La oleada de refugiados que abandona Ucrania por la guerra desatada tras la invasión rusa no deja al margen a emprendedores y negocios de la industria criptográfica que eligen Portugal como destino, dadas sus políticas favorables a los activos digitales, según informaciones de 'Bloomberg'. El país es un destino atractivo, no sólo por su clima más cálido, sino también por tener un coste de vida relativamente asequible y su régimen fiscal favorable a las criptomonedas.
Entre los 13.000 refugiados que el Gobierno portugués ha acogido en las últimas semanas, aquellos que habían estado trabajando en la creciente industria de las criptomonedas de Ucrania probablemente encontrarán más fácil establecerse en Portugal que en otros países del Viejo Continente, explica 'Bloomberg'. Al igual que Ucrania antes de la guerra, este estado miembro de la UE se está convirtiendo en un centro de criptodivisas gracias a algunas políticas favorables al bitcoin.
Portugal mantiene un impuesto del cero por ciento sobre los beneficios de las inversiones privadas en criptografía. Cuando estas ganancias no son resultado de actividades profesionales, no están sujetas al impuesto sobre la renta. Algunos extranjeros también pueden beneficiarse de un impuesto sobre la renta fijo del 20% y del 10% sobre las pensiones.
Ucrania, líder en la adopción de bitcoins en Europa del Este, se estaba convirtiendo en un centro mundial de criptos cuando Rusia lanzó su ataque. El gobierno ha tomado medidas para legalizar y regular el espacio de las criptomonedas en el país. El presidente Volodímir Zelenski firmó recientemente la ley "Sobre Activos Virtuales". En medio de las hostilidades en curso, Kiev ha estado confiando en las criptodonaciones para financiar su defensa militar y resolver problemas humanitarios.
Incluso antes de la actual ola migratoria, Portugal albergaba una diáspora ucraniana relativamente considerable, que representaba el quinto grupo más grande de ciudadanos extranjeros. Ahora, con los refugiados, el número de ucranianos que residen en el país ha llegado a unos 40.000, lo que ya es el tercer grupo de ciudadanos extranjeros de la nación.