- El repunte de los precios del crudo ha aumentado las expectativas de inflación
- El futuro de la materia prima está pendiente de lo que decidan la OPEP y otros productores
El mercado tiene una cita este jueves con un nuevo cónclave monetario del Banco Central Europeo (BCE). Cualquier cambio será una sorpresa. Se da por hecho que continuará el dinero gratis y que se reafirmará el programa de compra de activos hasta marzo del próximo año y “más allá” si es necesario. Pero mientras se reúne en su cuartel general de Fráncfort, sus miembros también miran de reojo a Viena, sede de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), por el impacto que puede provocar en las expectativas de inflación de la zona euro.
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Para esta jornada, y ante la falta de expectativas de cambios, “será valioso el discurso del presidente del BCE, Mario Draghi, en un momento en el que hay especulaciones sobre una próxima reducción del tamaño de las compras (APP, por sus siglas en inglés), con la inflación en máximo de dos años, y con la hipótesis de Brexit duro cobrando protagonismo”, expone Daniel Pingarrón, analista de IG.
Los economistas de Bank of America, por su parte, esperan que el mensaje sea muy 'dovish'. Es decir, que tenga un sesgo blando que incluiría que “el tapering (retirada de los estímulos monetarios) no se ha discutido (como hizo Draghi en su última intervención ante el FMI), y enfatizará la intención del BCE de preservar el apoyo monetario”.
EL CRUDO ES LA CLAVE
La inflación de la zona euro está aquí para quedarse. La aportación de la energía es ahora menos negativa
“Haremos todo lo necesario para impulsar la inflación para cumplir con nuestro mandato”, reiteró Draghi el pasado 8 de septiembre en Fráncfort. Y éste no es otro que mantener controlada la inflación por debajo, pero cerca, del 2% en la zona euro. Algo que está lejos de suceder, con lo que la cita repetida hasta la saciedad de Draghi, que probablemente vuelva a pronunciar en esta reunión, ha exigido este año una vuelta de tuerca en los estímulos desde Fráncfort. El 10 de marzo el banquero italiano volvió a ponerse el disfraz de 'Supermario' para anunciar un aumento cuantitativo y cualitativo del QE, que pasó de 60.000 a 80.000 millones de euros mensuales con la incorporación de los bonos corporativos al abanico de activos que puede comprar en el mercado. El tipo de interés de referencia se redujo desde el 0,05% hasta el 0%, y los tipos de facilidad marginal de depósito, claves para el negocio bancario, desde el -0,3% hasta el -0,4%.
Desde entonces la inflación ha repuntado. Pero la evolución de los precios, aunque influida por la recuperación económica y la artillería del banco central, tiene una gran dependencia del peso del petróleo. El análisis del IPC no se puede entender sin el condicionante de los precios energéticos. En el caso español, por ejemplo, la última actualización del Instituto Nacional de Estadística (INE) realizada en 2012 elevó su peso hasta el 19,64% sumando productos energéticos y carburantes y combustibles, a lo que habría que añadir el impacto indirecto en otros componentes.
Así, cuando el 10 de marzo Draghi y los suyos se sacaron más estímulos de la chistera, el IPC se había situado en el -0,2% interanual en febrero en el conjunto de la zona euro, según las estadísticas de Eurostat. En febrero, como en los tres meses siguientes, los precios de la energía cayeron más de un 8% respecto a un año antes. El crudo estaba en su nivel más bajo en 12 años, cerca de los 30 dólares por barril, y esto impedía a la inflación repuntar.
Pero el crudo ha rebotado con fuerza hasta situarse en los 50 dólares durante el mes de septiembre, lo que ha reducido la caída de los precios energéticos a 'sólo' el 3%, mientras que el IPC escala al 0,4%, máximo de dos años. La tasa de inflación, si se excluye la energía, se sitúa en el 0,8%. Durante todo el año se ha movido entre este nivel y el 1%.
Los precios siguen muy lejos del objetivo del 2%, pero si la OPEP finalmente cristaliza el acuerdo sorpresa del mes pasado en Argelia en su reunión del 30 de noviembre en Viena en un recorte de producción, y mientras consigue que otros productores importantes como Rusia se adhieran, el banco central se verá obligado a actualizar sus previsiones de inflación. Y lo haría al alza. Por ahora, el BCE prevé que el IPC armonizado para el conjunto de la zona euro se sitúe en el 0,2% en 2016 y aumente hasta el 1,2% en 2017. En este aumento de los precios esperado para el próximo año, 0,4 puntos se explican por el impacto de la política monetaria, según la estimación del propio BCE.
REPUNTE DE LOS PRECIOS
Draghi confirmó estas proyecciones el 8 de septiembre, con el Brent, referencia en Europa, en 50 dólares. Después rebotó hasta el entorno entre los 52 y los 53 dólares en las últimas semanas, marcando máximos anuales. “La inflación de la zona euro está aquí para quedarse. La aportación de la energía es ahora menos negativa, y si el petróleo se mantiene por encima de los 50 dólares, la contribución pasará pronto a ser positiva con una inflación más alta”, anticipa Philippe Waechter, economista jefe de Natixis AM, que proyecta bajo esta premisa un IPC en el 0,5% a final de año. El gráfico construido por la gestora muestra cómo hay una correlación intensa en las dos últimas décadas salvo en el brusco cambio de ciclo de la economía entre 2008 y 2009.
El acuerdo de la OPEP no será una tarea fácil y ya estamos viendo las tensiones estallan entre algunos productores y se debate sobre la base de producción existente que se utilizará
“El petróleo ya está alterando las expectativas de inflación y de la política monetaria en el mercado”, indica Pingarrón. “Si el crudo continuase subiendo, hasta por ejemplo los 70 dólares, el BCE se vería obligado a poner fin a los estímulos antes de tiempo”, sostiene el analista de IG. Aun así, el experto considera más probable que el petróleo siga en torno a los 50 dólares a que escale hasta los 70.
Los expertos dudan de hecho de que el pacto llegue a buen puerto. "Dado que la OPEP nunca ha tenido cuotas individuales para los países miembros, no será una tarea fácil y ya estamos viendo las tensiones estallan entre algunos productores y se debate sobre la base de producción existente que se utilizará", arguye Nitesh Shah, analista de ETF Securities.
ADICCIÓN AL BCE
“El mercado ya contempla una retirada progresiva del QE durante el próximo año, aunque es algo que no está nada claro”, opina Paul Gurzal, gestor de La Française AM, que considera que es una mala noticia que se extiendan los estímulos porque la relación entre la política monetaria y la economía “está rota”. Algo que se debe a los bancos, “presionados por los tipos bajos”. Además, pone el acento en la perjudicial divergencia entre los rendimientos de los bonos de distintos países de la zona euro que se mantiene con la compra de activos, así como en los pobres rendimientos del ahorro en renta fija de los futuros jubilados.
Pese a estos peros que apuntan los expertos, los mercados han demostrado adicción a los estímulos del BCE. Los rumores ante una posible reducción del programa de compra de bonos ('taper') provocó el pasado 4 de octubre un brusco movimiento al alza del euro y ventas de títulos de deuda pública. Un ejemplo que anticipa que el proceso de desintoxicación no será fácil.