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La presidenta del BCE, Christine Lagarde.Jan Woitas/dpa-Zentralbild/dpa - Archivo

La crisis sanitaria del Covid-19 ha alterado las estimaciones de los mercados financieros y ha ocasionado unos niveles de incertidumbre sin precedentes. En este contexto, los bancos europeos se enfrentan a más de 400.000 millones de euros de pérdidas crediticias durante los próximos tres años. Además, esta cifra podría duplicarse hasta los 800.000 millones de euros en caso de que se produzca un segundo confinamiento.

Según el último informe de la consultora Oliver Wyman, “Aim for Revival. Not just Survival” European Banking 2020, estas pérdidas crediticias son dos veces y media el total observado por la industria en los tres últimos años, a pesar de esto, son menos del 40% de las pérdidas experimentadas en la crisis financiera mundial de 2008-10, y tienen un nivel similar al de la crisis de la zona euro de 2012-14.

Además de las pérdidas crediticias, se espera que los ingresos del sector bancario disminuyan en 30.000 millones de euros para 2022, ya que los márgenes de interés neto y los ingresos por comisiones se invertirán al mismo ritmo tanto en la banca minorista como en la comercial.

El informe pone de manifiesto como España ha demostrado, tras la crisis inmobiliaria de 2008, que se puede lograr una reestructuración completa y a un nivel más sistemático. El sector bancario español se consolidó en sólo 12 bancos medianos y grandes a partir de un punto de partida de más de 40 entidades, todo esto en un periodo de tiempo de unos cinco años. La fusión ha demostrado ser más eficaz que la disolución forzosa de entidades en dificultades y ha ayudado a reducir en España una densa red de sucursales en más del 50% y a eliminar 3.000 millones de euros de gastos hasta la fecha, un 10% del total.

En palabras de Christian Edelmann, co-director de los servicios financieros de EMEA, de Oliver Wyman: "Es muy poco probable que la pandemia paralice el sector bancario europeo, sin embargo, muchos bancos se verán empujados a un cierto estado de “limbo", con rendimientos muy débiles. Se necesitarán esfuerzos ambiciosos de reestructuración, pero para tener éxito necesitarán del compromiso y el apoyo de los reguladores y legisladores a la hora de desarrollar nuevas políticas.

Estas deberán incluir la aprobación de planes de transformación con repercusiones en el capital a corto plazo, el fomento de la fusión de entidades para que se apliquen con mayor rapidez y la aceleración de los esfuerzos del mercado bancario único. La alternativa a esto sería un sistema que se esfuerza por apoyar el crecimiento económico y que se queda atrás respecto al resto del mundo".

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