El mercado de las criptomonedas sigue afectado tras la quiebra de FTX. Las malas noticias se acumulan en el sector y los daños colaterales no dejan de extenderse, como ha sido el caso de Genesis. Pero, ¿por qué semejante debacle? Clément Inbona, Fund Manager de la gestora francesa La Financière de l’Echiquier, analiza la situación en la que se encuentran los criptoactivos que, en su opinión, no se extenderá a los activos tradicionales.
"Este incendio ha quedado circunscrito hasta ahora al mundo de los criptoactivos. Los activos tradicionales parecen relativamente insensibles a estos sobresaltos", apunta el experto.
Un hecho que puede sorprender, pero que parece bastante lógico "sabiendo que el universo de los criptoactivos lleva en su ADN el poder de liberarse del corsé de las finanzas tradicionales y situarse al margen de ellas”, indica Inbona.
Desde la caída de FTX, la segunda plataforma mundial de criptomonedas, el valor total de los activos digitales ha experimentado una caída del 70% respecto al dólar, lo que supone más de 800.000 millones de dólares, además del desinflamiento de la burbuja y su correspondiente cuota de escándalos, algo que permanecerá "en los anales" de la historia.
Lo cierto es que el analista prefiere no utilizar el término 'criptomoneda' y ve más correcta la denominación de 'criptoactivo', al considerar que "lo único que tiene de moneda es el nombre". De hecho, una criptomoneda no cumple tres de las funciones esenciales de una moneda.
"En primer lugar, no es una reserva de valor: su volatilidad, a menudo estratosférica, demuestra lo contrario. Tampoco es un medio extendido para los intercambios: ¿quién puede presumir de que las utiliza para el conjunto de sus operaciones cotidianas o financieras? Por último, no es una unidad de cuenta: ¿qué hogar o qué empresa la utiliza para su contabilidad? Además, no es un activo que genere rentas, como lo hacen los activos tradicionales en forma de dividendos, cupones o alquileres", analiza Inbona.
Asimismo, cree que el fundador de la plataforma FTX, Samuel Bankman-Fried, no tiene de banquero más que el nombre. "Su plataforma ha sido objeto de un bank run (una avalancha de depositantes que retiran sus haberes) que ha provocado su caída".
Sin embargo, esta entidad no es un banco. "No está regulada por una autoridad de supervisión ni sometida a una autoridad fiscal digna de ese nombre, dado que Bahamas figura en la lista negra de paraísos fiscales de la Unión Europea. Tampoco es una empresa cotizada sometida a obligaciones de transparencia", afirman desde la gestora francesa.
Con todo, y a pesar de que los mercados financieros tradicionales no se van a ver arrastrados por la debacle de las 'criptos', Inbona apunta que "con más de 150 criptoactivos, cada uno con un total de más de 100 millones de dólares, es posible que muchos jugadores en el mundo de las finanzas descentralizadas se vean atrapados nadando desnudos cuando baje la marea".