamos pendientes y nuevos, aumentar los ingresos discrecionales de los hogares endeudados y empezar a apoyar poco a poco la inversión", auguran.
Por último, señalan que el índice de precios de las acciones Eurostoxx 50 sigue cerca de su máximo histórico, "por lo que hay motivos para ser cautelosos contra el pesimismo". "Por supuesto, esto no descarta que la actual debilidad en China y el crecimiento más lento en la economía estadounidense puedan estar extendiéndose a la eurozona", añaden.
En conjunto, los riesgos para sus proyecciones de crecimiento del tercer y cuarto trimestre están sesgados a la baja, "pero no hay evidencia sólida de una desaceleración cíclica más persistente en el sector de servicios", afirman.