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El Banco Central Europeo (BCE) recortó los tipos de interés en 25 puntos básicos en su reunion del pasado mes de junio. Una decisión con la que no todos los miembros del consejo de gobierno estuvieron de acuerdo ante la expectativa de que los riesgos para las perspectivas de inflación estaban sesgados al alza.

Así lo ponen de manifiesto la actas de este último cónclave monetario, según las cuales "estas consideraciones sugerían que la reducción de los tipos de interés no se ajustaba plenamente al principio de dependencia de los datos y que había razones para mantenerlos sin cambios en la reunión actual".

En medio de este contexto, algunos miembros "consideraron que los riesgos para las perspectivas de inflación estaban sesgados al alza, en parte porque los riesgos a la baja para la inflación habían disminuido desde la última reunión debido a la recuperación económica en curso, pero también debido a los mayores riesgos geopolíticos. Se sostuvo que una pequeña caída de la inflación sería mucho menos costosa que una caída continua de la inflación, especialmente porque no se debe dar por sentado que las expectativas de inflación se mantengan ancladas".

El documento también recoge que una opinión disidente sostenía que los datos que se recibieron desde la última reunión y los riesgos al alza para la inflación no respaldaban la idea de recortar las tasas.

"En particular, las presiones inflacionarias actuales, evidentes en los datos recientes, mostraban una rigidez de la inflación, que podría verse exacerbada por varios riesgos geopolíticos diferentes. Además, una disociación de la trayectoria de las tasas de interés estadounidenses podría aumentar las presiones inflacionarias a través de los efectos del tipo de cambio", añade el texto.

Durante la reunión también se plantearon algunas dudas sobre si la recuperación se produciría tal y como se esperaba, ya que dependía de un repunte del consumo privado, del que todavía no había pruebas convincentes en los datos.

Además, se expresó "la preocupación de que, en presencia de incertidumbres políticas y geopolíticas internas, la tasa de ahorro podría ser incluso más alta de lo esperado. Si esto sucediera, el consumo podría verse restringido por más tiempo".

En relación con las reuniones futuras, los miembros subrayaron que siguen "decididos a garantizar" que la inflación vuelva de manera sostenible al objetivo del 2%, por lo que se mantendrán los tipos de interés oficiales suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario para conseguirlo.

"En vista de la continua incertidumbre en torno al proceso desinflacionario y de la accidentada trayectoria que se avecina, se consideró importante mantener un enfoque basado en los datos y reunión por reunión para determinar el nivel y la duración adecuados de la restricción, y no debería haber ningún compromiso previo respecto de una trayectoria de tipos de interés en particular, de modo que se pueda mantener la plena opcionalidad", señalan las actas.

Para los expertos de ING, lo único claro que se desprende de este documento es que el futuro del BCE "es complicado". "Las especulaciones anteriores del mercado ya han quedado enterradas, como, por ejemplo, la idea de un recorte de tipos consecutivo en junio y julio, o un piloto automático con una serie de recortes de tipos", valoran.

"El BCE no tendrá ningún interés en hacer que el recorte de junio parezca un error político durante las próximas semanas, lo que sería un fuerte argumento no económico a favor de otro recorte de tipos en la reunión de septiembre. Al mismo tiempo, sin embargo, el debilitamiento del impulso económico y la inflación interna persistentemente alta no son una combinación para celebrar. Está claro que la reunión de julio probablemente no será un evento sin ninguna nueva acción sobre tipos u orientación sobre tipos", concluyen en ING.

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