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Logotipo del Fondo Monetario Internacional (FMI).REURTERS/ YURI GRIPAS - Archivo

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha recortado hasta el 1,5% su previsión de crecimiento de la economía española para 2024, lo que supone una revisión a la baja de dos décimas, según se refleja en el último informe de 'Perspectiva Económica Mundial'. De cara a 2025, mantiene en el 2,1% su pronóstico. Así, España seguirá creciendo por encima de la media de la zona euro los dos próximos años.

Para la zona euro, el organismo ha rebajado en tres y una décima su proyección anterior para 2024 y 2025, situando la estimación del Producto Interior Bruto (PIB) en el 0,9% y 1,7%, respectivamente.

Por países, el FMI calcula que Alemania crecerá un 0,5% en 2024 y un 1,6% en 2025, Francia un 1% y un 1,7% e Italia, un 0,7% y un 1,1% este año y el próximo.

En general, el FMI proyecta un crecimiento mundial del 3,1% en 2024 y del 3,2% en 2025. Mientras, espera que la inflación mundial caiga al 5,8% en 2024 y al 4,4% en 2025. La institución considera que, con la desinflación y el crecimiento sostenido, los riesgos para el crecimiento global ahora están en términos generales equilibrados y la probabilidad de un aterrizaje forzoso ha disminuido.

"Por el lado positivo, una desinflación más rápida podría aliviar las condiciones financieras. Una política fiscal más laxa de lo esperado podría implicar un crecimiento temporalmente mayor, aunque, a riesgo de un ajuste más costoso en el futuro, un mayor impulso de las reformas podría impulsar el crecimiento de la productividad con efectos de contagio positivos", expone el economista jefe del FMI, Pierre Olivier-Gourinchas.

Sin embargo, "persisten riesgos a la baja, incluidos posibles nuevos aumentos en los precios de las materias primas debido a shocks geopolíticos, inflación subyacente persistente, continuas debilidades en el sector inmobiliario de China o un giro perturbador hacia aumentos de impuestos y recortes de gastos", señala.

A su parecer, el desafío a corto plazo para las autoridades "es gestionar con éxito el descenso final de la inflación hasta su objetivo, calibrando la política monetaria en respuesta a la dinámica inflacionaria subyacente". También cree que "existe una creciente necesidad, ahora que la inflación está disminuyendo y las economías están en mejores condiciones de absorber los efectos del ajuste fiscal, de centrarse nuevamente en la consolidación fiscal, gestionar la deuda y crear resiliencia ante shocks futuros".

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