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La deuda del conjunto de las Administraciones Públicas subió de nuevo en agosto. Creció en casi 1.400 millones para mantenerse de manera holgada por encima del billón de euros. Pero no es el único dato importante. Lo relevante es lo que cuesta esa deuda. Y hay tanta que, pese a que España se financia ahora más barato que nunca, la factura en intereses supera los 30.000 millones de euros.

Según los datos anunciados este martes por el Banco de España (BdE), en agosto la montaña de la deuda pública se estiró hasta los 1,102 billones de euros. Es decir, ha crecido en casi 30.000 millones en lo que va de 2016 y en cerca de 625.000 millones desde finales de 2007.

Aunque estas cifras impresionan, de tan elevadas que son en ocasiones cuesta hasta entenderlas. De hecho, la clave no es tanto el volumen de la deuda, por muy alta que sea, como la credibilidad con la que cuenta un país ante los inversores, que es lo que le permitirá renovarla y seguir financiándose.

Por eso, hay otra cifra que suele quedar más en segundo plano pero que permite comprender mejor lo que supone realmente el incremento de la deuda pública en España. En 2007, con menos de 400.000 millones acumulados, España afrontaba una factura en intereses inferior a los 15.000 millones de euros. Es decir, una cifra equivalente aproximadamente al 1,5% del Producto Interior Bruto (PIB). Ahora, con una carga financiera de semejante tamaño, la factura es más del doble.

Según los datos de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE), en términos de caja España abonó 31.750 millones de euros en intereses en 2015. Y este año, hasta agosto, ha pagado ya 23.649 millones. Para el conjunto del ejercicio, los Presupuestos Generales habían contemplan un desembolso de 33.490 millones, pero el ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, ya ha matizado que las actuales condiciones del mercado, marcadas por los tipos de interés más bajos de la historia, reducirán ese importe en unos 2.000 millones.

En cualquier caso, permanecerá por encima de los 30.000 millones. En registros más llanos, eso significa que España pagará cerca de 1.000 euros en intereses por segundo durante todo 2016. Y el dinero que se destina a satisfacer los intereses no puede ir a otros destinos.

El consuelo es que aún podría ser peor si no fuera porque las condiciones monetarias auspiciadas por el Banco Central Europeo (BCE) están conteniendo el volumen de la factura. Con los tipos de interés oficiales en el 0% y los de depósito en el -0,4%, todas las letras del Tesoro están mostrando intereses negativos -y, por tanto, con el Tesoro Público cobrando intereses por financiarse con ellas- y el coste de las obligaciones a 10 años se mantiene en torno al 1%. Como consecuencia, el interés medio de toda la deuda en circulación se encuentra en el mínimo histórico del 2,89%, según los datos del último informe mensual del Tesoro Público. Por eso, precisamente, sería conveniente ir reduciendo el volumen de deuda. Para que los 30.000 millones actuales no se conviertan en una factura aún más cara cuando, en unos años, el BCE tenga que subir los tipos de interés, aunque sea tímidamente.

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