- El comercio 'low cost' y la venta online ponen el peligro la rentabilidad
- El cambio de preferencias de los consumidores reduce el nivel de gasto en ropa
Los resultados del avance de los precios en Estados Unidos publicados el miércoles reflejaron una subida de la inflación un 0,5% en enero, un dato mayor de lo que las previsiones del mercado apuntaban antes de su anuncio. La tasa interanual se situó en el 1,2%, dos décimas por encima del dato de diciembre.
Esta fuerte subida de los precios, que busca la reacción de la Fed y su política monetaria, tuvo como principal contribuyente el crecimiento de los precios de la moda. Un sector que supone el 3% del cómputo del Índice de Precios al Consumidor (IPC), y que experimentó un crecimiento en sus precios del 1,7% en enero, su mayor expansión desde 1990.
La moda estadounidense vio aumentar sus precios un 1,7% durante el mes de enero, su mayor expansión desde 1990
El segmento femenino vio aumentar sus precios un 3,4% sólo durante el primer mes del año, estableciendo un dato récord en la industria, mientras que el precio de las prendas de hombres creció un 1,7% durante enero.
Son muy buenas noticias para un sector cada vez más presionado por la reducción del consumo reciente y la competitividad del comercio electrónico, que amenaza con acabar con el canal tradicional. El dato es claro, el porcentaje del total del salario destinado a renovar el armario se ha reducido un 50% desde 1977, suponiendo únicamente un 3,1% en la actualidad, según datos de la Oficina de Análisis Económico de los Estados Unidos. En contraste, el gasto en tecnología ya supone un 3,4% del presupuesto de las familias.
El volumen del sector de la moda textil supone 2,4 billones de euros en la economía global, con el segmento de la mujer sumando 497.000 millones de euros y 322.000 millones de euros el segmento masculino. La cantidad que aporta la moda infantil son 148.000 millones de euros, con el resto perteneciendo al calzado, productos de lujo, deporte y ropa de novia. El total del sector supone un 2% del PIB mundial y emplea a 115,6 millones de personas, según datos de la plataforma Fashion United.
Pues bien, las previsiones de tan importante mercado para la economía global son esperanzadoras en el país norteamericano. A la ya mencionada subida de precios, se espera una recuperación de la demanda gracias a una mayor presión del mercado laboral estadounidense y una subida de los salarios, volteando así la preocupante dinámica en la que se encuentra la industria textil recientemente.
COMPRAR ROPA ‘YA NO SE LLEVA TANTO’
La pérdida de la rentabilidad del sector textil, así como la caída de su demanda se explica por un cambio en las preferencias del consumidor a lo largo de las últimas décadas.
En primer lugar, la competencia de canales ‘low cost’ y online contra el comercio tradicional ha aumentado la competitividad del mercado y reducido sus márgenes, complicando la viabilidad del negocio. Según datos del Consejo Internacional de Centros Comerciales (ICSC), el número de establecimientos cerrados durante 2017 se multiplicó por tres, alcanzando el nivel más alto de los últimos siete años.
Competidores como Walmart, Target, H&M o Amazon han visto multiplicadas sus ventas gracias al desarrollo de la venta online. Un canal que generó 67.000 millones de euros en 2017 y supuso un 18,7% del total de las ventas online en Norteamérica, según datos de la consultora eMarketer.
La venta online de ropa generó 67.000 millones de euros, un 18,7% del total de ventas online en EEUU
Por su parte, el carácter cíclico y de ‘rápido consumo’ que ha adquirido el sector de la moda ha obligado a aumentar la capacidad de diseño y de respuesta al mercado de muchas firmas, sumando flexibilidad en el proceso de fabricación e inundando de nuevos modelos sus establecimientos, con la consiguiente alta posibilidad de que varios fracasen o no respondan bien la demanda de sus clientes.
Del mismo modo, la consultora de mercado NPD apuntaba a través de una encuesta a hombres de Estados Unidos a finales de 2017, que casi un 50% podía acudir a su lugar de trabajo habitual vestido con un atuendo ‘casual’ y no necesariamente en traje, o con vestimenta estrictamente formal. Este hecho reduce la demanda en ciertos segmentos del sector, ya que varios conjuntos son susceptibles de ser correctos para tanto momentos de ocio como para trabajar.
Por último, la aparición de la tecnología y las redes sociales ha añadido una nueva manera de comunicarse al mundo. Además del ya mencionado comercio online, la ropa ha perdido cierta capacidad expresiva de cara al resto de la sociedad, lo que ha reemplazado a la moda en la lista de prioridades de compra de los consumidores por otros productos. El gasto en entretenimiento (5,1%) y el gasto en tecnología (3,2%) ya superan el porcentaje del salario dedicado a la ropa (3,1%) en los Estados Unidos, según la encuesta de consumo desarrollada por la Agencia Gubernamental de Estadísticas Laborales norteamericana el pasado ejercicio.