ep archivo   varios billetes en una mesa a 9 de enero de 2024
Eduardo Parra - Europa Press - Archivo

La elevada inflación, consecuencia de la pandemia de coronavirus y la guerra de Ucrania, dio lugar a un agresivo endurecimiento monetario por parte del Banco Central Europeo (BCE) con el objetivo de devolver la estabilidad a los precios. Unas subidas de tipos de interés que, a pesar de haber llegado a su fin, han tenido un impacto desigual sobre los agentes económicos en España.

Al menos así lo creen desde Funcas, donde en su último número de Cuadernos de Información Económica, analizan los efectos de estas alzas en bancos, hogares, empresas, bancos centrales y gobiernos.

Las entidades españolas han demostrado su resiliencia y capacidad de adaptación a cambios en las condiciones de mercado, en la regulación financiera, la tecnología disruptiva y las crisis globales desde la liberalización del sector hace 50 años.

"Están realizando una gestión proactiva de la morosidad y, lejos de aumentar, se ha mantenido alrededor del 3,5% desde 2022. De hecho, el volumen de préstamos morosos descendió desde 52.224 millones de euros en 2020 hasta 38.768 millones en 2023. La principal razón es que la variación de salidas desde préstamos morosos hasta fallidos (entre 10% y 12% de aumento medio anual en ese período) y las entradas en morosidad han sido, en gran parte, compensadas por las salidas de morosos a normal (recuperaciones de crédito) o a vigilancia especial", explican.

El otro gran desafío es la adaptación del negocio hacia un modelo tecnológico orientado hacia el servicio como una plataforma, en un entorno competitivo que estará condicionado por una mayor concentración y que no será necesariamente óbice para un aumento de la competencia, ya que el modelo de plataformas erosiona la importancia de la distancia en el servicio bancario y abre el mercado a la participación de más operadores.

En cuanto a los hogares, si en 2008 una familia española destinaba de media el 7,5% de su renta bruta disponible a pagar interés, en 2022 el porcentaje fue solo del 1,8%. Y si en 2008 esa carga era mayor en las familias españolas que en las europeas (7,5% vs 5,2%), desde 2013 es menor.

Asimismo, "de 2022 a 2023 las empresas españolas han duplicado los intereses pagados de la deuda (hasta algo más de 40.000 millones de euros), siendo el aumento del 66% en el caso de las familias (hasta algo más de 24.000 millones de euros). Por tanto, en un año, el sector privado español ha visto aumentar sus costes financieros en 29.600 millones de euros (un 85%), hasta situarse en 64.400 millones de euros", remarca Joaquín Maudos en su artículo.

El acceso a la financiación para las pymes en España entre 2019 y 2023 también se ha visto afectado. "En un contexto de transición del modelo productivo, la mejora generalizada de la solvencia financiera de las pymes -tras el estallido de la pandemia el número de pymes financieramente viables se desplomó desde el 80% en 2019 hasta el 32% en 2020 y se recuperó hasta el 70% un año después- ha venido acompañada de un aumento de las necesidades de financiación de estas desde el 34,8% en 2019 al 54% tras la pandemia", comentan Borja Gambau y Montaña González.

Sin embargo, las restricciones en la oferta de crédito, el aumento de los tipos de interés y la elevada incertidumbre han ampliado el gap de financiación.

"La subida de los tipos de interés ha sido absorbida con relativa facilidad, en términos generales, por las familias españolas, lo que, por otra parte, se refleja en la estabilidad de la tasa de mora, que apenas ha subido dos décimas, hasta el 2,6% al final de 2023, el nivel más bajo en 12 años. Las empresas, en cambio, experimentaron un crecimiento más moderado en su renta empresarial y una tendencia a destinar sus excedentes financieros al pago de deuda, prolongando su escaso interés por invertir", añade María Jesús Fernández.

Respecto a la reorientación del comercio y la inversión internacional de la Unión Europea en el contexto de reglobalización pospandemia, a pesar de mantener un saldo positivo en la balanza por cuenta corriente, la participación de las exportaciones europeas ha disminuido, especialmente en bienes.

"El Mercado Único ha mitigado de forma parcial estos impactos, pero no puede compensar completamente la desaceleración del comercio exterior, planteando desafíos para la política económica europea y española", concluyen Raymond Torres y Patricia Sánchez.

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