Los expertos de Bank of America (BofA) han rebajado el optimismo que hay en torno al gas en Europa. Aunque los precios siguen bajos y los almacenes se siguen llenando, creen que el Viejo Continente podría atravesar dificultades en invierno. Primero, porque el suministro ha sufrido una serie de interrupciones que, pese a no ser graves todavía, podrían derivar en dificultades. Y segundo, porque si el invierno es frío y la demanda aumenta, el almacenamiento podría ser "insuficiente".
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El nuevo reto al que se enfrenta la UE para asegurar el suministro de gasHa sido Francisco Blanch, responsable global de materias primas y derivados de BofA, quien ha lanzado esta alerta sobre el gas. Como dice, aunque hoy por hoy los inventarios "gozan de muy buena salud desde una perspectiva estacional", no se puede obviar el hecho de que "son ligeramente inferiores a lo previsto debido, en parte, a las interrupciones de la producción".
Recuerda que el pasado mes de abril Europa "parecía destinada a alcanzar los inventarios completos 1-2 meses antes de lo previsto, a menos que la demanda comenzara a recuperarse o se produjeran más interrupciones en el suministro". Pero la realidad es que los elevados inventarios al inicio de la temporada de acumulación hicieron necesario inyectar menos gas, por lo que los almacenes se están llenando "muy lentamente".
"Entre abril y junio, la utilización del almacenamiento aumentó solo un 21%, por encima de la mediocre tasa de 2021, pero muy por debajo del ritmo de 2020 o de cualquier otro año desde al menos 2014", recuerda el experto del banco estadounidense.
Y aunque reconoce que "es cierto que hay menos prisa por llenar los depósitos ya que los inventarios están cerca de los máximos de cinco años", cree que Europa no debe dormirse en los laureles o corre el riesgo de pasarlo mal de cara a la temporada de frío.
"Los acontecimientos del mes pasado, como la interrupción en Nyhamna (Noruega), muestran que la dinámica de la oferta y la demanda puede ser impredecible y tiene el potencial de dejar a Europa con un almacenamiento insuficiente antes del invierno", destaca.
El analista de BofA explica, asimismo, que los datos hasta junio sugieren que los patrones de consumo aún no se han normalizado, aunque los precios "seguirán proporcionando alivio" y la relación temperatura-demanda podría empezar a invertirse a medida que se acercan el otoño y el invierno, lo que "crearía un equilibrio más ajustado en Europa y en otros lugares".
Blanch apunta también a los impactos de la climatología: "Las temperaturas en Europa y el resto del mundo fueron suaves el pasado invierno, lo que evitó el peor escenario posible para el mercado del gas".
Como dice, un clima más cálido de lo normal este verano "aumentaría la presión sobre el sector eléctrico, pero la atonía general de la demanda de electricidad, probablemente derivada de la débil actividad económica, debería dar un respiro a los proveedores de electricidad si aumenta la demanda de refrigeración".
Sin embargo, "el invierno plantea un riesgo más grave" ya que el gas se utiliza directamente para calefacción en los sectores residencial, comercial e industrial. "Un invierno normal podría aumentar la demanda de gas en más de 5 bcm (billion cubic metres, o mil millones de metros cúbicos) anuales, mientras que un clima más frío podría ejercer mucha más presión sobre los balances de gas".
Y ya si la demanda ajustada al clima vuelve a la relación observada durante 2017 y el primer semestre de 2022, "Europa se quedaría corta de suministros de gas, lo que provocaría otro repunte de los precios".