• Sólo Cristiano, Isco y Benzema respondieron en ataque
  • Bale, desaparecido, se llevó una sonora pitada del Bernabéu
  • Iker cuajó un mal partido pero salvó los muebles en los últimos minutos

El Real Madrid ha accedido a los cuartos de final de la Champions League después de caer derrotado por 3-4 ante el Schalke 04, haciendo valer el resultado de 0-2 que cosechó en el partido de ida, pero sufriendo un auténtico calvario en los minutos finales.

Si para algo debe servir el despropósito visto esta noche en el Bernabéu, es para que el equipo blanco se de cuenta de que ha tocado fondo y ya sólo se puede mejorar. El Real Madrid cayó eliminado en Copa, hizo un ridículo histórico en el Vicente Calderón y dejó escapar cuatro puntos de ventaja con el Barça en Liga. Todo en 68 días. Da que pensar.

Como da que pensar que Ancelotti eleve a la categoría de 'innegociable' a Bale, la tercera incógnita de la ecuación en la que se ha convertido la BBC. Hoy Cristiano salvó a su equipo y también Benzema, con un gol que maquilló el flojo partido del francés. Nada que ver con los hambrientos delanteros del conjunto alemán, Fuchs y Huntelaar, que dieron alas a su equipo en la primera mitad.

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Sólo dos cabezazos inapelables del portugués otorgaron algo de oxígeno a su equipo tras dos zarpazos del Schalke, que jugó con ímpetu e ilusión y con el empuje del que no tiene nada que perder. Así amilanó a un Real Madrid desquiciado en defensa, que no controló el partido en ningún momento, a pesar del 0-2 de la ida y a pesar de jugar en su estadio ante un equipo teóricamente inferior.

EL SCHALKE SE QUEDA A UN GOL DE LA HAZAÑA

Si la primera parte comenzó mal, la segunda fue aun peor. Sané igualó de nuevo la contienda tras el gol de Benzema y metió de nuevo a su equipo en el partido. Los blancos, aun con Modric y Marcelo que salieron de refresco, seguía sufriendo por falta de intensidad defensiva y por el poco compañerismo de la BBC, que se desentendió de la presión. Cada balón era una nueva ocasión de gol y un infarto más en la grada del Bernabéu, que vio como un viejo conocido, Huntelaar, fusilaba a Casillas para firmar su doblete y poner a su equipo a un gol de eliminar al vigente campeón.

Iker no tuvo su día, pero hay que reconocerle mérito en los minutos finales, cuando el asedio alemán parecía insoportable. Entonces, con la resignación del que nada puede hacer para corregir a una defensa desastrosa, fue apagando una por una las ocasiones rivales.

Lo que queda es la sensación de que el equipo estuvo al borde del precipicio y se salvó por poco. Mucho tendrá que mejorar el equipo ante la primera final de la temporada, dentro de dos semanas, ante un Barça que espera en el Camp Nou la ocasión de terminar definitivamente con su máximo rival y apartarlo de la Liga.

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