El consumo mundial de energía va en aumento, impulsado por la expansión económica, la urbanización, el crecimiento de la población y el auge de tecnologías que consumen mucha energía, como la inteligencia artificial y los centros de datos. Esta tendencia va acompañada de un enorme aumento de las inversiones en nueva capacidad de generación, redes eléctricas y producción de combustibles fósiles, entre otros. De hecho, la inversión mundial en energía superará los 3 billones de dólares por primera vez en 2024, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Ahora bien, aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes: 2 billones de dólares de ese asombroso total (o aproximadamente dos tercios del mismo) se destinarán a financiar tecnologías limpias como las renovables, la energía nuclear, las redes, el almacenamiento, las mejoras de la eficiencia y los combustibles de bajas emisiones. El billón restante se destinará al carbón, el gas y el petróleo. Esto significa que, por primera vez en la historia, las inversiones en energías limpias duplicarán a las destinadas a los combustibles fósiles. A la cabeza está la energía solar, cuya inversión alcanzará los 500.000 millones de dólares este año, más que el dinero destinado a todas las demás tecnologías de generación de electricidad juntas.
Este aumento de las inversiones en energías limpias se está produciendo a pesar de que los tipos de interés más altos de hoy en día aumentan el coste de algunos proyectos, aunque estos gastos añadidos se ven parcialmente compensados por la relajación de las presiones en la cadena de suministro y la caída de los precios. Los costes de los paneles solares, por ejemplo, se han desplomado un 30% en los dos últimos años, y los precios de los minerales y metales cruciales para la transición energética también han caído en picado, especialmente los metales necesarios para las baterías (como el litio).
Sin embargo, la AIE lanzó una advertencia al mundo. Decía que para que el planeta alcance el objetivo de cero emisiones netas de carbono en 2025 y limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, habría que reducir a la mitad el gasto en combustibles fósiles y destinar 500.000 millones de dólares más al año a las energías renovables.
Esta advertencia refuerza las perspectivas de la megatendencia de la energía verde, y podría darnos una nueva razón para considerar la posibilidad de exponernos a las energías limpias de cara al futuro.