El Consejo General de Economistas ha estimado que el crecimiento económico de España para 2022 se situará en el 5,6%, manteniendo así sus anteriores previsiones. Eso sí, advierte de los peligros de que se mantenga la inflación estructural.
El año 2021, que comenzó su andadura optimista por el inicio de la vacunación contra el Covid-19, llega a su fin con la sexta ola en su máximo apogeo en nuestro país. La llegada de la vacuna y el alto índice de vacunación, junto con la finalización de las restricciones de movilidad, les hicieron prever una vuelta a la normalidad y al dinamismo de nuestra economía.
Los datos de contabilidad nacional del tercer trimestre adelantados en el mes de octubre se antojaron demasiados bajos, al considerar que no estaba reflejado el turismo, que, aunque no había alcanzado las cifras anteriores a la pandemia, sí estaban repuntando, al menos el turismo nacional. Por ello, para el Consejo General de Economistas ha sorprendido los datos definitivos de contabilidad nacional publicados por el INE el pasado día 23 de diciembre.
En cuanto a cuarto trimestre, en el que se esperaba un cierto repunte de la actividad, la nueva variante Ómicron ha provocado la ralentización brusca de la incipiente recuperación de la economía a nivel mundial. En el caso de España, esta sexta ola –con una incidencia de 1.775,27 contagios– está provocando bajas laborales, personal confinado, y la adopción de medidas restrictivas relacionadas con el ocio, que hacen que la actividad económica se esté contrayendo.
Por ello, se espera que el crecimiento del último trimestre del año se sitúe entre el 1,8% y el 2%, y 2021 cierre con un crecimiento en torno al 4,7%, como apuntábamos en las previsiones de noviembre.
UN COMIENZO DE AÑO ALGO COMPLICADO
El crecimiento del primer trimestre de 2022 se espera que sea plano, debido en parte a la falta de inercia de este último trimestre de 2021, y al elevado incremento del IPC, –6,7% en tasa interanual, el mayor de los últimos 30 años–. En el mes de diciembre, el IPC se ha incrementado un 1,2%, debido fundamentalmente a la subida del precio de la electricidad y, en menor medida, al aumento de los precios de la alimentación, según el Consejo General de Economistas.
No obstante, preocupa el incremento que está sufriendo la inflación subyacente, que no tiene en cuenta en incremento de precios de los productos energéticos ni de los alimentos no elaborados, que ha sido de 2,1%, cuatro décimas más que en el mes anterior.
Indican que, desde el mes de junio, que era del 0,2%, está registrando subidas considerables todos los meses. El aumento de los precios de los productos energéticos está siendo repercutido por parte los productores, lo que está influyendo en los precios del resto de los productos. Esto hace que el incremento de la inflación ya no sea coyuntural, sino que, en parte, sea estructural.
Para los economistas, el problema del encarecimiento de los bienes, unido a que los salarios están creciendo a un ritmo inferior podría provocar una contracción del consumo interno y una pérdida de competitividad en las exportaciones, fundamentalmente si el diferencial con nuestros principales mercados se ensancha. Hay que tener en cuenta que el crecimiento del IPC de la zona euro en noviembre fue del 4,9% mientras que el de España fue de 5,5%, es de decir 6 puntos más.