- Dice que lo principal para tener una carrera exitosa como la suya es no hacer estupideces
Irene Bergman es una leyenda en Wall Street. La casi centenaria corredora de bolsa, que todavía hoy sigue asesorando a inversores en la Bolsa de Nueva York, ha hablado de su fructífera carrera profesional y ha dado algunos consejos a los nuevos brokers para que tengan éxito. Lo principal, dice, es no hacer estupideces.
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Bergman, de 99 años, es asesora financiera en la firma Stralem Co, donde trabaja desde 1973 y para ella, tal y como recoge El País, es un honor ser una de las profesionales más longevas en actividad, y más teniendo en cuenta que se trata de un sector dominado por hombres.
Bergman, de 99 años, es asesora financiera en la firma Stralem Co, donde trabaja desde 1973
Para homenajearla por su cumpleaños, que será el próximo domingo 2 de agosto, la broker ha sido invitada a tocar la campana que abrirá una sesión en Wall Street, aunque la fecha aún no ha sido fijada. Se convertirá así en una de las personas de más edad en hacerlo: "Es un honor que nunca hubiera esperado".
A su juicio, aunque muchos inversores se obsesionan actualmente con obtener ganancias rápidas, ella cree que es mejor esperar como mínimo tres años, o incluso más, antes de evaluar las participaciones en empresas. No obstante, se muestra abierta a cambiar su teoría y dice que si una investigación a fondo recomienda un cambio de cartera, hay que tener valor y realizar los cambios propicios.
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VISIÓN RETROSPECTIVA
Bergman asegura que "cuanto más tiempo se lleva en el negocio, más pesimista se vuelve uno", tras lo que añade ahora las acciones son demasiado caras. No obstante, presume de poder tener una visión retrispectiva sobre lo ocurrido: "También puedo volverme alcista ya que, cuando miro una acción, puedo imaginarme dónde estaba hace 40 años".
"Ahora todo es mucho más competitivo, hay muchos más puñales escondidos"
"Ahora todo es mucho más competitivo, hay muchos más puñales escondidos", indica la centenaria bróker, que no obstante reconoce que y recurre a sus colegas en Stralem, incluido el presidente Hirschel Abelson, cuando necesita realizar una investigación sobre determinados títulos y valores.
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UNA MUJER EN UN MUNDO DE HOMBRES
Irene Bergman tuvo claro desde pequeña a qué se quería dedicar. Su padre trabajaba en banca privada en la Bolsa de Berlín, algo que a ella le gustaba y le llamaba la atención. Fue la primera mujer en alcanzar un puesto en ese mercado, aunque su carrera se truncó después de que los nazis expulsaran a su familia judía primero de Alemania y luego de Holanda.
Finalmente, se instalaron en Estados Unidos y en 1942 Bergman empezó a trabajar como secretaria en un banco. Quince años más tarde se incorporó a Hallgarten Co., una firma de la bolsa de Nueva York. "Las mujeres no eran muy populares en Wall Street", recuerda.
Tras ello trabajó para Loeb Rhoades Co. y en 1973 entró en Stralem, donde ha desarrollado gran parte de su carrera. "Fue el primer lugar donde me trataron como una igual". Actualmente en Stralem tiene a su cargo activos por casi 2.000 millones de dólares y maneja una estrategia centrada en identificar acciones "de primera" y "baratas". También administra dinero para entidades y cuentas individuales, de las cuales 11 son suyas, y forma parte del comité de inversiones de la firma.
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SUS CONSEJOS, MUY VALORADOS
A Bergman la experiencia de la posguerra de su familia le influye, y mucho, a la hora de aconsejar a los inversores. A su familia le costó una década recuperar su fortuna tras la llegada a Nueva York, ya que había sido congelada por las autoridades estadounidenses y holandesas, y es por ello que insiste en la importancia de salvaguardar los fondos.
En Starlem "fue el primer lugar donde me trataron como una igual"
En su opinión, un punto positivo para los inversores de hoy es la capacidad de vender grandes bloques de acciones rápidamente. Hace años, dice, habría llevado a Stralem una semana ejecutar una orden grande y ahora se tarda horas o días. Sin embargo, señala que la velocidad tiene "grandes desventajas". En algunas ocasiones, "las personas comercian con lo que no deben y hacen las cosas demasiado rápido".
Su cautela se ha traducido en una cartera de clientes leales. Según Philippe Labaune, jefe de operaciones de Stralem, en casi 20 años en la empresa nunca la ha visto perder una cuenta. Sólo se cancelaron algunas cuando sus dueños murieron.
"En este negocio se tiene que conseguir la confianza de los clientes", dice Bergman. "No se trata de tener clientes durante tres semanas, tienen por lo menos que quedarse tres años. Se necesita ese tiempo para saber si estás haciendo un buen trabajo".
Aunque hay una inversión que sí dejó escapar: Apple. "Me perdí de Apple totalmente", reconoce. "Apple fue demasiado para mí". Lo que la lleva a dar otro consejo: tome sus propias decisiones. "Siempre me gusta hacer lo que quiero hacer, y así será culpa mía", dice. "No puedo culpar a nadie más".
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