
El resultado de las elecciones en Alemania abre el camino a un cambio de gobierno en el país. La CDU y su hermana bávara CSU han ganado los comicios y podrán gobernar en una gran coalición con el SPD. Sin embargo, este futuro cambio político podría resultar decepcionante. El regreso a la senda del crecimiento económico alemán no se espera hasta 2026.
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Independientemente de cómo sea el próximo gobierno, "mucho dependerá de la voluntad de los partidos y de los principales políticos dejar atrás los intereses personales y partidistas y centrarse en sacar a la economía de su estancamiento estructural. Esto también implicaría dejar atrás algunas vacas sagradas políticas", comentan los analistas de ING.
Consideran que la reactivación de la llamada 'gran coalición' podría traer consigo recortes de impuestos para los hogares y las empresas sin recortes en los gastos sociales, así como cierta desregulación.
"Es poco probable que se produzcan cambios radicales en el freno de la deuda, pero debería ser posible crear un vehículo especial para la financiación de infraestructuras y defensa. Alemania podría incluso abrirse a más iniciativas europeas para financiar los gastos de defensa e infraestructuras", dicen.
Y destacan que el efecto psicológico positivo del cambio de liderazgo político podría verse rápidamente contrarrestado y atenuado por las complicadas negociaciones de coalición. Ven que "existe un alto riesgo" de que el anhelo de una reestructuración significativa de la economía alemana dure mucho más: "Es difícil ver que el próximo gobierno pueda ofrecer mucho más para la economía que un impacto positivo de corta duración de algunos recortes de impuestos, pequeñas reformas y un poco más de inversión".
Coinciden en esta visión en Julius Baer, donde opinan que el cambio político podría resultar decepcionante. "Las elecciones federales de Alemania darán lugar a un cambio de gobierno, en el que el partido conservador CDU/CSU se convertirá en el partido más importante y estará en condiciones de formar una coalición con el SPD. Un nuevo gobierno liderado por conservadores tendrá la oportunidad de abordar algunos de los problemas económicos adversos de Alemania, como la escasez de inversiones y los altos costes laborales", exponen.
Sin embargo, ven que "el papel del cambio político podría fácilmente deslucirse". La economía alemana "padece una serie de problemas estructurales, así como obstáculos cíclicos, como un aumento significativo de los costes laborales".
Un nuevo gobierno liderado por conservadores tendría la oportunidad de abordar al menos algunos de los problemas estructurales, como impulsar la inversión pública relajando las normas actuales sobre la deuda, dada su postura fiscal ortodoxa, "lo que debería evitar que los votantes desconfíen de que la política fiscal se convierta en despilfarro, una promesa de la que carece el SPD".
En su caso, reconocen no albergar muchas esperanzas de que un cambio de política pueda contribuir a revertir el envejecimiento de la población o la escasez de trabajadores cualificados. "Lo mismo se aplica a la regulación, que todos los partidos prometen reducir hasta llegar al gobierno. Sigue sin estar claro cómo se podrían estimular las inversiones que mejoren la productividad. Si bien durante la campaña electoral se habló de subsidios a la inversión directa e impuestos corporativos, no está claro si un nuevo gobierno podrá encontrar fondos suficientes para estas medidas", añaden.
Esperan que el retorno al crecimiento económico llegue en 2026 y que la moderación de los acuerdos salariales generen fuerzas desinflacionarias.
Para Barclays, dada la debilidad de la economía alemana y la posición de la nueva administración estadounidense sobre comercio y política exterior, "cualquier posible gobierno de coalición estará de acuerdo en la necesidad de un uso más activo de la política fiscal y la flexibilización de la postura fiscal. Sin embargo, los socios de la coalición probablemente estarán en desacuerdo sobre el tamaño de la flexibilización fiscal y sobre su composición".
Recogen que una coalición bipartidista con la CDU/CSU y el SPD "sesgaría la composición de la expansión fiscal hacia recortes de impuestos e inversión en defensa". Prevén que bajo esta coalición bipartidista los partidos tengan una actitud más pro-crecimiento y que una relajación del freno a la deuda (aunque sea temporalmente) probablemente sea vista como algo positivo.
Por su parte, en DWS señalan tres puntos en cuanto a las implicaciones de política económica. En primer lugar, "es probable que al nuevo Gobierno le resulte muy difícil aprobar las enmiendas constitucionales en ambas cámaras del Parlamento" y, al menos a corto plazo, "esto limita las posibilidades de modificar las normas fiscales autoimpuestas por Alemania, conocidas como el freno a la deuda". Ven probable que Alemania siga cumpliendo la legislación de la Unión Europea (UE), "lo que también limita el margen de maniobra fiscal".
En segundo lugar, "la necesidad de llegar a compromisos durante las negociaciones de coalición y más allá limitará los logros de Friedrich Merz en ámbitos como la reducción de impuestos y la burocracia. Por tanto, abordar los principales problemas económicos estructurales de Alemania sigue pareciendo una tarea de enormes proporciones".
En tercer lugar, los principales responsables políticos sienten una urgencia tangible, sobre todo ante la presión internacional. "No hay que descartar todavía un largo periodo de incertidumbre. Pero esto podría allanar el camino para la formación de una coalición relativamente fluida, lo que podría constituir una modesta sorpresa positiva para los mercados".
Por último, la visión de los expertos de abrdn es que Merz heredará un modelo económico en dificultades y una serie de retos geopolíticos. Creen probable que su agenda política se centre en los recortes fiscales y la desregulación, los costes de la energía y la seguridad del suministro y la posición europea en materia de defensa.
Para ellos, el resultado de las elecciones "hace improbable la reforma del freno de la deuda, ya que los partidos mayoritarios no pueden reunir los dos tercios de los escaños necesarios", pues la reforma constitucional resulta complicada por una posible minoría de bloqueo de un tercio en el Bundestag, ya que Alternativa para Alemania (AfD) y Die Linke suman 215 escaños.
"Mientras que la AfD se opone a cualquier reforma del freno de la deuda, Die Linke está abierta a una reforma que aumente el gasto en inversión, pero se opone a un mayor gasto en defensa". Sin embargo, "el resultado depende en gran medida de las negociaciones en torno a la coalición y, en última instancia, de si Merz es capaz de innovar en política para impulsar reformas favorables a las empresas y establecer una financiación que respalde el futuro gasto en defensa, el apoyo a Ucrania y la política energética", añaden.