“Tienen nuestro número; nos pueden llamar 24 horas al día”. Con estas palabras, Brett Giroir, responsable del Centro de Ciencia para la Salud A&M de Texas en Estados Unidos, se dirige a las autoridades del país en el intento de que se active la investigación para encontrar una vacuna contra el ébola.

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“Estamos preparados”, ha declarado en Reuters Giroir, cuando el virus se están cobrando miles de vidas en África, el brote más letal de los últimos 40 años según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los tres centros estadounidenses capacitados para fabricar de forma rápida vacunas y terapias contra enfermedades que supongan una grave amenaza para la salud pública aseguran estar preparados para apoyar al Gobierno en la investigación de la cura del ébola.

Se trata por ejemplo del Centro de Innovación y Desarrollo Avanazado y Manufacturado (ADM), dependiente del Departamento de Salud de Estados Unidos pero asociado a la industria privada, y que está especializado en la respuesta a pandemias o amenazas químicas, biológicas, radioactivas o nucleares. Disponen por ejemplo de capacidad para producir vacunas contra la viruela si resurgiera o contra el antrax en caso de ataque terrorista.

Este centro colabora con la británica GlaxoSmithKlein (GSK), mencionada ayer por la OMS como una de las más avanzadas en la búsqueda de la vacuna contra el ébola. Un antídoto que la organización espera que esté listo el año que viene. Por el momento, el tratamiento que están recibiendo solo los tres enfermos que han viajado a sus países de origen, Estados Unidos y España, se lleva a cabo con el suero Zmapp, que está dando “excelentes” resultados según la OMS, pero no llega a África por su escasez, argumenta la propia organización. También la suiza Novartis ha avanzado en la búsqueda de la vacuna.

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La decisión, según los centros de investigación, de que se inicien los tratemientos debe tomarse desde las altas esferas de la Administración Obama.

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