- A finales de 2022, la economía no habrá remontado los niveles proyectados antes de la crisis
El Banco de España ha actualizado sus proyecciones macroeconómicas en el período 2020 - 2022, muy marcadas por la “notable incertidumbre acerca de las perspectivas económicas” a consecuencia de la pandemia del Covid-19 y “del futuro desarrollo de la enfermedad”, que se mantendrá activa previsiblemente hasta entrado el próximo año y que “actuará como freno del gasto de hogares y empresas”, aseguran fuentes de la entidad. El banco central prevé una contracción del PIB de hasta el 15,1% en 2020, según la velocidad de la recuperación, por lo que distingue tres escenarios, uno de “recuperación temprana” de la pandemia, un segundo de “recuperación gradual” y un tercero de remontada "muy lenta". Esgrime diversos factores como el comportamiento de los agentes económicos, la propia evolución del virus o la eficacia de las políticas económicas.
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El Banco de España prevé que la tasa de paro repunte hasta el 20% este añoLa previsión más pesimista empeora el 12,4% de caída que la entidad publicó en mayo y contempla que se produzcan “rebrotes significativos de la enfermedad”, con toda probabilidad de cara a “otoño o invierno”, señalan fuentes de la dirección económica y de estadística de la entidad, un panorama que no descartan los expertos. Este rebrote “forzará a las autoridades a introducir medidas intensas con el consiguiente lastre en la economía”, que se traducirían, según indican, en que “las tensiones de liquidez de las empresas de estos meses acabarán dando problemas de solvencia que derivarán en la destrucción empresas”. En este contexto, de recuperación “muy lenta”, el paro de larga duración será mayor y el BdE no descarta la entidad que haya “ineficiencias en los canales financieros por lo que se dé un endurecimiento del acceso a al financiación”.
En cuanto a las dos proyecciones principales que maneja la entidad, la más benigna estima que el PIB español caería un 9% este año, y repuntaría un 7,7% y un 2,4%, respectivamente, en 2021 y 2022. Bajo la de recuperación gradual, la reactivación económica sería más lenta, de modo que el crecimiento económico retrocedería en 2020 un 11,6%, y pasaría a expandirse un 9,1% y un 2,1% en cada uno de los dos años siguientes. En cuanto a las hipótesis que se barajan en ambos escenarios, en el primero se asume que la mejoría de la actividad observada desde el tramo final del segundo trimestre prosigue con posterioridad sin que se registren nuevos obstáculos (de naturaleza sanitaria, económica o financiera) de envergadura relevante.
En el caso de que la remontada sea gradual, se asume una incidencia sobre la actividad algo mayor de las medidas adoptadas para contener la pandemia en el segundo trimestre; además, no se descartan ni la posible aparición de nuevos brotes de la epidemia (que, aunque de menor virulencia que el episodio original, pudieran llevar a la reintroducción de ciertas medidas de contención) ni el surgimiento de daños más persistentes en el tejido productivo. “Ambos están sesgados a la baja”, puntualiza el banco central español, y remarca que el BdE no descarta que se den “posibles caídas por encima del 11,6%”, de hecho, considera mucho más viable este desenlace a que la contracción sea menor del 9%.
En cambio, sí observa el supervisor bancario “que haya medidas de contención de la crisis de naturaleza fiscal y monetaria adicionales que tendrán un efecto positivo en la evolución de la actividad”. De la misma manera, la aprobación del Plan de Recuperación de la Unión Europea, “tendrá aplicaciones positivas en las perspectivas de crecimiento”, pero “sus efectos se notarán en la segunda mitad del horizonte de proyección, de cara a 2021 y 2022”, declara el banco central nacional, ya que no se espera su aprobación hasta finales de este año.
En definitiva, al final del período de proyección, el nivel del PIB se situaría un 0,5% por encima de sus registros previos a la crisis en el escenario de recuperación temprana, mientras que sería todavía inferior, en 1,6%, en el de recuperación gradual. Es decir, a finales de 2022, la economía no habrá remontado los niveles proyectados antes de la crisis.
EVOLUCIÓN TRIMESTRAL
En lo que se refiere a la evolución de 2020, la declaración del estado de alarma a mediados de marzo condujo, en el primer trimestre del año, a una caída del PIB de magnitud inédita en la serie histórica, de un 5,2% en tasa intertrimestral. El crecimiento del segundo trimestre se desplomará hasta un récord del 21,8% en el escenario de recuperación gradual, mientras la caída en el escenario de recuperación temprana será del 16%, seguida de una recuperación de hasta el 19,3% en el tercer trimestre -16% en el escenario de recuperación temprana- y de hasta el 6,3% en el cuarto trimestre -3% en el caso de que la salida de la crisis sea rápida-.
El BdE también señala que la reducción del PIB en España en 2020 será más intensa que en el conjunto del área del euro con diferencias en torno al 3%, por diversos factores, como que el confinamiento ha sido más prolongado e intenso en España que en el promedio de la UE. También apunta a que la estructura sectorial está más orientada a los servicios con una interacción social elevada, como el turismo; al peso más elevado de las pymes en la estructura productiva; la mayor temporalidad en el mercado de trabajo y a la respuesta fiscal algo menor que el promedio de los países de la UE. “No obstante, la recuperación posterior reviste también mayor intensidad en España”, redondea el banco central nacional.
DÉFICIT Y DEUDA
De hecho, las medidas de estímulo nacionales alcanzan el 2,5% PIB, por debajo del promedio de la zona euro, que ha sido de en torno al 3,5% del PIB, con un peso notable de Alemania, que ha adoptado medias y ha impulsado paquetes cuantiosos de ayudas. “Ha disparado varios bazucas”, señalan fuentes del supervisor monetario, que también hacen hincapié en que en España, las ayudas se han destinado a apoyar al empleo, lo que absorbe la mayor parte del gasto público. En este sentido, estima el BdE que el déficit se disparará al 11,2% en 2020 -9,5% en el escenario más benigno-.
De este modo, el endeudamiento público aumentaría aproximadamente entre 20% y 25% de PIB en 2020, hasta situarse cerca del 115% y 120%, respectivamente, en cada uno de estos dos escenarios, y permanecería en cotas muy elevadas en los dos años siguientes.
TEMOR A UN DESANCLAJE EN LA INFLACIÓN
En el ámbito de los precios, se espera que la inflación, excluidos alimentos y energía, siga presentando tasas de variación muy modestas, ya que “en esta crisis confluyen factores de oferta y demanda y los que están dominando y dominarán son los de la demanda”, detallan fuentes del BdE. Por lo tanto, la inflación será más tenue en los próximos años y se teme “un desanclaje de las expectativas de inflación, lo que podría derivar en tensiones deflacionarias".
Las presiones a la baja sobre los precios resultantes de la fragilidad de la demanda se verán contrarrestadas solo en parte por los aumentos de los costes de prestación de algunos servicios derivados de las medidas de distanciamiento social establecidas. La tasa de variación del IPC subyacente sería del 0,9% y 0,8%, respectivamente, en el promedio de 2020 en los escenarios de recuperación temprana y gradual, y repuntaría hasta el 1,3% en 2021 y el 1,1% en 2022. Por su parte, la inflación general continuaría mostrando ritmos de avance negativos hasta principios de 2021, cuando se espera que el componente energético presente un fuerte repunte. En términos de las tasas medias anuales, se espera que el IPC general aumente desde el -0,1% en 2020 hasta el 1,6% en 2022, en el escenario de recuperación temprana, y desde el -0,2 % hasta el 1,5% en el de recuperación gradual.