- Los economistas debaten sobre la conveniencia de impulsar la economía desde la política fiscal
La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, puso el foco en un debate académico que cada vez tiene más calado: el riesgo de estancamiento secular o debilidad prolongada del crecimiento. Ante ello, los bancos centrales ya se han quedado “sin pólvora” para tener impacto en la economía, mientras que cada vez más expertos piden un mayor papel de la política fiscal.
“Algunos estudios han elevado la posibilidad de que las economías de Estados Unidos y otros países crezcan a un ritmo más lento en el futuro, debido a factores demográficos y a menores ganancias de productividad por avances tecnológicos”, aseguró Janet Yellen el 30 de marzo. Poco después, Larry Summers, ex secretario del Tesoro, y Ben Bernanke, ex presidente de la Fed, se enzarzaron en una discusión académica sobre el riesgo de estancamiento secular, después del debate en conferencias organizadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) entre influyentes economistas, lo que dio más popularidad al debate entre los expertos.
Desde una perspectiva de crecimiento global, vemos una convergencia de las tasas de crecimiento entre las '4 grandes economías', sin embargo del tipo no deseado
La teoría del 'estancamiento secular' fue inicialmente acuñada por Alvin Hansen en 1938. Se refirió a que ante una desaceleración del crecimiento de la población y en un periodo de avances tecnológicos, las empresas no tienen incentivos para invertir en capital físico, lo que provocaría estar ante una economía deprimida. “Los temores sobre un estancamiento secular son reales”, opina por su parte Yves Longchamp, responsable de análisis de Ethenea Independent Investors. “Sin embargo, deberíamos recordar que el estancamiento secular fue una teoría desarrollada en 1930 a raíz de la Gran Depresión. Desde entonces, la economía ha crecido sustancialmente y podríamos subestimar el impacto de la revolución tecnológica en el crecimiento”, agrega.
El PIB global se expandirá un 3,5% y 3,8% según proyecciones del FMI, pero los riesgos de crecimiento débil en el futuro son elevados. La premisa de estancamiento secular supone una tendencia que puede conducir a un débil crecimiento estructural. “Desde una perspectiva de crecimiento global, vemos una convergencia de las tasas de crecimiento entre las '4 grandes economías' (Estados Unidos, eurozona, Japón y China), sin embargo del tipo no deseado”, expone David Alexander Meier, economista senior de Julius Baer.
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RIESGOS IMPORTANTES
Si el precio sigue aumentando, por encima de 70 dólares por barril, el impacto será rápidamente ser negativo para la zona del euro y para la economía mundial
Los riesgo sobre el crecimiento global son variados e importantes. El primero señalado por los expertos está en que no haya una solución duradera para Grecia. Un 'Grexit' podría golpear a la recuperación europea y esto no sólo tendría implicaciones en el viejo continente, sino en todo el mundo.
Otro elemento que puede distorsionar la expansión del PIB mundial es que se reavive el conflicto político y militar en Ucrania o incluso que se propague hacia países vecinos. El economista senior de Julius Baer también señala tres riesgos a largo plazo que hay que vigilar: el endeudamiento de los países, el envejecimiento de la población en las economías desarrolladas, y la migración a gran escala.
“En el corto plazo, creo que el precio del petróleo es importante. Una fuente de la actual recuperación en la zona del euro viene de un coste bajo de la energía. Junto a la política monetaria del BCE ha sido muy útil para alimentar la recuperación. Si el precio sigue aumentando, por encima de 70 dólares por barril, el impacto será rápidamente ser negativo para la zona del euro y para la economía mundial”, agrega Philippe Waechter, economista jefe de Natixis Global AM.
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POLÍTICA MONETARIA Y FISCAL
Los bancos centrales ya han utilizado la mayor parte de su 'pólvora', al considerar las políticas de tasas de interés cercanas a cero
Mientras que la austeridad ha sido la guía de las políticas económicas de numerosos países, la expansión monetaria de los bancos centrales, con tipos de interés bajos y programas de compras de activos, han sido el principal filón para impulsar la recuperación. Pero si el crecimiento no se afianza, ¿tienen margen de maniobra? “Los bancos centrales ya han utilizado la mayor parte de su 'pólvora', al considerar las políticas de tasas de interés cercanas a cero. Las medidas no convencionales, como la flexibilización cuantitativa (QE), tienen una trayectoria incierta, incluso después de las últimas experiencias con la Reserva Federal. No está totalmente demostrado que la recuperación económica dependiera del estímulo monetario. Los problemas estructurales no pueden abordarse con QE. No existe un vínculo claro entre QE y mercados de trabajo, por ejemplo, y en Japón se mantiene en el estancamiento a pesar de los programas enormes del Banco Central”, opina David Alexander Meier, de Julius Baer.
Larry Summers consideraba en su debate con Bernanke, a través de entradas de blog entrelazadas, que se necesita impulsar el crecimiento desde la política fiscal, ya que los bancos centrales han gastado casi todas sus balas. En la misma línea se expresó recientemente el premio Nobel Paul Krugman, en una dura crítica a la austeridad propuesta en Europa. “Nos hubiera ido mucho mejor si hubiéramos seguido la macreconomía tradicional, que se ve mejor que nunca”.
“El estímulo fiscal sería una medida preferida para estimular el crecimiento, si se justifica el gasto. Sin embargo, el estímulo fiscal depende en gran medida de la voluntad política y la aceptación, por lo que es mucho menos flexible en la aplicación de la política monetaria”, argumenta el economista senior de Julius Baer.
“Tenemos que crear otra política con un nuevo modelo de ajustes debido a la globalización, a causa de la importante función que desempeñan los países emergentes y porque la población mundial es más grande y está más envejecida en las economías desarrolladas, y pronto pasará en China”, señala Philippe Waechter. “El gran riesgo es tener un ahorro demasiado grande asociado con bajas tasas de inflación. Por lo tanto, hay una necesidad de tener una política fiscal muy activa con el fin de facilitar el arbitraje intertemporal entre el presente y el futuro. La clave está en crear incentivos para las inversiones más fuertes”, añade el economista jefe de Natixis Global AM.
El estímulo fiscal sería una medida preferida para estimular el crecimiento, si se justifica el gasto. Sin embargo, el estímulo fiscal depende en gran medida de la voluntad política y la aceptación
Los expertos consultados por Bolsamanía coinciden en que a pesar de los masivos estímulos monetarios, la recuperación económica se ha mantenido en general débil en comparación con recesiones anteriores. “La capacidad de los bancos centrales para estimular aún más la economía se ha vuelto limitada. Y si las economías entraran de nuevo en recesión, no habría muchas posibilidades de hacer más de lo mismo. En este contexto, las políticas fiscales son una buena alternativa a las políticas monetarias para estimular el crecimiento. Sin embargo, la deuda de los Gobiernos aumentó dramáticamente en los últimos años y los países se han visto forzados a implementar austeridad. El QE podría ser visto como una financiación indirecta de las políticas fiscales por parte de los bancos centrales”, expone Yves Longchamp.
Más optimista con el escenario global se muestra Pierre Puybasset, portavoz de La Financière de l´Echiquier, que no ve un claro riesgo de estancamiento secular. Aun así, coincide con los anteriores economistas: “Estamos de acuerdo en que las políticas de estímulos monetarios tradicionales que los bancos centrales están implementando ahora no están teniendo un impacto significativo en la recuperación económica. Una política fiscal correctamente adaptada sería más eficiente”.
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