Uno de los acusados elude la prisión al reconocer que alteró uno de los hallazgos y otro dice ser víctima de una "venganza"

VITORIA, 3 (EUROPA PRESS)

El historiador Eliseo Gil, principal acusado por la presunta estafa arqueológica de Iruña-Veleia, ha negado haber alterado las piezas localizadas entre 2005 y 2006 en este yacimiento alavés, cuya autenticidad no ha llegado a avalar, pero sobre las que ha asegurado que "no se ha demostrado su falsedad científicamente". Además, en el caso del hallazgo que uno de sus colaboradores ya ha reconocido haber alterado a cambio de eludir la prisión, ha atribuido dicho comportamiento a una "broma".

El Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria-Gasteiz ha iniciado este lunes la vista oral del 'caso Iruña-Veleia', en el que se enjuicia la presunta falsificación de 476 piezas de entre los siglos III y VI desenterradas en el yacimiento tardorromano de Iruña-Veleia.

La supuesta alteración de las piezas se habría llevado a cabo -según mantiene la Fiscalía-- a través de falsas inscripciones realizadas con posterioridad en los restos de ladrillos y antiguos enseres domésticos desenterrados, unos materiales que sí eran auténticos, pero que carecían de grabados o símbolos especialmente significativos.

El Ministerio Público mantiene que dichas inscripciones falsas fueron realizadas con el fin de presentarlas como "hallazgos excepcionales" sobre el origen del euskera o la presencia del cristianismo en la Península Ibérica, con la supuesta intención de obtener un beneficio económico por parte de Gil.

En su escrito de acusación inicial, la Fiscalía imputaba a Gil y a su colaborador Óscar Escribano, que trabajaba en las excavaciones a las órdenes del primero, sendos delitos continuados sobre el patrimonio histórico y sendos delitos de estafa en concurso con un delito de falsedad en documento privado, por los que solicitaba para cada uno de estos dos causados un total de cinco años y medio de cárcel.

Además, el Ministerio Público reclama para el tercer acusado por este caso, Ruben Cerdán, un presunto físico nuclear que elaboró varios informes que avalaban la supuesta autenticidad de los hallazgos, una condena de dos años y medio de prisión por un delito de estafa en concurso con un delito de falsedad en documento privado.

No obstante, al inicio de la vista de este lunes, la acusación y Escribano han llegado a un acuerdo, por el cual el antiguo colaborador de Gil se reconoce como autor de un delito contra el patrimonio histórico, a cambio de una reducción de la pena que se solicitaba inicialmente contra él.

REDUCCIÓN DE PENA

Gracias a su acuerdo con la acusación, Escribano ha visto reducida de cinco años y medio a un año de cárcel la condena que inicialmente pedía la Fiscalía que, a cambio del reconocimiento de los hechos por parte del acusado, ha retirado su acusación por estafa y ha mantenido únicamente la de un delito contra el patrimonio histórico.

Al carecer de antecedentes penales y ser la condena inferior a los dos años, Escribano no deberá ingresar en prisión. Además, la multa inicialmente solicitaba para Escribano ha sido reducida de 7.300 a 2.190 euros.

Por otra parte, este investigador deberá indemnizar al Gobierno Vasco con 300 euros por los daños causados en una de las piezas. La misma cantidad habrá de pagar a la Diputación de Álava, en este caso por los gastos de inversión en el yacimiento.

Durante la vista oral en la que se ha dado a conocer el acuerdo, Escribano ha difundido un comunicado de prensa en el que explica que utilizó un punzón para realizar una inscripción en una de las piezas desenterradas, pero que esto no fue "más que una broma".

A diferencia de Escribano, Eliseo Gil y Rubén Cerdán han mantenido su inocencia y no han llegado a acuerdo alguno con la acusación, por lo que el juicio ha seguido contra ellos con la toma de declaración como acusados.

