- En Barcelona, la penetración del coworking sobre el total del mercado de oficinas aún es solo del 1%; en Madrid, del 0,5%
- "En niveles bajos de ocupación, se considera que el coworking refuerza el valor de un edificio", explican desde CBRE
Que el coworking ha llegado para quedarse es una afirmación que ya sorprende a pocos. Pero no solo está cambiando la forma de trabajar, sino que estas oficinas compartidas también han revolucionado la demanda en el mercado inmobiliario.
Las oficinas compartidas no paran de crecer, a nivel mundial y también en España. Por ejemplo, según explican desde la Asociación de Coworking de Cataluña (Cowocat), su número de asociados ha pasado de 15 en 2013 a 48. Otro ejemplo: en el directorio de la plataforma CoworkingSpain, en 2010 aparecían 30 de estos espacios compartidos; hoy, unos 950.
El auge de estos espacios se explica por la nueva realidad a la que se enfrentan las empresas. Así lo explican desde la consultora JLL en su último informe de oficinas de 2017: “La complejidad e incertidumbre del entorno dificultan que las empresas sean capaces de prever sus necesidades de espacio en el horizonte típico de 5 o 10 años de un alquiler de oficinas”. A esto, añaden que “lo esperado es que traten de limitar sus obligaciones mediante acuerdos con operadores de espacios flexibles que les permitan adecuarse a sus necesidades inmobiliarias de forma dinámica y a escala internacional”.
Incluso las grandes corporaciones españolas se están sumando a la moda del coworking. La última ha sido Banco Santander, que ya ha iniciado un proceso de transformación en sus oficinas y habilitará espacios de coworking para clientes y no clientes de la entidad para así reforzar su imagen de marca.
LAS CIFRAS DE LAS OFICINAS COMPARTIDAS
Desde 2013, la importancia de la contratación de este tipo de espacios no ha hecho más que crecer en España. Según cifras de JLL, en 2013 se contrataron unos 14.000 metros cuadrados en Madrid y Barcelona; dos años después, más de 26.000, y en 2017 alcanzó un máximo con unos 49.000 metros cuadrados, un aumento del 246% en cinco años.
El año pasado fue el más intenso para el ámbito del coworking, ya que aterrizó en Madrid y Barcelona la norteamericana WeWork, uno de los mayores gigantes de este tipo de espacios. En total, la compañía contrató 6.500 metros cuadrados en Barcelona y 12.000 en Madrid. Poco después desembarcó otra de las compañías más importantes de coworking, la holandesa Spaces, que contrató 2.300 metros cuadrados en Barcelona y acaba de inaugurar su segunda oficina compartida en Madrid.
Pero no solo las compañías del propio sector del coworking están haciendo ‘caja’ con esta nueva tendencia. Los actores más tradicionales del inmobiliario también están moviendo ficha a la luz de que las empresas cada vez lo demandan más. Colonial es una de las que más fuerte está apostando por los espacios compartidos; de hecho, es la propietaria del edificio que WeWork tiene alquilado en el Paseo de la Castellana de Madrid. Además, la inmobiliaria anunció la compra del edificio de Gala Placidia, en Barcelona, que utilizará para el plan de crecimiento de su filial de coworking Utopic_US, y hace escasos días anunció que abrirá un nuevo centro en Madrid en uno de sus edificios remodelados.
Según explica la consultora Cushman&Wakefield en su último informe sobre coworking, Madrid y Barcelona tienen aún un “amplio margen de crecimiento”. Central London está considerado el distrito de referencia para estos espacios compartidos, y el porcentaje de penetración sobre el total del mercado de oficinas rondó el 4% en 2017; en Barcelona, aún es del 1% y en Madrid, del 0,5%.
PREVISIONES
Las opiniones sobre el futuro del coworking son diversas. Mientras unos se muestran convencidos de que su peso en el mercado de oficinas seguirá creciendo, otros aún se muestran reacios a incorporarlo a los inmuebles. “El auge de los trabajadores eventuales y de los empleados automatizados en el futuro provocará que las necesidades inmobiliarias de las grandes compañías sean cada vez más dinámicas e impredecibles”, opinan desde JLL, y añaden que será uno de los motivos que incrementen el número de superficies flexibles en las carteras de las grandes empresas. “Tanto es así que para 2025 se estima que el 30% de los portfolios inmobiliarios esté compuesto por este tipo de espacios”, pronostican.
En la misma línea opinan los encuestados en el último estudio de la consultora CBRE ‘Tendencias 2018’. El 45% de los encuestados afirmó que la flexibilidad de uso será la tendencia más importante en el segmento de oficinas. Sin embargo, entre los inversores aún hay dudas sobre esta nueva tendencia. De hecho, incluso algunos aún albergan dudas sobre el riesgo que puedan suponer los operadores de coworking, “posiblemente porque sus modelos comerciales implican un coste relativamente más alto por asiento que en un alquiler tradicional, y menos seguridad en los ingresos por alquiler”.
Desde CBRE matizan que este grupo de inversores “dudosos” son una minoría, y que una parte más importante cree que el coworking resultará positivo para los inquilinos tradicionales. “Los inversores piensan que los inquilinos de coworking reducirán el valor de un edificio cuando ocupen más del 40% de su espacio”, explica la consultora en su encuesta, pero añaden que, “en niveles bajos de ocupación, se considera que el coworking refuerza el valor de un edificio”, presumiblemente por mejorar su atractivo para los inquilinos tradicionales y “mejorar el ingreso promedio por metro cuadrado”.