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MADRID, 16 (EUROPA PRESS)

Los retos que plantean la debilidad económica, el envejecimiento y la transición verde y tecnológica, hacen necesarias reformas estructurales urgentes, pero la necesidad de alcanzar amplia aceptación social y la creciente resistencia pública han menguado sustancialmente el impulso para la introducción de medidas desde la gran crisis financiera, según señala el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La institución internacional afirma que el análisis del panorama histórico de distintos episodios muestra que el ritmo de los esfuerzos de reforma "se ha reducido a más de la mitad desde la crisis financiera mundial de 2008-09".

En este sentido, sostiene que una fracción sustancial de las reformas que se plantean "nunca se implementan" o se aprueban sólo después de diluirse en medio de la resistencia.

"A pesar de la clara necesidad de actuar, lograr una amplia aceptación social de los cambios de políticas ha sido a menudo un obstáculo importante, y los esfuerzos de reforma han menguado desde la crisis financiera mundial en medio de una creciente resistencia pública", reconoce el FMI.

En su análisis, el Fondo afirma que el contexto macroeconómico o político en el que se intentan las reformas a veces puede importar, pero no parece determinante, mientras que desvela que la resistencia a las reformas a menudo trasciende el interés económico personal y, en cambio, está profundamente arraigada en factores de comportamiento que incluyen percepciones, desinformación y déficit de confianza.

De este modo, sugiere las estrategias de información que aumentan la conciencia sobre la necesidad de reformas y corrigen la información errónea sobre las políticas y las percepciones erróneas sobre cómo funcionan pueden impulsar significativamente el apoyo a las reformas.

"En esencia, las reformas estructurales son cambios que modifican los derechos adquiridos y las rentas económicas con el objetivo de mejorar la asignación de recursos en la economía", resume el FMI, añadiendo que, inevitablemente crean ganadores (los beneficiarios de las ganancias de eficiencia) y perdedores (aquellos cuyas rentas o derechos adquiridos se ven afectados negativamente por las reformas).

Sin embargo, subraya que las implicaciones para la aceptabilidad de las reformas son menos sencillas que simplemente identificar ganadores y perdedores y, en última instancia, compensar las pérdidas.

Por estas razones, el informe concluye que las estrategias de información que conciencien sobre la necesidad de las reformas y corrijan informaciones y percepciones erróneas sobre las medidas y su funcionamiento pueden aumentar significativamente el apoyo a las reformas.

Sin embargo, para que las estrategias sean eficaces advierte de que no sólo se requiere una mejor comunicación por parte de las autoridades, sino que estas deben estar respaldadas por un marco institucional sólido que fomente la confianza y un diálogo bidireccional desde las primeras etapas del diseño de las políticas.

Asimismo, apunta que una consulta exhaustiva con todas las partes interesadas y el público es esencial para identificar medidas de mitigación que aborden las preocupaciones personales y sociales que socavan el apoyo a las reformas.

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