"DESGRACIADO INCIDENTE"

En su declaración, Gil se ha referido a lo ocurrido con la pieza manipulada por Cerdán como un "desgraciado incidente", aunque ha subrayado que este tipo de "bromas", se producen de forma habitual en las excavaciones arqueológicas. En todo caso, ha mostrado su "desaprobación" por este tipo de prácticas.

El ex director de la excavación en el yacimiento alavés ha asegurado que el comportamiento de Escribano causó "una tremenda conmoción" en el equipo de investigadores, y que supuso "un antes y un después" en la relación que tenía con su colaborador, al que -no obstante-- mantuvo en su equipo.

En respuesta a las preguntas de la Fiscalía, Gil ha negado haber realizado él mismo los grafitos o inscripciones supuestamente excepcionales localizados en el yacimiento. En todo caso, a la pregunta del Ministerio Público sobre si considera, en la actualidad, que se trata de inscripciones auténticas, se ha limitado a afirmar que "no se ha demostrado su falsedad científicamente".

En su declaración, Gil también se ha referido a su relación con el supuesto físico nuclear Ruben Cerdán. El antiguo director de la excavación de Iruña-Veleia ha asegurado que Cerdán le mostró en su día un supuesto título de una universidad israelí que le acreditaba como físico nuclear, por lo que desconocía que, en realidad, no tenía tal titulación. Gil ha explicado que encargó a esta persona que elaborara un informe para demostrar la autenticidad de los hallazgos.

No obstante, ha reconocido que algunas de las pruebas en las que se debían basar esos informes no fueron finalmente realizadas, y que ni siquiera llegó a formalizar un contrato escrito con el supuesto experto, pese a que posteriormente facturó dichos estudios a la Diputación Foral. "No sabía que eran informes falsos; en mi conciencia, los informes eran veraces", ha manifestado.

Además, ha asegurado que varios expertos en historia y arqueología respaldaron en un principio la autenticidad de los "hallazgos excepcionales" localizados por su equipo, si bien la mayoría de ellos modificó posteriormente su opinión, empezando a cuestionar la veracidad de los mismos.

El arqueólogo ha atribuido ese cambio de postura a la "presión mediática" que empezó a surgir una vez que, a partir de mediados de 2006, empezaron a surgir voces que alertaban de que los hallazgos supuestamente revolucionarios de Iruña-Veleia eran, en realidad, un montaje.

Por su parte, Cerdán ha reiterado en el juicio que es físico titulado por la Universidad de Tel Aviv, aunque ha afirmado que no se trata de un título "homologado" en España porque no es necesario, ya que se trata de una materia "universal".

El acusado ha negado, además, haber falsificado los informes que elaboró sobre los hallazgos de Iruña-Veleia o haber copiado gráficos procedentes de otros trabajos. A su juicio, las acusaciones que se han vertido en su contra responden a una "venganza" de personas que pudieron verse perjudicadas por determinados expedientes técnicos que efectuó en su día por encargo de una institución municipal.

En la primera sesión de este juicio también ha declarado Escribano, aunque en este caso, y tras pactar su condena con la Fiscalía, como testigo. Este geólogo ha explicado que trabajó bajo las órdenes de Gil, aunque solo intervino con carácter "puntual" en las excavaciones propiamente dichas o en el lavado de las piezas que en ellas se localizaron.

Escribano ha recocido que en una jornada de 2006, decidió escribir sobre una de las piezas el término 'Veleia' y que, bajo dicha inscripción, también grabó el seudónimo por el que se le conocía, aunque con el orden de las letras cambiado.

Este geólogo ha afirmado que actuó de esa forma porque siempre ha sido algo "bromista", aunque ha manifestado que, tras lo ocurrido, se le han "quitado las ganas" de mantener ese tipo de comportamientos. Según ha asegurado, poco después de realizar el grabado con un punzón, informó a sus compañeros de la "broma" que había hecho. El juicio continuará este martes.

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