- La expansión del PIB global será del 3,5%, frente al 3,1% de 2016
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado una décima al alza su pronóstico de crecimiento para la economía mundial en 2017, cuando la expansión del PIB global será del 3,5%, frente al 3,1% de 2016, mientras ha confirmado su expectativa de crecimiento del 3,6% para 2018, cuando espera que sea más visible el impacto de las medidas fiscales de estímulo del Gobierno de EEUU, advirtiendo de que los riesgos para el crecimiento a medio plazo parecen claramente más negativos.
"La economía mundial cobró velocidad en el último trimestre de 2016, una tendencia que previsiblemente continuará (...) La aceleración que esperábamos desde hace un tiempo parece estar tomando cuerpo", señala el FMI en la última edición de su informe 'Perspectivas económicas mundiales", donde asegura que "las perspectivas mundiales se están despejando" y la economía podría estar en un punto de inflexión.
En cuanto a la zona euro, las nuevas previsiones del FMI auguran una expansión del 1,7% este año
Las nuevas proyecciones de la institución internacional apuntan a un crecimiento del 2% de las economías avanzadas en 2017 y 2018, mejorando en una décima las previsiones de enero para este año, mientras que mantiene sin cambios su pronóstico de crecimiento para las economías emergentes en el 4,5% este año y el 4,8% en 2018.
El FMI confía en que la actividad de las economías emergentes experimentará un marcado repunte porque las condiciones imperantes en los exportadores de materias primas sujetos a tensiones macroeconómicas mejorarán poco a poco, gracias a la recuperación parcial de los precios, mientras el crecimiento conservará el vigor en China y otros importadores de materias primas.
En el grupo de las economías avanzadas, se prevé que la economía estadounidense cobre ímpetu como resultado de una política fiscal expansiva, mientras en Europa, la recuperación cíclica contribuirá a mantener un crecimiento ligeramente superior al potencial durante los próximos años, aunque a mediano plazo es probable que el crecimiento se vea restringido por factores demográficos y por la debilidad de la productividad.
ESTÍMULO FISCAL EN EEUU
En el caso de EEUU, las previsiones del FMI apuntan a un crecimiento del 2,3% este año y del 2,5% en 2018, confirmando el pronóstico del pasado enero, pero mejorando medio punto porcentual de forma agregada las previsiones de octubre ante el impulso que la economía cobró durante el segundo semestre de 2016, gracias a la recuperación cíclica de la acumulación de existencias, el sólido aumento del consumo y la distensión prevista de la política fiscal.
En este sentido, el FMI señala que la orientación fiscal neutra proyectada para 2017 representa "una ligera distensión respecto de la que suponía en octubre de 2016", señalando que el pronóstico para 2018 supone "un estímulo fiscal considerable en Estados Unidos, resultado de la nueva política tributaria que aplicaría el gobierno federal".
De este modo, la institución supone que el déficit fiscal estadounidense habrá crecido 2 puntos porcentuales del PIB para 2019, lo cual implica un impulso fiscal equivalente a 1% del PIB.
"Hasta el momento, el nuevo programa de políticas previsto ha estimulado los mercados financieros y reforzado la confianza de las empresas, lo cual podría acelerar más el ímpetu actual", señala el FMI, advirtiendo de que, a más largo plazo, las perspectivas de la economía estadounidense son más moderadas porque el envejecimiento de la población frena el crecimiento potencial al 1,8%.
REINO UNIDO Y LA EUROZONA
En cuanto a la zona euro, las nuevas previsiones del FMI auguran una expansión del 1,7% este año, una décima más que en enero, mientras confirman las expectativas de crecimiento del 1,6% en 2018.
Este ligero repunte estaría respaldado, según la institución por una orientación fiscal levemente expansiva, condiciones financieras acomodaticias, un euro más débil y los efectos de contagio beneficiosos del probable estímulo fiscal estadounidense.
Sin embargo, el FMI advierte de que la incertidumbre política que suscitan las elecciones venideras en varios países, sumada a la incertidumbre en torno a la futura relación entre la Unión Europea y el Reino Unido, presuntamente afectarán la actividad.
A este respecto, el FMI prevé que la economía británica crezca en 2017 un 2%, medio punto porcentual por encima de su pronóstico de enero, mientras calcula que en 2018 Reino Unido crecerá un 1,5%, una décima más que su anterior pronóstico.
"Las perspectivas a mediano plazo de la zona euro en su conjunto siguen siendo poco halagüeñas, ya que el crecimiento potencial proyectado se frenaría por una productividad débil, factores demográficos desfavorables y, en algunos países, los problemas aún no resueltos del sobreendeudamiento público y privado, con un elevado nivel de morosidad", apunta el FMI.
En cuanto al Reino Unido, la institución apuesta por una materialización más gradual de lo previsto de los efectos negativos de la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea, incluyendo una pérdida de poder adquisitivo para los consumidores británicos tras la depreciación de la libra y su transmisión paulatina a los precios, así como el impacto de la incertidumbre en la inversión privada.
RIESGOS
A pesar de la ligera revisión al alza de las previsiones económicas globales, el FMI advierte de que "los riesgos continúan inclinándose a la baja", especialmente a mediano plazo, y las políticas están rodeadas de gran incertidumbre.
"Los riesgos para el crecimiento a mediano plazo parecen claramente más negativos entre otras razones porque Estados Unidos y China tendrán que replegar las medidas de estímulo para evitar una dinámica fiscal insostenible", señala la institución.
Entre los principales riesgos, el FMI advierte de la amenaza de un giro proteccionista de las políticas que lleve a los países a replegarse en sí mismos, así como alzas de los tipos de interés estadounidenses más rápidas de lo esperado, lo cual podría acelerar la contracción de las condiciones financieras mundiales y provocar una fuerte apreciación del dólar, con repercusiones desfavorables para las economías vulnerables.
Asimismo, la institución alerta contra un significativo repliegue de la regulación financiera, que podría estimular la asunción excesiva de riesgos y aumentar la probabilidad de crisis financieras y apunta el peligro de que acabe formándose un círculo vicioso entre la debilidad de la demanda, el bajo nivel de inflación, la fragilidad de los balances y el escaso crecimiento de la productividad en algunas economías avanzadas que operan con elevados niveles de sobrecapacidad.
Por otro lado, más allá de la economía, hay factores relacionados con tensiones geopolíticas, desavenencias políticas internas, riesgos generados por la mala gobernanza y la corrupción, fenómenos meteorológicos extremos, y terrorismo e inquietudes en torno a la seguridad.