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En el trading sufrimos algo parecido a esta reflexión
Sevilla 1984. Sobre el albero de plaza de toros de la Maestranza, Manuel Benítez “El Cordobés” reflexiona "El toreo es gloria pero también muerte” mientras saca a hombros el féretro de Paquirri por la Puerta del Príncipe junto a otros diestros.
En el trading sufrimos algo parecido a esta reflexión. Muchos aspirantes ven en el trading la salida a sus problemas, creen que vivirán momentos de gloria sin apenas comprender que están abocados a un funesto final.
Autodidacta, que opera sin método y cuyo ego no acepta equivocarse. El mal trader se entrena sin sistema, a merced del mercado, con la soga al cuello. A simple vista parece una forma cómoda de ejercer como trader, pero hay que atesorar una cuenta bien holgada para encontrar placenteros estos hábitos en el mercado real. No existe ni ha existido el trader nacido para vivir placenteramente en este estado de incertidumbre total. Quien entrene peligrosamente, a “puerta gayola”, estará a un paso de enviarlo todo al traste. Se dicen que “ya habrá ocasión de vivir tranquilo el día que consiga el gran capital”.
Hoy demasiados operan así. El trading se vuelve asfixiante antes incluso de que el broker te lance a tiempo la primera colleja, el Margin call. De ahí, si tienen suerte, salen en camilla y la vergüenza torera corneada de por vida.
Lo increíble es que incluso un operador así, sin sistema ni reglas, llega a vivir días tranquilos. A la postre serán los peores. Le desasosiegan. En mitad de esa calma puede escuchar el tic-tac del temporizador de la bomba que lleva dentro. Bajo el gran silencio, el trader indisciplinado siempre oye voces, esas que le dicen que ayer, hoy y mañana se dan las condiciones perfectas para no equivocarse, para ganar “su” dinero. Triste final al que muchos se sienten abocados. Un salto sin paracaídas al precipicio ilusionante de encontrar el nuevo “El dorado”.
Anhelan la actividad bien pagada, la vida contemplativa, el Ferrari a la puerta de Suárez, la búsqueda de la felicidad bajo la admiración del resto. Ni que decir tiene que viven a la deriva, en mitad del océano, agarrados a un trozo de madera que desaparecerá ante el día de locura. Hay que estar muy loco para pretender ser feliz en los mercados bajo este panorama. Lo advirtió Jardiel Poncela: “En la vida muy pocos sueños se cumplen; la mayoría de ellos se roncan”. El trading es uno de ellos. Lo que no evita que traders carentes de cualquier hábito aspiren disparatadamente al olimpo de los mercados.
Cada día, al encender las pantallas, un fuego que socorrer. Para ellos en realidad no es un problema, sino un trámite, el estado natural delante de sus pantallas. Como dijo Stephen King. "Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan".