Ibercaja ha revisado ligeramente al alza sus previsiones de crecimiento económico para España en este año 2023, situando el PIB en el 1,2% desde el 0,4%, en un contexto en el que se mantienen las tensiones inflacionistas y la subida de los tipos de interés supone una nueva amenaza. En cambio, ha moderado su estimación sobre la evolución de la economía para 2024 hasta el 1,5% desde el 2,8% anterior.
La entidad ha explicado que la revisión al alza se produce como consecuencia de "la menor repercusión de la crisis energética en Europa, que ha permitido esquivar los escenarios más negativos previstos a finales de 2022".
En lo que respecta al menor crecimiento para el año 2024, los expertos de Ibercaja prevén que la evolución del PIB esté condicionada por la persistencia de la inflación y por la subida de los tipos de interés y su consecuente impacto en el conjunto de la economía.
Los expertos de la entidad han afirmado que la coyuntura económica no es tan negativa como se esperaba cuando se vislumbraba una crisis energética en Europa con graves consecuencias sobre la producción y el empleo.
De esta forma, según han indicado, las industrias más expuestas a la subida de los precios energéticos y a un escenario de racionamiento del gas en buena parte de Europa, han resistido mejor de lo previsto. "No se ha destruido tejido productivo ni empleo y los efectos sobre el conjunto de la economía de una crisis energética de baja intensidad se han dado exclusivamente a través del canal de los precios, que evitaron una expansión aún mayor de la economía en 2022", han señalado.
En los primeros meses de 2023, según los analistas de Ibercaja, el fuerte crecimiento de los precios sigue siendo la principal amenaza para la estabilidad económica mundial, tanto por el propio daño que inflige la inflación como por el endurecimiento monetario que conlleva.
Asimismo, han destacado que las subidas de los tipos de interés, sin precedentes en las últimas décadas, afectarán a las finanzas de familias, empresas y de un endeudado sector público. "Además, pueden generar "turbulencias" financieras como las vividas durante el mes de marzo ante la necesidad de apoyo externo a bancos como SVB o Credit Suisse".
De esta forma, desde la entidad han asegurado que hemos pasado de un escenario negativo por la crisis energética a otro más favorable a corto plazo, pero con importantes riesgos para los próximos trimestres por la persistencia de la inflación y por el considerable endurecimiento de la política monetaria.
Con todo, el crecimiento económico sigue siendo resistente tanto en Europa como en Estados Unidos, y en España los datos más recientes también ofrecen señales positivas.
PEORES PERSPECTIVAS PARA 2024
De cara a 2024, desde Ibercaja han empeorado su previsión de crecimiento (al 1,5% desde el 2,8%) para reflejar un nuevo escenario en el que los precios energéticos se han moderado pero siguen siendo muy superiores a los previos a la pandemia.
"Además, hay cierta persistencia en la inflación, lo que sigue dañando las cuentas de los hogares, y se traslada al conjunto de la economía la subida de los tipos de interés", han puntualizado.
Por ello, hacen referencia a que la riqueza financiera neta positiva de los hogares podría hacer pensar que el efecto de la subida de los tipos de interés es positivo; sin embargo, hay que tener en cuenta que esta riqueza financiera "está muy concentrada en los percentiles más elevados de renta, de forma que es negativa para la gran mayoría de los hogares exceptuando los más ricos y aquellos donde el cabeza de familia tiene más edad, ya que en estos últimos el endeudamiento es reducido".
Del mismo modo, la traslación de la subida de los tipos a los pasivos financieros de los hogares (sobre todo endeudamiento hipotecario) es más rápida y directa que en los activos.
Los expertos de Ibercaja también ha reseñado que el endurecimiento del crédito afectará a la inversión empresarial y, en este nuevo entorno, "los fondos europeos no tendrían el efecto multiplicador deseado".
Por último, han valorado que la contribución del sector público se vería limitada por la necesidad de ajuste de un déficit elevado (que se deterioró de forma notable en los últimos meses de 2022) y por el aumento del coste del endeudamiento.