El salvamento del sector bancario sigue costando dinero a los españoles cinco años después del rescate financiero del país. El fondo público de rescate bancario, el FROB, sufrió una nueva pérdida de 950 millones en 2017. Al menos, el quebranto se redujo en un 40% respecto al de 2016 y el Estado no tuvo que volver a inyectarle dinero para evitar su quiebra como ese año. La causa principal de las nuevas pérdidas es la pobre evolución de Sareb.
El FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria), que preside Jaime Ponce, explica que las pérdidas de 2017 se achacan a un deterioro de 947 millones del valor de su participación en Sareb, el banco malo: 841 millones por su participación en el capital y otros 106 por la deuda subordinada. Para asumir este deterioro se ha tomado el valor actual que resulta de las previsiones de resultados del plan de negocio de Sareb.
En el lado positivo, obtiene un beneficio de 60 millones derivado de la valoración de la fusión de Bankia y BMN, después de que en 2016 deteriorara el valor de ambas entidades por separado en 1.390 millones. También recoge una saldo neto de las garantías públicas concedidas en la venta de algunas cajas de ahorros (EPA, esquema de protección de activos), que se han reducido en el caso de CatalunyaCaixa y compensan su incremento en Banco de Valencia.
INSUFICIENTE REDUCCIÓN DE LOS GASTOS FINANCIEROS
El otro elemento que completa las pérdidas del FROB son los gastos financieros del préstamo de 10.456 millones del Estado, que genera unos intereses de 152 millones que no se compensan con los ingresos de los activos del fondo público (básicamente, BFA-Bankia y Sareb), de 51 millones. En 2016 dichos gastos fueron de 230 millones.
Gracias a esta reducción de pérdidas y a la inyección de capital de 2016, el FROB volvió a tener patrimonio neto positivo en 2017, por un valor de 436 millones. Asimismo, registró un beneficio de explotación de 38 millones frente a las pérdidas de 48 millones del ejercicio anterior.
