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La política de endurecimiento monetario llevada a cabo por la Reserva Federal (Fed) para controlar la inflación tiene efectos más allá de la estabilidad de precios, y uno de ellos es la fortaleza del dólar, sobre la que los analistas de Credit Suisse advierten de que "pueden ser más devastadora" para el resto del mundo que una divisa débil, y se plantean un escenario a futuro en el que el sistema monetario mundial se encamina hacia un enfoque más multilateral.

Desde el banco suizo encuentran paralelismos entre la situación que actualmente atraviesa Estados Unidos con lo vivido a partir de la década de los 70, cuando "la confianza en el dólar estadounidense se vio significativamente socavada". En los años posteriores al abandono del patrón oro, el país también afrontó un endurecimiento monetario que causó un importante perjuicio a muchos mercados emergentes, que se habían endeudado en dólares.

"Al intentar evaluar el papel futuro del dólar estadounidense en el sistema monetario mundial, se debe prestar gran atención a las potenciales inestabilidades macroeconómicas en los Estados Unidos", destacan, y alertan de una "volatilidad extrema y un nivel inusualmente alto de incertidumbre sobre el nivel de precios, que se ha traducido en alta volatilidad para las tasas de interés y las divisas".

La Fed no se mueve de su objetivo de devolver la inflación a la meta del 2%, para lo que ya ha adelantado que seguirá elevando los tipos de interés al menos un tiempo, lo que dotará de todavía más fortaleza al dólar estadounidense frente a las otras divisas.

"En suma, mientras que los desequilibrios macroeconómicos en Estados Unidos son de hecho considerables, queda por ver hasta qué punto puede esto socavar la confianza en la moneda de reserva. Los analistas van a monitorear los mercados en busca de señales de que la confianza en el dólar estadounidense se está perdiendo", aseguran.

Uno de los aspectos que mejor refleja la hegemonía del dólar es su peso en las reservas de divisas internacionales, aunque "los tipos de cambio flotantes, las mejores políticas macro y la disponibilidad de líneas 'swap' de los bancos centrales reducen la necesidad de tales reservas". Al mismo tiempo, "los principales bancos centrales se están diversificando para dejar de lado el dólar estadounidense, posiblemente para limitar los riesgos de sanción".

LOS ASPIRANTES AL TRONO

Si finalmente el dólar pierde presencia en las relaciones internacionales, otras divisas intentarán ocupar su trono, y China es uno de los países que puede intentar promocionar su moneda, el renminbi, ya que ya ha estado en la vanguardia de los esfuerzos para desarrollar un sistema alternativo de pagos internacionales, así como esquemas para mejorar el mutuo apoyo de los bancos centrales en los mercados emergentes.

Sin embargo, desde Credit Suisse consideran que el gigante asiático "no es capaz o no está dispuesto a establecer su propia moneda como un serio rival para el dólar estadounidense, ni hay otros candidatos para ese papel hasta ahora", lo cual "no significa, sin embargo, que la posición del dólar estadounidense se mantendrá inmutable e indiscutible", y destacan que "una tendencia hacia un modelo más multipolar del sistema monetario es, de hecho, ya visible".

"En el futuro previsible, parece poco probable que China liberalice completamente y abra sus mercados financieros para transacciones transfronterizas. Esta es la razón clave por la cual la participación del renminbi en las reservas mundiales de divisas sigue siendo muy pequeña", aseguran.

Tampoco ven que el euro pueda desplazar al dólar, a pesar de que representa alrededor del 20% de las reservas internacionales mundiales "y también es libremente negociable a través de las fronteras, un requisito previo clave para una moneda líder".

"Los responsables políticos de la eurozona claramente no se esfuerzan por que su moneda pueda asumir tal papel. El enfoque del Banco Central Europeo (BCE) es casi exclusivamente de la economía nacional. Además, la Eurozona está (al menos hasta ahora) todavía bastante lejos de ser una unión fiscal de pleno derecho y, por lo tanto, carece de un activo de seguridad para todo el territorio como los bonos del Tesoro de EEUU", manifiestan.

La carencia de un elemento de estas características implica que "no existe un activo altamente líquido y homogéneo que el resto del mundo podría mantener como reservas", lo que se une a otros obstáculos, como la ausencia de un mercado de capitales integrado y la falta de una unión bancaria.

¿PUEDE APARECER UNA MONEDA GLOBAL?

La creación de una moneda global puede sonar utópico para muchos, aunque esta posibilidad fue defendida por economistas de prestigio internacional, desde John Maynard Keynes al ganador del premio Nobel Robert Mundell.

Uno de los activos que mayores similitudes puede presentar con una divisa mundial son los Derechos Especiales de Giros (DEG), que se emplean en el seno del Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque su volumen está determinado por la cantidad de capital pagado por los países individuales al FMI.

Desde Credit Suisse subrayan que "el FMI no tiene el poder de crear DEG adicionales de la nada, como sería necesario en el caso de un banco central mundial eficaz", por lo que "no debería sorprender que las propuestas para una moneda mundial no hayan dado sus frutos y, en el actual entorno geopolítico fraccionado, esto es aún menos probable".

"Entregar el poder para imprimir dinero desde el banco central propio a una autoridad supranacional requiere enorme confianza mutua entre los países. Tal traspaso solo es factible cuando se forma una unión política", aseguran.

Con todo, estos analistas apuestan por "un sistema más multipolar" debido "al aumento de los acuerdos bilaterales en comercio entre muchos países, lo que permite rendimientos a escala en el uso de sus respectivas divisas en lugar del dólar estadounidense" y a la "profundización de los mercados de capitales locales en mercados emergentes".

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