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Lo que necesita para justificar la activación de la QE es que el crecimiento continúe muy débil.
Hoy estamos de nuevo ante una reunión del Banco Central y los problemas se le acumulan a Mario Draghi. En especial, la temida deflación y la consistente pérdida de momentum en el crecimiento de la Eurozona.
Por si no fueran bastantes las últimas lecturas negativas de la inflación en varios países de la Zona Euro con España encadenando 5 meses seguidos en deflación, ahora se suma la cada vez más importante presión deflacionista del precio del petróleo.
Lo habitual para Europa era importar inflación que llegaba del incremento de los precios de los productos energéticos y del petróleo en particular. Los países de la OPEP en su reciente reunión en Viena han tomado la decisión de no reducir la producción de petróleo, y entonces nos encontramos en un escenario invertido: ahora importamos deflación de los productos energéticos con una caída del precio del barril de Brent de más del 30% sólo en 2014. Así, la presión para derribar la inflación que intenta generar Draghi con sus medidas no convencionales es brutal.
Ante este peligroso escenario de bajo crecimiento y deflación, a Draghi no le queda otra que iniciar el enésimo programa no convencional, el programa por antonomasia de sus colegas del Bank of England, de la FED o del Banco de Japón: el Quantitative Easing o expansión cuantitativa.
No obstante, para activar este controvertido QE1 (1, por ser la primera versión del BCE) Draghi necesita argumentos de peso para convencer al miembro germano del Consejo de gobierno del BCE, Jens Weidmann.
Draghi tiene más que ganada la batalla del argumento de la presión deflacionista, como acabamos de ver. Pero para la batalla del segundo argumento de peso, el crecimiento débil o incluso negativo de la Eurozona, tiene ante sí una gran paradoja: quiere que las próximas lecturas de los PIB de los miembros de la moneda única mejoren, pero lo que verdaderamente necesita para justificar la activación de la QE es que el crecimiento continúe muy débil en el último trimestre.
Aquí radica el problema de Draghi, esta es su paradoja.
La realidad es que no parece que los datos de PIB del último trimestre de este año vayan a mejorar mucho en la Eurozona, especialmente en las tres economías más potentes: Alemania, Francia e Italia y, por ello, creo que finalmente la QE1 será una realidad a principios del 2015. Sin embargo, quién sabe, quizás el bueno de Mario nos sorprenda hoy con un anticipo de sus medidas.