- El objetivo es depender menos de la producción de petróleo
- Arabia Saudí es el principal productor del mundo junto a Estados Unidos
Para muchos analistas, y algunos países como Irán, Arabia Saudí es el principal culpable del desplome de los precios del petróleo desde 2014 hasta la actualidad. Pero eso no evita que la principal economía de Oriente Medio también esté sufriendo los estragos de un crudo barato, y el régimen quiere dar pasos para impulsar el crecimiento y reducir la dependencia con la materia prima.
El príncipe Mohammed bin Salman ha sido el responsable de diseñar una ambiciosa reestructruración del país y de la economía
Desde hace dos años, el príncipe Mohammed bin Salman ha sido el responsable de diseñar una ambiciosa reestructruración de la administración del país y de la economía, con el objetivo de cumplir con lo que él llama "sueños diferentes" de su generación respecto a un futuro posterior a los elevados volúmenes de producción y demanda de petróleo actuales, según relata Bloomberg.
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Cuando el Rey Salmán bin Abdluaziz subió al trono el pasado año, le dio control sobre el monopolio estatal del petróleo a su hijo primogénito y primero en la línea de sucesión, quien ha sido el encargado de crear el programa conocido como 'Visión para el Reino de Arabia Saudí', que abarca la creación del mayor fondo soberano del mundo, con más de 2 billones (millones de millones) de dólares, con los que podría realizar ofertas públicas de adquisición (OPA) por Apple, Google o por cualquier empresa del mundo.
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En concreto, el príncipe planea una oferta pública inicial con la que vender "algo menos del 5%" de Saudi Arabian Oil Company (Aramco), la petrolera estatal, que se ha convertido en el mayor conglomerado industrial del mundo. La idea es que el fondo se diversifique con activos no petroleros para lograr cobertura ante la dependencia casi total que tiene el reino del petróleo. El objetivo final, que se fija más o menos para dentro de 20 años, es contar con una economía que no dependa principalmente, o únicamente, del petróleo.
OTRAS MEDIDAS ALTERNATIVAS
El príncipe Mohammed está dictando nuevas reglas, y por el momento ya ha reducido los subsidios para la gasolina, la electricidad y el agua. Además, también ha planteado un impuesto sobre el valor añadido y gravámenes sobre los bienes de lujo y bebidas azucaradas, medidas todas ellas destinadas a generar 100.000 millones de dólares al año en ingresos adicionales al petróleo para 2020.
Aunque la 'revolución' que plantea no se queda sólo ahí. También ha reconocido que le gustaría que las mujeres tuviesen más derechos, ya que cree que Arabia Saudí no puede prosperar mientras se siga limitando la libertad de la mitad de la población -en este sentido, recuerda que las mujeres no pueden conducir o viajar sin permiso de un familiar varón-. "Creemos que las mujeres tienen derechos en el Islam que aún tienen que conseguir", ha dicho el príncipe al respecto.
El príncipe cree que Arabia Saudí no puede prosperar mientras se siga limitando la libertad de las mujeres
Está esperando el momento adecuado para hacer frente a la jerarquía religiosa conservadora, que domina la vida social y religiosa, para empezar a trabajar en este sentido, aunque no lo demorará demasiado porque el tipo de industrias que el príncipe Mohammed quiere atraer a Arabia Saudí no recalarán en un país con importantes restricciones sobre las mujeres. Y es que hoy en día no importa cuánto dinero hay en Riad (capital de Arabia Saudí), porque los banqueros y sus familias prefieren quedarse en Dubai.
Aunque una cosa es el apoyo a las reformas, y otra el día a día. La reacción de los saudíes a la reforma del sistema económico que plantea el príncipe ha sido cautelosa, aunque en muchos casos ha causado el enfado de la población, que ha expresado en Twitter su malestar por las medidas, sobre todo por el incremento del 1.000% que han experimentado las facturas del agua. Se quejan, además, de que el príncipe quiera vender parte de Aramco, patrimonio de la nación, para financiar lo que muchos consideran una 'fantasía'. Habrá que ver en qué acaba todo.
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