- La producción aumentó un 0,8% en los tres primeros meses del año y encadena 14 trimestres de crecimiento
- La recuperación se produce con una mayor productividad y más exportaciones, mientras el componente de los salarios se queda atrás
Se acabó la década perdida. Pero no sus efectos. España ha tardado casi 10 años en recuperar su mayor capacidad de producción, al superar los 1,12 billones de euros de Producto Interior Bruto (PIB) entre abril de 2016 y marzo de 2017. Sin embargo, la composición de la riqueza que genera la economía ha variado drásticamente en este periodo.
En esencia, la mayor productividad de la economía y el empuje del sector exportador han alimentado la recuperación del PIB, en la que se han quedado atrás los salarios con un mercado laboral que tiene ahora un millón más de parados que en el cuarto trimestre de 2008 y dos millones más que en los tres primeros meses de aquel año.
Fue entonces cuando la economía española produjo en una secuencia de cuatro trimestres el mayor PIB de su historia, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En 2008 la riqueza generada por la economía española alcanzó los 1,116 billones de euros. Un registro que España ha superado si se tiene en cuenta lo producido entre el segundo trimestre del pasado año y el primero de 2017. El dato confirmado por el INE sitúa la expansión de la economía en un 0,8% trimestral entre enero y marzo y del 3% interanual.
En concreto, en estos 12 meses el PIB asciende a 1,12 billones. Es decir, en torno a 8.500 millones más que hace prácticamente una década. No obstante, aún no se puede decir que España haya dejado atrás la crisis. Con un vistazo rápido al mercado laboral es fácil apoyar esta hipótesis. Pero además, hay que tener en cuenta que los ciclos negativos alteran el crecimiento potencial de una economía.
Los economistas definen el crecimiento potencial como la producción -o generación de riqueza- de un país en el medio plazo utilizando todos los recursos disponibles y sin generar presiones inflacionistas. Antes de la crisis, la expansión del PIB estuvo en varios años por encima del nivel de crecimiento potencial, que el Banco de España (BdE) estima en el 3,1% anual entre 2001 y 2007. Para el periodo entre 2017 y 2020, el los economistas Pilar Cuadrado y Enrique Moral-Benito calculan en un informe del BdE que se sitúa en torno a un raquítico 1% que, bajo premisas de mayor inversión extranjera, creación de empleo y reformas estructurales, podría aumentar al 1,5%.
Durante el periodo de crisis, el aumento del paro estructural, la desaceleración del crecimiento poblacional y la caída de la inversión en capital físico generaron una pérdida significativa en el crecimiento potencial
La caída del crecimiento potencial de medio plazo se produce porque disminuyen o empeoran los recursos disponibles. Por ejemplo, como consecuencia de la crisis y del envejecimiento demográfico, la población activa está en 22,6 millones, mínimos desde 2007 tras varios años consecutivos de descensos. No es el único motivo. “Durante el periodo de crisis, el aumento del paro estructural, la desaceleración del crecimiento poblacional y la caída de la inversión en capital físico generaron una pérdida significativa en el crecimiento potencial”, explican los expertos del Banco de España.
MENOS PESO DE LOS SALARIOS
La otra consecuencia de la crisis, una vez que España ya produce tanto como en 2008, es la diferente forma de igualar las cifras de creación de riqueza. Las cuentas son sencillas: el PIB es el mismo con dos millones menos de empleos, al comparar los 20,5 millones de ocupados de media en 2008 y los 18,5 millones en promedio de los últimos cuatro trimestres.
Una de las vías para calcular el PIB es sumar las rentas que se generan en una economía. Los dos mayores componentes son el excedente bruto de explotación (EBE) y la remuneración de los asalariados. Aunque tienen en cuenta más rentas, principalmente se calculan con las ganancias empresariales y los sueldos de los trabajadores respectivamente.
En el primer caso, el excedente bruto de explotación ha crecido un 26% si se comparan los 131.417 millones de euros del cuarto trimestre de 2016 con los 104.407 millones de los tres primeros meses de 2008. En estos años ha elevado su peso sobre el PIB desde el 39% hasta el 45%. En casi todos los trimestres entre medias se ha situado por encima del nivel anterior a la recesión de 2009.
Todo lo contrario ocurre con la remuneración de los asalariados, que entre octubre y diciembre superó por primera vez los 135.422 millones del primer trimestre de 2008 al alcanzar los 138.613 millones, según los registros del INE. Es decir, el porcentaje sobre el PIB ha disminuido desde el 50,1% hasta el 47,6%.
El alto nivel de paro impide que el crecimiento del empleo presione aún al alza a los salarios, ya que está por encima del desempleo estructural o tasa NAIRU (no aceleradora de inflación), un nivel a partir del cual se estima que el empleo provoca un incremento de los costes salariales. La OCDE estima que el año que viene esta referencia estará en el 15%, mientras que la última Encuesta de Población Activa (EPA) estimó la tasa de paro en el 18,75%.
“La precarización del empleo explica la evolución de los salarios por la aún elevada ratio de paro. Pero además hay razones estructurales. Diversos estudios muestran que en las economías occidentales la tecnología en el cambio de modelo productivo está reduciendo el peso de la renta salarial en la economía”, explica Manuel Hidalgo, profesor de la Universidad Pablo Olavide.
MÁS EXPORTACIONES
La productividad del factor trabajo ha mejorado estos años, pero en parte a costa de mayor desempleo y menores salarios. Lo que se suele conocer como devaluación interna que ha permitido un fuerte crecimiento del sector exterior. Las exportaciones de bienes y servicios han pasado de aportar al PIB 66.000 millones entre octubre y diciembre de 2008 a una contribución de 95.500 millones en el cuarto trimestre de 2016.
Las importaciones superaron los 86.000 millones en los tres últimos meses del pasado año, una cifra similar a la de principios de 2008. En plena recesión cayeron por debajo de los 80.000 millones. La diferencia positiva entre exportaciones e importaciones en el peor momento del ciclo impulsó la recuperación al sumar, en vez de restar, al PIB.