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Tras la dimisión de Joseph Blatter, el por ahora presidente en funciones de la FIFA, y con el grave escándalo de corrupción que se ha destapado en la organización, muchos se preguntan si los próximos mundiales de Rusia y Qatar seguirán adelante. Esta es la respuesta.

Según publica la CNN, uno de los auditores de la FIFA, Dominico Scala, ha comentado la posibilidad de que se cambie de sedes para los próximos torneos si se demuestra que existen indicios de corrupción. Para ello, tendría que darse la situación anteriormente expuesta y que se demostrara de manera categórica con pruebas irrefutables.

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En este caso, el Comité Ejecutivo de la FIFA podría tomar la decisión de cambiar de sede. Esta sería una situación que nunca se ha producido, pero dado el escándalo de proporciones planetarias que se ha destapado en el seno de la organización, no sería nada descabellado.

Para hacerlo, el Comité debería acogerse a la única cláusula que invalidaría la elección de estas sedes: "circunstancias imprevistas". Según la normativa, esta cláusula está bastante abierta a interpretaciones, por lo que podría utilizarse la corrupción como algo imprevisto.

CUÁNDO OCURRIRÍA Y QUÉ CONSECUENCIAS TENDRÍA

Las consecuencias no tardarían en llegar. El congreso extraordinario que prepara la FIFA tendrá lugar el próximo mes de diciembre. En ese momento, se elegirá un nuevo representante que tendrá poder, junto con el Comité, para vetar la elección de estas sedes si las considera fraudulentas.

El Comité debería acogerse a la única cláusula que invalidaría la elección de estas sedes: "circunstancias imprevistas"

Para hacerlo, bastaría con que la FIFA anunciara su decisión alegando los casos de corrupción para invalidar la decisión y romper el contrato. Sin embargo, los países no tienen porque aceptar esta decisión, con lo que se iniciaría una batalla legal ante la Corte de Arbitraje del Deporte (CAS, por sus siglas en inglés).

En este sentido, el tiempo juega a favor de Rusia y en perjuicio de Qatar. Para el país euroasiático, la cercanía del torneo, que se disputaría en 2018, hace prever que no se suspendería con tan poco tiempo para elegir otra sede y construir los estadios apropiados.

El caso de Qatar es muy diferente, ya que técnicamente si que habría tiempo de elegir otra sede. Si sumamos a esto, la negativa de la mayoría de Ligas de alterar su calendario para disputar un Mundial en invierno o bien tener que jugar en verano con temperaturas de más de 50 grados, es más probable que se tome otra decisión.

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