El gran tema del mercado de las criptodivisas de los últimos días ha sido, sin lugar a dudas, la decisión de El Salvador de aceptar el bitcoin como moneda de curso legal. El movimiento de la república centroamericana se ha observado con marcado interés por la criptocomunidad, donde se considera el acontecimiento como un punto de inflexión para los activos digitales, mientras se ha recibido con suspicacia por organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Otros países vecinos, como Paraguay y Panamá han mostrado su disposición a dar un paso similar, pero la inmensa mayoría de mercados emergentes sigue apostando por las monedas digitales soberanas.
En los próximos tres años, los bancos centrales que representan una quinta parte de la población mundial tienen previsto emitir monedas digitales. Muchos de los más avanzados están en los países en desarrollo, según el BPI (Banco de Pagos Internacionales): en el sector minorista, nueve de los 10 principales; y en el mayorista, cinco de los 10 principales. Los proyectos de moneda digital que van a la cabeza de este desarrollo se llevan a cabo actualmente en China, Corea, Singapur, Sudáfrica, Tailandia y los Emiratos Árabes Unidos.
Uno de los aspectos más relevantes de este proceso es que cualquiera de las dos vías supone una solución a la exclusión financiera que acostumbra a darse en estas regiones. En El Salvador, sin ir más lejos, un 70% de la población no está bancarizada por lo que el bitcoin supone la "apertura de la economía formal para la mayoría", señala Alejandro Zala, country manager de Bitpanda en España. "Es un hecho que la inclusión financiera es un punto clave para lograr el crecimiento económico y el desarrollo de una sociedad", argumenta el experto.
En otras regiones emergentes, más del 50% de los adultos no tienen una cuenta bancaria. Las monedas digitales en que trabajan gobiernos y bancos centrales “podrían reducir sustancialmente los costes de transacción y permitir más actividades económicas”, subrayan por su parte los expertos de Bank of America.
Además, las divisas online también pueden reducir el coste de las denominadas remesas (una importante fuente de ingresos en muchos de estos mercados). Según datos del BPI, basándose en una muestra de 112 países, el coste total medio de un envío de capital transfronterizo, desde las regiones en desarrollo, de 200 dólares es superior al 10%. Estas cargas adicionales para los países en vías de desarrollo ascienden a unos 50.000 millones de dólares anuales. “Si se pueden ahorrar, sería una ganancia considerable para la población”, razonan desde Bank of America.
En Filipinas o Ucrania, por ejemplo, las remesas suponen el 10% del PIB. Si los costes de transacción actuales son del 10%, esto supondría un 1% dela riqueza nacional, “una parte sustancial del cual podría ahorrarse con el uso de las monedas digitales”, argumentan.
Además, la competencia de las monedas digitales está aumentando la presión sobre el sector bancario para innovar y mejorar el acceso y la calidad ofrecida a los clientes actuales y potenciales. “Los bancos de muchos países emergentes han sido tradicionalmente demasiado dependientes del fácil negocio de los amplios márgenes de los tipos de interés, a menudo incluso prestando al gobierno en lugar de al sector privado. Ahora, las entidades están desarrollando sistemas de pago más rápidos, con acceso a sus cuentas a través de aplicaciones móviles, o con transferencias transfronterizas”, elaboran los analistas del banco estadounidense.
¿Y LOS RIESGOS?
Pero no todo son ventajas, el equipo de análisis de Bank of America, también subraya riesgos potenciales. El más destacado la dolarización o el uso de monedas extranjeras, que ya es de por sí “un problema importante para la estabilidad macroeconómica y financiera en muchos mercados emergentes”, y podría “empeorar” si la digitalización “facilita el acceso a las monedas extranjeras”.
Es probable que las divisas criptográficas soberanas aumenten esa "dolarización" “al hacer que el acceso a monedas distintas de la de curso legal nacional sea técnicamente más fácil y también más difícil de impedir por las autoridades nacionales”, elaboran los analistas. Además, “abrir y transferir a un monedero digital es más rápido y accesible que abrir y transferir a una cuenta bancaria en el extranjero”, concluyen.