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La irrupción del Covid-19 modificó los hábitos y costumbres de buena parte de la sociedad, y uno de los cambios que introdujo fue un aumento de la filantropía, que atraviesa un boom desde hace tres años, lo que muestra que "no es una respuesta temporal a la pandemia, sino un cambio hacia una nueva 'normalidad'", como indican los analistas de Citi.

Además de su aporte humano, desde la firma señalan que este hábito supone "una contribución extraordinaria pero subestimada a la economía global cada año", gracias al auge que están viviendo prácticas como las donaciones o los voluntariados.

Además, la filantropía se ha vuelto "menos uniforme" en los últimos años, en los que el total de dólares destinados a organizaciones benéficas en Estados Unidos "disminuyó después de un auge relacionado con la pandemia", mientras que "las donaciones se recuperaron en el Reino Unido, impulsadas en gran medida por la respuesta de los donantes a la crisis en Ucrania".

"Si hay alguna característica uniforme del acervo total de filantropía en los últimos años, es la volatilidad: los ingresos totales de organizaciones benéficas han oscilado entre crecimiento y declive en los últimos años, aunque en diferentes momentos en diferentes países", aseguran desde Citi.

También se ha convertido en algo "más democrático", puesto que "cada vez más personas dedican su tiempo y dinero al servicio de la sociedad", gracias en parte a "la creciente facilidad con la que los extraños pueden darse unos a otros, mediada por nuevas tecnologías como plataformas de 'crowdfunding'".

Al mismo tiempo, las actividades de caridad se desenvuelven cada vez más lejos del amparo de las organizaciones no gubernamentales (ONG), debido a una "baja confianza" en estas instituciones que "podría estar alejando a los posibles donantes de organizaciones formales sin fines de lucro".

Otro de los cambios experimentados en los últimos años se encuentra en su división territorial, con mayor peso para países que tradicionalmente no solían mostrar un gran interés por la filantropía.

"Antes de la pandemia, una proporción significativamente mayor de la población en Europa occidental, junto con la de Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda realizó acciones prosociales (40%), en comparación con el 30% en el resto del mundo. Gran parte del crecimiento de estas acciones se ha registrado fuera de estos países tradicionalmente filantrópicos, y la brecha entre grupos de países quedó sustancialmente cerrada por los avances logrados en 2021 y 2022", destacan.

De esta manera, los datos muestran que en EEUU y algunos países europeos, "la proporción de la población que da a la caridad y el voluntariado ha estado disminuyendo". En la primera economía del mundo, "el número de donantes disminuyó en alrededor del 4,5% durante la pandemia, aunque la cantidad promedio concedida aumentó más del 200% al mismo tiempo".

"El crecimiento de las donaciones fuera de Europa y América del Norte refleja dónde está la confianza en las ONG ahora más alta. El nivel más alto de confianza se encuentra en China, Kenia, India y Nigeria, que históricamente no han donado una alta proporción de su PIB a organizaciones sin fines de lucro organizadas (aunque algunos de ellos han tenido altos índices de donaciones comunitarias directas a través de prácticas religiosas como la práctica islámica del Zakat)", indican.

UNA BASE MÁS RICA E INSTITUCIONAL

Los analistas de Citi explican que la caída de la base de donantes individuales en EEUU se debe, principalmente, a dos factores: "Un cambio hacia donantes individuales más ricos y una mayor institucionalización de la base de donantes".

"Parte de este cambio hacia grupos más ricos puede atribuirse a la situación económica: un estudio sobre el comportamiento de las donaciones durante la pandemia indicó que la mayor razón por la que la gente no dio fue por las presiones económicas, seguida por el hecho de que no se les pidió que donaran en un distante segundo lugar", subrayan.

Además, "las donaciones caritativas están pasando de las personas a las corporaciones y, más aún, sustancialmente, fundaciones". En 1982, los individuos constituían el 90% de las donaciones caritativas totales en EEUU, una cifra que cayó hasta el 73% en 2022.

En relación a estos cambios, desde la firma consideran que "a medida que las donaciones se vuelven más institucionales y los dólares caritativos provienen cada vez más de empresas y fundaciones, las asociaciones efectivas con empresas crecerán en importancia".

También observan "valor que desbloquear del sector sin fines de lucro a medida que las empresas miran hacia un propósito social", por lo que "cultivar alianzas con beneficios recíprocos será clave".

"Las organizaciones sin fines de lucro también podrían considerar una transición hacia el liderazgo local o una evolución de sus estructuras de gobernanza hacia la toma de decisiones local en los países en los que operan", destacan.

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