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Central de ciclo combinado de gas natural de Amorebieta.AXPO - Archivo

Estados Unidos y la Unión Europea cerraron la semana pasada un acuerdo por el que el país presidido por Joe Biden suministrará a la UE hasta 15.000 millones de metros cúbicos adicionales de gas natural licuado (GNL) antes de finales de 2022. El objetivo no es otro que reducir la dependencia energética de Rusia, ya que el bloque se apresura a reducir las importaciones rusas en dos tercios este año. Sin embargo, los expertos señalan que no todo en este acuerdo es de color de rosa.

“El problema es que el acuerdo tiene pocos detalles y no aborda los retos fundamentales para aumentar el suministro, en concreto las limitaciones de la capacidad de exportación en EEUU, las limitaciones de la capacidad de importación en Europa y la limitación de nuevas capacidades prácticas de GNL a nivel mundial hasta 2025”, han señalado desde Bank of America (BofA), a la vez que indican que no ven “ninguna solución rápida para cumplir los objetivos de (el plan) REPowerEU de pivotar hacia el GNL” o de “desplazar la demanda de gas existente con otras fuentes de energía fácilmente disponibles, lo que casi seguramente significaría combustibles fósiles, algo que contradice directamente la taxonomía de la UE y el Pacto Verde”.

Según BofA, la producción de gas de la UE se ha reducido a la mitad desde 2010 y, si bien el GNL ha proporcionado cierto alivio a los Veintisiete, reemplazar las exportaciones de gas de Rusia a Europa “no es factible a corto plazo”. “Incluso extendiendo el plazo para sustituir el gas ruso hasta 2025 implicaría que las importaciones de GNL impulsarían un crecimiento de la demanda mundial de GNL de en torno al 20% frente a un crecimiento de la capacidad de sólo 10%. Además, cualquier carga adicional de GNL enviada desde EEUU a Europa es más bien una redirección de los volúmenes de comercio de GNL existentes y no supone un "alivio de precios" importante”, han apuntado.

Así, para estos expertos, una subida de los precios del GNL beneficia “claramente” a los principales operadores, entre los que nombra a Shell, Total y Chevron. “Sin embargo, los operadores de los centros regionales, como Equinor, probablemente estén mejor posicionados, ya que el impacto inmediato del precio del gas no se percibe fácilmente en los contratos indexados al Brent que componen la mayor parte de las carteras de las grandes empresas”, han añadido.

“El aumento estructural de los precios del gas en la UE y a nivel internacional también supondrá una ventaja de costes para todas las refinerías estadounidenses, un elemento fundamental de nuestra nueva tesis de la "Edad de Oro" regional para el sector del refinado estadounidense”, han concluido desde BofA.

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