- En el ultimo año el yuan cae un 6,7% frente al dólar y un 9% contra el euro
- El impacto en los mercados ha sido mucho menor de lo que esperaban los expertos
Ha pasado un año desde que el Banco Popular de China (PBoC) removió los cimientos de las finanzas mundiales. El 11 de agosto de 2015, ejecutó la mayor devaluación del yuan desde los años 90 y anunció que, en adelante, su tipo de cambio dependería más del mercado. Un año después, el mundo sigue muy pendiente de la política cambiaria de Pekín.
En este último año, la divisa china ha seguido perdiendo valor contra las principales monedas del mundo, aunque a un ritmo más moderado de lo que se había temido. El yuan se ha depreciado contra el dólar un 6,7% hasta los 6,66 yuanes a cambio de un dólar. En su cuerpo a cuerpo con el euro, la divisa china se apreció contra la moneda comunitaria hasta diciembre, sin embargo, a partir de ahí su valor contra la moneda europea ha ido cayendo hasta los 7,37 yuanes por euro, lo que supone una depreciación del 9% en el último año. En su comparación con su principal par asiático, el yen japonés, la caída del yuan ha sido del 31,5% desde hace doce meses.
A VUELTAS CON LA DESACELERACIÓN
Desde la devaluación de agosto de 2015, el tema de la desaceleración china ha sido una de las principales preocupaciones del mercado. En los últimos datos publicados sobre comercio exterior, las exportaciones chinas han vuelto a caer y en su valoración en dólares retroceden un 4,4% con respecto al mismo periodo del año anterior.
El petróleo Brent ha pasado en este año de 112 a 46 dólares, una caída de casi el 60%
Por otro lado, las importaciones denominadas en dólares también han caído en julio un 12,5%. Este dato es otra muestra de la desaceleración del país y está repercutiendo directamente en los precios de las materias primas que, desde la devaluación del yuan en 2015, no han parado de caer. En el caso del petróleo Brent, de referencia en Europa, ha pasado en este año de 112 a 46 dólares, una caída de casi el 60%.
Son numerosos los analistas que defienden que China debe devaluar su moneda para frenar la caída de las exportaciones y mejorar el crecimiento económico. De hecho, el yuan se ha depreciado durante este tiempo más de un 7% y desde el año 2014 su valor no ha parado de caer. Al gigante asiático le favorece esta depreciación del yuan, ya que sin esta, los datos sobre comercio exterior podrían haber sido aún peores, pero, según los datos, lo que verdaderamente parece preocupar al Banco Popular de China es la salida de capitales provocada por un yuan más débil.
Las autoridades del gigante asiático se han empleado a fondo para evitar una caída desordenada de su moneda
Para contrarrestar el efecto de esta fuga de capitales y contener la fuerte presión bajista que ejercía sobre el yuan, las autoridades del gigante asiático se han empleado a fondo para evitar una caída desordenada de su moneda. En el último año, Pekín ha “quemado” más de un 11% de sus reservas -más de 300.000 millones de dólares- para defender al yuan y desde mediados de 2014, sus reservas de divisas extranjeras han bajado un 24%, hasta los 3,2 billones de dólares.
EXPORTANDO DESINFLACIÓN
La continua depreciación que ha vivido la divisa china, unida a la caída del precio de las materias primas, ha servido para crear el cóctel perfecto para exportar desinflación al mundo. El gigante asiático es el mayor exportador mundial y el descenso en sus costes de producción también se ha trasladado a unos precios de las exportaciones más baratos, impidiendo a los bancos centrales mundiales crear inflación incluso con tipos de interés negativos.
Signo de esto es que, desde enero de 2016, el PBoC prácticamente no ha intervenido en la cotización de su divisa, dejando que el yuan se deprecie contra el resto de monedas mundiales. De hecho, esta debilidad de la moneda china podría hacer pensar que se aproxima una posible ola de devaluaciones competitivas de los demás países asiáticos.
¿ES POSIBLE UNA GUERRA DE DIVISAS EN EL PACÍFICO?
Korea está en una situación muy parecida a la de China, y los koreanos no tienen muy buen recuerdo de la política activa de control de cambio llevada a cabo durante la crisis de las divisas asiáticas de 1997 y desde entonces, han seguido una política de no intervención. Por su parte, Hong Kong está totalmente comprometido a intentar mantener su tipo de cambio. De hecho, tampoco devaluó su moneda en 2008, cuando un gran número de observadores pensaban que debía hacerlo.
Taiwan y Singapur sí que intervienen activamente en los mercados de divisas pero incluso estando dispuestos a entrar en una guerra de divisas, según los expertos, es bastante improbable que se arriesguen a sacrificar otros objetivos, no menos importantes, como la inflación o los efectos sobre importadores y exportadores.