Los Veintisiete se reúnen en Bruselas este domingo para avalar el preacuerdo del Brexit y el pacto sobre la relación futura que mantendrán Londres y Bruselas una vez de materialice el divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea (UE). Las protestas del Gobierno español sobre el status de Gibraltar tras el abandono de Londres del club europeo han agitado un encuentro que se había considerado un mero trámite.
Pero la amenaza de veto del presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, es más bien simbólica ya que carece de valor jurídico, por lo que el mercado sigue enfocándose en el paso del Brexit por el Parlamento Británico. Esta es la cita que preocupa realmente a los inversores, la votación en la Cámara de los Comunes, donde se espera que los diputados torpedeen el acuerdo de la primera ministra británica, Theresa May. Pero antes de llegar a este punto de inflexión en el proceso de salida del bloque comunitario, debe obtener el respaldo de los líderes europeos, una mera formalidad que se ha torcido, después de las protestas españolas y las reticencias de otros países sobre otros puntos como la pesca.
Los analistas creen que España finalmente dará su brazo a torcer y países como Holanda y Francia, que habían puesto el acento en el acceso de los barcos pesqueros a aguas británicas, no presentan una amenaza. Sus expectativas son positivas, aunque expertos como David Cheetam de XTB destacan el escepticismo que suscita el acuerdo de esta semana en la industria pesquera.
Un veto en solitario de España el día 25 no serviría para nada en la votación posterior sobre el acuerdo de divorcio
Además, aunque el voto de Sánchez sea en contra, minimizan los efectos de una declaración únicamente política, ya que el procedimiento de salida impide que ningún país de la Unión pueda frenar de forma unilateral el proceso en ningún momento. No obstante, el Consejo Europeo, que reúne a los jefes de Estado y Gobierno, suele tomar sus decisiones por unanimidad, por lo que la negativa española dañaría la imagen de unidad de la UE que tanto se ha trabajado Bruselas y pondría en entredicho el texto.
Más adelante, el Tratado de salida será aprobado formalmente, y esto sí podría hacerse por mayoría cualificada reforzada de los 27, según el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea (20 Estados que representen el 65% de la población, en votación en el Consejo de la UE). Un veto en solitario de España, por tanto, no serviría para nada en la votación final sobre el acuerdo de divorcio, pero sí tendría graves repercusiones diplomáticas. Por este motivo Naeem Aslam, de Think Markets, no echa las campanas al vuelo y recuerda que el escenario de un 'Brexit duro' sigue sobre la mesa.
¿QUÉ SE VOTA?
El ejecutivo comunitario no es ajeno a que el cónclave que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, quería que se despachara con celeridad tiene todas las papeletas de torcerse. Por este motivo ha puesto toda la carne en el asador para garantizar su éxito. De hecho, las protestas de varios países sobre los puntos antes mencionados y sobre la frontera con Irlanda del Norte -asunto resuelto en el borrador de la declaración firmado el miércoles- han dificultado el avance en el texto conjunto que debe salir de los Veintisiete.
Para ratificar el documento de veintiséis páginas que May pactó con los estamentos europeos, España exige "claridad suficiente sobre las implicaciones jurídicas y políticas del artículo 184", en el que se apunta que la UE y Reino Unido deberán negociar de manera "expeditiva" las condiciones de la nueva relación, sin mencionar la situación particular de Gibraltar. La 'premier' insiste por su parte en conceder a la colonia el mismo trato que al resto del Reino, mientras que Sánchez solo acepta que, en lo sucesivo, los aspectos tocantes al peñón se acuerden de forma bilateral entre ambos países y no con Bruselas como voz autorizada para la negociación.
Al margen de Gibraltar, según el ya mencionado borrador aborda la futura relación comercial entre Reino Unido y la UE. E incluiría una “asociación ambiciosa, amplia, profunda y flexible” y la posible eliminación de las controvertidas contramedidas con respecto a la frontera irlandesa.
La primera ministra ha defendido el texto porque, en su opinión, cumple los objetivos fundamentales del Brexit: poner fin al libre movimiento de ciudadanos de la Unión, a la jurisdicción del Tribunal de Justicia de la UE. Y porque en la futura relación comercial Londres recuperará la soberanía de la política agrícola y pesquera. No obstante, fuentes comunitarias indican que la cuestión de la pesca se ha estado trabajando entre los estados desde el jueves.
El domingo, a partir de las 9:30 horas se iniciará la cumbre de líderes de la UE. Después, tanto el jefe negociador de la UE, Michel Barnier, como el Gobierno de Downing Street, seguirán trabajando para una "salida ordenada", con la mirada puesta en Westminster, donde se librará la última batalla.