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Empleo e inversión, conjuntamente con la productividad, explican el crecimiento
Y es que la productividad se ha convertido en el centro de debate entre los economistas. En los países desarrollados, desde un ritmo de crecimiento superior al 2 % en los años noventa a apenas un 1 % en la última década. ¿La Crisis? Es sólo parte de la historia. Para la Presidenta de la Fed, la productividad es fundamental para mantener el actual nivel de vida. Y la productividad, la baja productividad marginal, es la principal argumentación de las pobres tasas de crecimiento potencial en los países desarrollados. La menor productividad, también, puede ser un argumento para que los bancos centrales normalicen antes de lo esperado su política monetaria. O todo lo contrario, si la baja productividad no responde a la dificultad de medir los beneficios de las nuevas tecnologías. De hecho, en este caso es (o debería serlo) una fuente de preocupación a nivel político ante una de sus principales consecuencias como es la desigualdad en la distribución de la renta. Al final, la baja productividad pasa a ser la referencia que todos mencionan como responsable de la mayoría de las incertidumbres que ahora nos acucian a nivel económico.
Empleo e inversión, conjuntamente con la productividad, explican el crecimiento. La productividad marginal no deja de ser la evolución del cociente entre el crecimiento y el empleo. La productividad, conjuntamente con la inversión y el factor demográfico, conforman el crecimiento potencial. La relación entre baja productividad y bajos costes laborales es evidente; el riesgo de que una baja productividad mantenga un menor dinamismo salarial, claro. Pero, por otro lado, también puede llevar a una menor rentabilidad de la inversión actuando como un factor que retroalimenta la desaceleración y falta de demanda. Incluso en un escenario como este, los riesgos de inflación pueden surgir de forma más perversa en una situación de teórico pleno empleo. Inflación de bienes y servicios, puesto que la inflación de activos se convierte en una amenaza para la estabilidad financiera por muchas medidas macroprudenciales que se adopten. ¿Lo ven? la mera afirmación anterior esconde tanto las dudas sobre la exactitud en el cálculo de la productividad como también más dudas sobre los potenciales excesos de la política monetaria para acelerar la demanda.
Y es que para muchos la debilidad económica actual y las perspectivas pobres a futuro son un problema de demanda. Mejor, de falta de demanda mundial. ¿Por qué? Esta es una pregunta que podría dar lugar a muchas respuestas:
1. elevada deuda privada
2. incertidumbres fiscales a futuro
3. problemas estructurales: hábitos de consumo, demografía y hasta las nuevas tecnologías poco intensivas en inversión
4. al final, una crisis financiera (la Gran Recesión) más compleja de lo esperado
Quizás sea una combinación de todo lo anterior. O tal vez simplemente debamos pensarlo más, a medida que tengamos nueva información. El caso es que en muchos países (anglosajones especialmente) se observa con preocupación como las cifras de paro se aproximan al pleno empleo sin indicadores claros de inflación o simplemente con ritmos de crecimiento por debajo de promedio histórico. Sobre lo primero, poco que añadir a todo lo comentado en otras notas sobre la caída de los precios exteriores, la elevada competencia y hasta la propia credibilidad de los bancos centrales. Sobre el segundo punto, bien, algunos comienzan a dudar incluso sobre la fiabilidad de las estadísticas a la hora de medir la producción. Quizás el empleo y no tanto el PIB sean el mejor indicador de la evolución económica.
¿Demasiados conceptos? ¿todo muy complejo? No les voy a ocultar la realidad: lo es. Por ejemplo, ¿cómo explicar todo lo anterior en un mundo como el actual dominado por la innovación?. Este mismo fin de semana leía un artículo de una revista publicada por un periódico de tirada nacional ("hacia un mundo sin trabajo", creo recordar que se llamaba). Al final, se refería al coste de la automatización y la obligada necesidad de reciclarse donde en el fondo lo que subyace es la necesidad de crear una nueva actividad que recoja el testigo de la industrialización del Siglo XIX. ¿Cómo absorber la mano de obra que ahora engrosa las cuentas del paro? El futuro, sin duda, sigue siendo incierto. Y sobre esta base de incertidumbre es donde nosotros tenemos que seguir valorando el escenario a corto plazo para los mercados. ¿Mi opinión? Pese a todo, o mejor para que todo lo anterior funcione, debe ser alcista. Luego, ya veremos.