- Entre los expertos existe la sensación de que Trump está marcando el terreno
- Rabobank descarta que EEUU imponga aranceles por ahora porque acabaría por impulsar al dólar si se revierte el déficit comercial
Parecía cosa del pasado y había quedado relegada a un segundo plano. O eso creíamos. En las últimas semanas, la denominada 'guerra de divisas' ha vuelto a irrumpir en la actualidad económica, alimentada con nueva munición: las intervenciones verbales de Donald Trump y los temores asociados al proteccionismo y las guerras comerciales.
El cruce de declaraciones entre la administración Trump y políticos y miembros de bancos centrales en Europa, China y Japón ha dado motivos a los mercados para que resuciten este término. Los ataques verbales del presidente de EEUUU, Donald Trump, justo antes de su investidura, a la fortaleza del dólar, que estaba “asesinando” a las empresas fue sólo la chispa que prendió la mecha. Semanas después, la nueva contienda proteccionista que se libra en el frente del comercio internacional encontró en Peter Navarro, el máximo consejero del republicano en el nuevo organismo que ha creado para controlar precisamente el comercio exterior, atacó al euro y a Alemania por su superávit comercial.
El mismo Trump extendió las acusaciones de “vivir a costa de devaluar sus divisas” a China y también Japón. Las respuestas no se han hecho esperar y han acabado salpicando a los bancos centrales, que claman por defender la independencia de sus políticas monetarias ante las críticas del flamante ejecutivo estadounidense. Pero no es la primera vez que pasa.
ANTECEDENTES RECIENTES
Tal y como recuerda Jane Foley, estratega de divisas de Rabobank, en un informe, a inicios de 2016, las compañías de EEUU profirieron varias quejas acerca del impacto que tenía la fortaleza del dólar sobre sus ganancias allende sus fronteras. La Reserva Federal de EEUU (Fed) acababa de subir tipos por primera vez en una década y el ‘billete verde’ había abierto heridas a lo largo y ancho del mundo con la escalada de sus precios. ¿Les suena de algo?
Se remonta la experta a ese momento, hace escasamente un año, cuando “después de la reunión del G20 de febrero de 2016, se especulaba abiertamente sobre que el Tesoro estadounidense había lanzado una clara advertencia a puerta cerrada sobre la 'guerra de divisas'”. Poco después, el anterior secretario del Tesoro de EEUU, Jack Lew, declaró: "Cuando se permite que los valores de las monedas se muevan de acuerdo con las fuerzas del mercado, la economía global puede adaptarse mejor a los cambios en el desempeño económico relativo entre los países. Lo que es inaceptable, en cambio, es la intervención en los mercados cambiarios a fin de obtener una ventaja competitiva en el comercio o impedir los ajustes en la balanza de pagos".
“Se pueden establecer vínculos muy claros entre ese sentimiento y los actuales ataques de la administración Trump, con una importante diferencia, sin embargo. El actual presidente de EEUU ha descartado cualquier uso del lenguaje diplomático o de los canales habituales para estas cuestiones”, señala Foley. En su lugar, subraya la experta que EEUU “ha proferido una amenaza pública y muy agresiva acerca de que cualquier acuerdo bilateral consistirá en un control muy minucioso de la manipulación y devaluación monetaria”.
Rabobank: "EEUU ha proferido una amenaza pública y muy agresiva acerca de que cualquier acuerdo bilateral consistirá en un control muy minucioso de la manipulación y devaluación monetaria"
LA GUERRA QUE NUNCA ACABA
Las palabras de Trump son, en esencia, la definición misma de la 'guerra de divisas': la competencia entre naciones para impulsar las exportaciones a base de depreciar sus monedas. Lo que no escapa a nadie es que tras sus acusaciones se esconden las mismas intenciones que afea a sus socios comerciales. Es decir, rebajar el valor del dólar.
Así lo señala James Rickards, autor del libro ‘Currency Wars’ en un reciente artículo de opinión. El autor, colaborador habitual del 'New York Times', también cuenta que tras la publicación de su libro, hace seis años, explicó que “nada sugiere que la guerra de divisas vaya a acabar pronto”, un escenario “que está más vigente hoy que nunca”, señala.
En realidad, esta contienda no ha cesado nunca, ya que “lo que quieren los países, en última instancia, es importar inflación”, asegura Rickards. “EEUU tiene un déficit comercial, no un superávit -son una potencia importadora- y rebajando el dólar las exportaciones serán más atractivas, lo que encarecerá los productos que compramos, y así la inflación se alimenta en la cadena de suministros en los EEUU”, explica. Así, “la batalla por devaluar las divisas es, en realidad, un modelo de flexibilización económica y de importar inflación”, concluye el experto.
¿QUÉ BUSCA EXACTAMENTE EEUU?
Algunos de los pasos dados por Japón, por ejemplo, dan credibilidad a esta idea, ya que Shinzo Abe ha dado señales de querer invertir en los proyectos del tren de alta velocidad de California y Texas , así como de tener entre sus planes la importación de una mayor cantidad de gas de esquisto.
“Teniendo en cuenta estos movimientos, cabe la posibilidad de que Trump no busque desatar una nueva etapa de la 'guerra de divisas', sino que simplemente quiera posicionarse antes de iniciar cualquier tipo de renegociación de los tratados comerciales con sus actuales contrapartes”, señala Jane Foley. Que no son otros que Alemania (y por extensión la UE), Japón y China.
Cabe la posibilidad de que Trump no busque desatar una nueva etapa de la guerra de divisas, sino que simplemente quiera posicionarse antes de iniciar cualquier tipo de renegociación de los tratados comerciales con sus actuales contrapartes
Sin embargo, la experta de Rabobank apunta que la misma estrategia que le puede dar resultados con el país liderado por Shinzo Abe puede fracasar con Alemania. “Japón tiene necesidad de seguir exportando, debido a la contracción de su población, lo que provocará que la demanda doméstica se mantenga débil”, continúa Foley para quien, sin embargo, la posición germana es otra.
De hecho, el presidente del Bundesbank, Jens Weidman, ha sido el último en unirse a la escalada de respuestas a Trump que han llegado desde Berlín, encabezadas por el ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble. Weidman ha advertido a Trump de que su defensa del proteccionismo con la imposición de barreras al comercio y la guerra de divisas “sólo dejará perdedores”.
EEUU tiene motivos para quejarse de las ventajas del país gobernado por Angela Merkel, donde los exportadores se benefician ampliamente de que el tipo de cambio del euro no refleje sólo la situación económica de Alemania, sino también de los miembros más débiles de la Eurozona. Sin embargo, señala Foley que si Trump ‘no va de farol’ y piensa pasar de las palabras a los hechos mediante la imposición de aranceles a las importaciones -y así mitigar el déficit comercial-, el efecto que tendrá en el dólar será el contrario al deseado. “En teoría, en un sistema de tipos de cambio flexibles, el ‘billete verde’ se incrementaría ante cualquier superávit que se produjera en las exportaciones”.
En la práctica, las medidas compensatorias de otras naciones, como rebajar los precios, podría limitar las subidas del dólar, pero cierto encarecimiento de la divisa de EEUU sería inevitable. Por este motivo, la experta del banco de inversión holandés descarta la posibilidad de que los aranceles se impongan por ahora. Así, Rabobank insiste en su previsión de que el dólar no se disparará en 2017. “De hecho, ante la incertidumbre y los riesgos derivados de las políticas proteccionistas, esperamos que la Reserva Federal siga cautelosa este año y suba las tasas una sola vez, posiblemente en diciembre”, escribe Foley quien espera que el euro/dólar acabe el año en torno a los 1,10 dólares.