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EUROPA PRESS

La inflación y los pronósticos de inflación en la zona euro se han movido en una sola dirección en lo que va del año: hacia arriba. Pero, aunque los giros de la economía en el transcurso de la pandemia, y más recientemente, han subrayado la necesidad de ser conscientes de los riesgos sobre las perspectivas, ya hay quien estima que el Índice de Precios al Consumo (IPC) se desacelerará fuertemente el año que viene.

Oxford Economics, que a principios de año esperaba que la inflación se frenara a alrededor del 2%, ha revisado al alza sus previsiones de inflación en la eurozona euro para 2022, al 6%, desde el comienzo de la guerra de Ucrania, a medida que los precios de la energía y los alimentos comenzaron a dispararse y surgieron nuevos cuellos de botella en el suministro. "Dicho esto, seguimos esperando que los precios se desaceleren bruscamente, cayendo por debajo del 2% en el segundo semestre de 2023 y con un promedio del 1,3% durante todo el año. Si bien reconocemos riesgos significativos para nuestras opiniones, la inflación debería reducirse a menos del 2% en el segundo semestre de 2023", apuntan los analistas.

Según los últimos datos de Eurostat, a inflación anual de la zona euro permaneció estable en abril y al situarse en el 7,4%, mientras que en la Unión Europea (UE) se elevó al 8,1%.

¿Por qué prevén una fuerte desaceleración de la inflación el próximo año? "La razón principal es que nuestra evaluación de la dinámica de la inflación subyacente no ha cambiado". Como explican, muchos de los argumentos sobre las tendencias subyacentes siguen siendo válidos. "Todavía vemos que el fuerte repunte de los precios al consumidor se debe principalmente a los precios mundiales de las materias primas y las graves interrupciones de la cadena de suministro, que esperamos revertir parcialmente el próximo año".

Además, han realizado recortes considerables en sus previsiones del Producto Interior Bruto (PIB) e ingresos reales en los últimos meses, y la confianza del consumidor se ha deteriorado drásticamente desde que estalló la guerra. "Esto indica que, en la medida en que las presiones de la demanda desempeñaron un papel en el aumento de la inflación y el poder de fijación de precios de las empresas, es probable que ese apoyo se debilite". Así, solo ven factores limitados (internos) del lado de la demanda en juego que indicarían riesgos crecientes de un repunte más sostenido de la inflación subyacente por encima del 2%.

Una desaceleración en la inflación subyacente debido a la caída de los precios de los bienes de consumo el próximo año es razón clave. "Si bien esperamos que los cuellos de botella de la oferta continúen apuntalando durante el resto del año, la disminución de la presión de la demanda sugiere que la inflación de los bienes está llegando a su punto máximo, con riesgos sesgados a caídas rápidas de los precios". Su opinión es que la inflación subyacente se desacelerará del 3% este año a poco menos del 2% en 2023 y posiblemente un poco más en 2024.

La caída de la energía y la desaceleración de los precios de los alimentos son otras de las razones que aportan desde Oxford Economics. Por ahora, los precios de las materias primas siguen a merced de las noticias de Rusia y Ucrania, pero el progreso en la diversificación de las fuentes de energía y el aumento de la oferta mundial en medio de la desaceleración de la demanda "deberían hacer que los precios de la energía caigan el próximo año", dicen.

En su pronóstico de referencia, los precios de la energía impulsan alrededor de la mitad de la tasa de inflación de este año, agregando alrededor de 2,5 puntos porcentuales a la inflación general. "Pero los vemos convertirse en un modesto lastre para los precios al consumidor en el segundo trimestre de 2023. Esto se debe a nuestra expectativa de que los precios del petróleo y el gas caerán un 14% y un 31%, respectivamente, el próximo año". En general, creen que la desaceleración de los precios de la energía amortiguará mucho la inflación el próximo año, pero los riesgos están sesgados al alza.

Por su parte, las perspectivas para los precios de los alimentos también son inciertas. Prevén que se mantendrán sobre el 6% durante el resto de este año y que disminuyan desde su máximo actual a alrededor del 2%, a medida que mejore la situación del suministro en Ucrania y que disminuyan los precios de la energía, un impulsor clave de los precios de las materias primas agrícolas. Sin embargo, esa supuesta caída aún mantendría los niveles de precios muy por encima de sus tendencias previas a la pandemia.

Según detallan los analistas, los acontecimientos de los últimos meses refuerzan la idea de que gran parte del fuerte aumento de los precios de los bienes puede atribuirse a la presión de la oferta y no a la de la demanda. Creen que los precios podrían disminuir de alrededor del 3% al 2%. No obstante, "esperamos que los precios de los servicios al consumidor sean los que menos contribuyan a la desinflación el próximo año".

En este contexto, hacen referencia a los movimientos del Banco Central Europeo (BCE). Vaticinan que detendrá su ciclo de ajuste durante la mayor parte del próximo año después de subir los tipos de interés tasas tres veces en 2022 (julio, septiembre y diciembre) y salir de territorio negativo. "De hecho, dados los riesgos a la baja para el crecimiento, creemos que existe la posibilidad de que el BCE haga una pausa después de dos alzas".

"Para el BCE, este sigue siendo un entorno increíblemente difícil de navegar", expresan. "Si nuestra visión de la dinámica subyacente es correcta, creemos que la fuerte desaceleración de la inflación general y subyacente el próximo año atraerá al consejo del BCE a pausar su ciclo de aumento de tipos mientras reevalúa las perspectivas de presiones de precios subyacentes", concluyen.

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