MADRID, 26 (EUROPA PRESS - David Gallardo)
La gira de despedida de Elton John (Reginald Kenneth Dwight, Pinner, Inglaterra, 1947) ha pasado en la noche de este miércoles por el WiZink Center de Madrid, abarrotado con más de 12.000 personas, en una emocionante y bastante rockera ceremonia colectiva que ha servido para repasar medio siglo de himnos de la cultura popular de nuestro tiempo.
La única parada en España de este 'Farewell Yellow Brick Road World Tour', con el que el caballero del Imperio Británico dice adiós a los escenarios de todo el mundo -mientras su biopic hace caja en los cines, jugada maestra-, comenzó en septiembre de 2018 en Estados Unidos y tiene por delante aún otro centenar de fechas hasta diciembre de 2020. En el ecuador ha sido turno para Madrid, pues.
El repertorio de la velada ha sido el habitual y se ha centrado principalmente en los prolíficos e inspirados años setenta, arrancando con 'Bennie and the Jets', ovación en pie y el maestro de ceremonias aporreando el piano (con dedos para nada de pianista), cantando bien (un poco gritón, como es costumbre, pero es que sigue pudiendo) y levantándose reiteradamente para reclamar más y más aplausos. Y la banda bien limpia y enérgica en 'I guess that's way they call it the blues' y todo lo que viene después.
Vitoreados fueron clásicos tan reconocibles como 'Tiny dancer' -con toda su grandilocuencia rock californiana-', 'Rocket man' -momentazo destacado con eclosión galáctica final'-, y los baladones 'Sorry seems to be the hardest word' y 'Someone saved my life tonight'. Para entonces, el público ya ha aprendido la dinámica de levantarse y aullar entre canción y canción, en un curioso ritual que va progresivamente a más.
Con 'Levon' aprietan el acelerador en una especie de jam session en la que se lucen todos, con el guitarrista John Jorgenson marcándose un solo hard rock con una guitarra de doble mástil en la mejor tradición del género. Y Ray Cooper dirige desde la percusión una especie de batucada explosiva de purito júbilo con todo el pabellón bailando en pie. Obviando el nimio detalle de que solo estamos a miércoles y queda semana por escribir.
De un extremo a otro con la congoja solo al piano de 'Candle in the wind', con imágenes en las pantallas de Marilyn Monroe, a quien originalmente estaba dedicada allá por 1973. Y se concatenan los diez minutos de 'Funeral for a friend/Love lies bleeding' con un ímpetu evidiablemente ajeno a la edad.
'Daniel', 'Believe' -de 1995 y la canción más joven del repertorio-, 'Sad songs' y 'Don't let the sun go down on me' -con gritos de "Elton Elton" acompañados al piano y sucesión de agradecimientos al público español y a los músicos- conducen decididamente al tramo aún más vivaracho con 'The bitch is back' -y el público ya pasando de los asientos, empotrado contra el escenario-, el hit ochentero bailón 'I'm still standing' y la desafiante a la par que festiva 'Saturday night's alright for fighting', que pone al gentío bien arriba y con ganas de mucho más glam. Y de más pelea a guitarrazos y más confeti.
BISES
Con más de 300 millones de discos vendidos, éxitos son precisamente lo que le sobra a Elton John, quien tras más de dos horas de recital -compensando baladas con pasajes de rock controlado para un público variopinto pero entrado en años- ha dejado para los bises la celebérrima y reverencialmente disfrutada 'Your song', su primer gran éxito de 1970, casi punto final para una velada que sobrepasa las dos horas y media. Cantada en albornoz, por cierto.
Como es natural, la voz y el piano del músico inglés han sido los protagonistas principales del concierto, aunque arropados por su tremendamente solvente y conocida banda de seis músicos -John Jorgenson, Ray Cooper, Kim Bullard, John Mahon, Matt Bissonette y Nigel Olsson; bajo, guitarra, batería y dos percusionistas- que sabe perfectamente cuando subir o bajar una marcha según corresponda. Aunque huelga decir que por lo general gustan de llevar el motor peligrosamente revolucionado.
Para rematar la faena, despedida definitiva con 'Goodbye yellow brick road', canción que da título a su exitoso séptimo álbum, editado en 1973, del que suenan hasta seis cortes y considerado por muchos como su obra cumbre, de la que llegó a vender más de treinta millones de copias. No en vano, da título también a este adiós escalonado por todo el mundo.
Ah, aquellos locos setenta ya tan lejanos, pero cada noche de esta gira pertinentemente recordados. Un mundo que ya no es, pero que pareciera que sí cada noche que Elton se sienta al piano.
Icono, activista contra el sida y celebridad de nuestro tiempo, puede que diga adiós a la que ha sido su vida noche tras noche a sus 72 años, pero la colección de canciones que nos deja le mantendran siempre ahí. Como si el tiempo no hubiera pasado... Y justo de ahí surge la euforia que se impone a la nostalgia.