- Las autoridades estudian el impacto de la robotización de la economía
- Los robots anticipan una profunda transformación en los mercados laborales
Desde que Alan Turing abrió la puerta de la inteligencia artificial hace más de medio siglo, la tecnología no ha parado de avanzar con un objetivo claro: hacer las cosas más rápido, en mayor volumen y mejor que como lo haría una persona. Con cada vez más robots capaces de hacer el mismo trabajo que un humano por menos dinero, se abre una pregunta: ¿será sostenible el sistema de seguridad social tal y como se plantea actualmente?
Según estudio reciente de la empresa de investigación Forrester, para 2021 los robots habrán eliminado un 6% de los empleos en Estados Unidos.Teniendo en cuenta que ahora hay 151,9 millones de trabajadores en la mayor economía del mundo, esa sustitución alcanzaría los 9,1 millones de puestos de trabajo.
Constructores robóticos de coches, oficinas de turismo inteligentes, contestadores que sustituyen a teleoperadores, el ayudante de iPhone, Siri, que actúa como asistente personal, son algunos ejemplos de cómo las máquinas y la inteligencia artificial van ganando terreno a tareas normalmente desempeñadas por personas.
La sustitución de personas por robots, al menos en las tareas más sistemáticas, parece ser algo que llegará con seguridad, teniendo un fuerte impacto en los modelos fiscales actuales. Un robot puede trabajar 24 horas 7 días a la semana y, además, no necesita tiempo libre. Si se mira por el lado del empresario, es una apuesta clara. Además, solamente teniendo en cuenta el componente fiscal, el robot resulta mucho más barato, pues no paga aportaciones a la seguridad social, IRPF y demás impuestos.
El debate, por lo tanto, está en el aire. Y desde los organismos europeos ya trabajan para poder regular el cambio que se avecina en la economía mundial por el tremendo impacto que puede tener en las condiciones de trabajo y la política fiscal de los países.
UNA LEY PARA REGULAR SU ACTIVIDAD
Según datos de la Comisión Europea, la compra de robots crece desde 2010 a un ritmo superior al 17% anual y plantean que junto a la inteligencia artificial desatarán “una nueva revolución industrial”. Esta situación ha llevado incluso al organismo europeo a poner sobre la mesa un borrador destinado a regular la actividad de los robots.
En este nuevo proyecto de ley la premisa es clara: más allá de los beneficios que la tecnología y los robots pueden traer a la sociedad, existe la necesidad de regular un proceso que está cambiando la sociedad y el mercado laboral. Por tanto, deberá incluir una serie de principios que se deberían tener en cuenta a la hora de desarrollar nuevos robots o formas de inteligencia artificial.
Aquí es donde entra en juego una de las claves de esta legislación. La posibilidad de que los robots paguen impuestos que contribuyan al sistema de seguridad social, apoyando así la caída de los ingresos por la expulsión de personas del mercado laboral y valorando la inclusión de una renta básica universal. Este término ha generado una gran controversia en el marco político español en los últimos tiempos y era uno de los puntos estrella defendido por Podemos en sus inicios.
UN SISTEMA DE PENSIONES INSOSTENIBLE
Atendiendo a la situación particular de España, el debate cobra sentido porque el actual sistema de seguridad social está consumiendo la ‘hucha de las pensiones’. El fondo de reserva está cada vez más vacío y una situación en la que el número de ocupados sea cada vez menor podría resultar en el colapso del sistema actual.
De este Fondo de Reserva de pensiones, que llegó a alcanzar los 66.814 millones de euros al cierre de 2011, quedan 24.616 millones. Siguiendo el ritmo actual, en el que el estado necesita disponer de unos 9.000 millones cada vez que hay una paga extra, la ‘hucha’ se habrá vaciado para finales de 2017.
Según los datos pronosticados por el Foro Económico Mundial a principios de año, entre 2015 y 2020 desaparecerán 5,1 millones de trabajo en el mundo. Con una población española cada vez más envejecida, según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE), la irrupción de los robots añadirá otro escollo a superar por parte de los legisladores.
“La situación actual de pensiones es insostenible y no queda más remedio que actuar y efectuar cambios aunque tenga coste político”, señala Lydia Campos, directora del Máster de Fiscalidad de Escuela de Finanzas. Además, la experta en seguridad social destaca que el sistema actual necesita modificarse. “Estos cambios pueden ser de varios índoles, rebaja de la pensión, incremento en los años de cotización o incluso ser más profundos cambiando nuestro modelo a un sistema privado tipo Chile, o un sistema mixto”, comenta.
Vicenç Gómez, investigador del departamento de Tecnologías de la Información y la comunicación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (UPF), denuncia que en España “la inversión pública en investigación en general es cada vez peor. Cada vez hay menos presupuesto dedicado a la investigación y desarrollo, y muchas veces se camuflan como tal cosas que no lo son”.
En su grupo de investigación de la UPF trabajan en desarrollar algoritmos de planificación, aprendizaje automático y análisis estadístico de datos complejos.
El investigador señala que la tendencia en la robótica se está enfocando en general en robots de servicio: medicina y sanidad (robots que ayudan al cirujano, por ejemplo), asistencia a las personas con discapacidades, personas mayores o dependientes.
¿DE VERDAD DESTRUIRÁ EL EMPLEO QUE SE DICE EN LOS ESTUDIOS?
Históricamente, no está probado que la automatización de procesos haya reducido el nivel de empleo. En el pasado, los datos demuestran que los incrementos de productividad han llevado a tasas más altas de producción y de ingresos. De hecho, en la mayoría de los casos se han creado trabajos que compensaban a los destruidos inicialmente. Un ejemplo es Alemania, que tiene el tercer puesto en tasa de densidad de robots y la población de estos sigue aumentando año a año con una tasa de paro cada vez menor.
Un reciente estudio de la Universidad de Stanford, en EEUU, llamado “Artificial Intelligence and Life in 2030”, habla sobre la dificultad para poder cuantificar cuál será el efecto de este cambio.
Destaca la clara sustitución hacia la que apuntan determinados trabajos, como los de conductor de taxi o camión, pero deja clara su apuesta por que el resultado final desembocará en la creación de “nuevos trabajos que actualmente son difíciles de imaginar”. Además, señalan que el avance de la inteligencia artificial resultará en unos menores costes de determinados bienes y servicios, lográndose nuevos mecanismos de creación de riqueza, en los que “todos deberíamos tener derecho a una porción de los frutos generados por la inteligencia artificial”.
Vicenç Gómez destaca que la pérdida de trabajos va a ser más significativa en trabajos mayormente repetitivos, donde el conocimiento de un experto sea fácilmente implementable o donde se eliminen barreras debido a un cambio tecnológico. Como ejemplos destaca servicios de telemarketing, cajeros de supermercado o vendedores “la compra online va a crecer mucho y eso tendrá efectos en trabajos relacionados con comercio tradicional, administrativos, agencias de viaje, recepcionistas o repartidores” señala.
A pesar de que la irrupción de la inteligencia artificial no destruyera empleos, lo que sí está claro es que cambiará el modo en el que funciona el mercado laboral actual. Con cada vez más empleos destinados a aprovechar estas herramientas de automatización y análisis, como el Big Data, se han abierto un abanico de posibilidades en ramas como el marketing, la medicina o la estrategia empresarial difíciles de imaginar hace sólo unos años.