Podríamos pensar que el segundo ciclo de subidas de tipos más agresivo de la historia de la Reserva Federal (Fed) habría incrementado significativamente el coste para las empresas de obtener liquidez fresca. En cambio, el aumento de los precios de las acciones y la caída de los bonos corporativos han llevado al índice de condiciones financieras de EEUU a su nivel más bajo desde noviembre de 2021.
Los tipos hipotecarios están por las nubes y la asequibilidad se ha hundido, por lo que el mercado inmobiliario estadounidense podría parecer el último sitio en el que querrías invertir tu dinero. Pero la vivienda estadounidense es un sector de crecimiento infravalorado, que merece un lugar en tu cartera durante la próxima década, junto a las acciones tecnológicas. Esto se debe a diferentes razones.
Los inversores se enfrentan a menudo a una difícil decisión a la hora de decidir dónde invertir el dinero que tanto les ha costado ganar: ¿deben apostar por los flujos de caja estables de los bonos o intentar generar una mayor rentabilidad a través de las acciones? Comparar qué activo ofrece el mejor valor (o, cuál es "más barato") es una parte importante de la decisión. Pero comparar las valoraciones relativas de estas dos clases de activos no es tan sencillo como parece: tienen perfiles de riesgo diferentes, se ven sometidos a fuerzas económicas distintas y atraen a públicos diferentes.
Los inversores que esperaban un recorte de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense (la Fed) se vieron decepcionados durante la pasada semana. Y quizá sea un poco decepcionante que la Fed haya dejado los tipos de interés sin cambios por sexta vez consecutiva, mientras sigue enredada con la obstinadamente alta inflación del país. Eso si, dejar los tipos sin cambios no es lo peor que podría pasar: hay tres razones por las que esta medida podría ser algo realmente bueno:
