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Características habitualmente alejadas de los estándares del resto de actividades
El mundo de la especulación en los mercados, trae consigo un cúmulo de características que están habitualmente alejadas de los estándares del resto de actividades. Aquí 5 de ellas:
Desde la escuela hasta ahora en los trabajos, siempre nos han sugerido que seamos proactivos, que aportásemos ideas, que nos anticipemos, que tengamos iniciativa, tiremos del carro y avancemos en pos de la buena marcha de la empresa. Cierto que los grandes avances se producen gracias a personas de ese perfil, pero en los mercados cambia mucho la cosa. En el trading es todo lo contrario, debemos ser reactivos. Observar como todo se desarrolla, cómo evoluciona la parte derecha del gráfico, saber de dónde y cómo viene el precio, evitar precipitarse por exceso de ganas, ansia o codicia, dejar que “las manos fuertes” del mercado se posicionen en un sentido y acometer nuestra operativa detrás del líder. En los mercados hay tiburones y peces remora ¿Adivina cuál debe ser usted?
Imagínese que llega a su trabajo y su jefe le informa que lo más importante para hacer bien su actividad es tener otra ocupación alejada del desempeño sobre el que le van a pagar. Como traders necesitamos tener otra motivación tan o igual de fuerte que los gráficos de una pantalla. El trading no tiene que ser su principal pasión, “sólo” lo tiene que hacer bien. Un samurai no es samurai sólo en el momento de la batalla, lo es todo el día. Mente, cuerpo, entorno, técnica. Hay que cuidar estos cuatro pilares.
Una subida de sueldo, el ascenso que merece, ese despacho nuevo, el despido de un jefe pelma, trabajo más cerca de casa, cesta de navidad con jamón, coche de empresa, felicidad en el trabajo (un excelente oxímoron), … todos esos anhelos y expectativas del trabajador por cuenta ajena, quedan muy lejos del trader que especula en los mercados. El trader, el bueno evidentemente, no tiene expectativas. Ni se siente eufórico cuando todo marcha bien, ni está harto cuando las circunstancias no se desarrollan como quiere. Todo lo contario, mientras dura su actividad, que pueden ser minutos, viven en un letargo emocional y carece de estímulos y expectativas. Hace lo que tiene que hacer y nada más. Evitamos conceptos como mucho/poco, que se centran en el resultado, por la idea de bueno/malo que se centra en la operativa. Tenemos cuidado con los objetivos de beneficio diario, pues el día que el mercado no está en sintonía con nuestros patrones, suele asaltar el ansia de operar y por consiguiente, de cometer errores y romper nuestro equilibrio emocional.
Estamos constantemente en modo espera, somos francotiradores, somos un león preparado para atacar. relajados y tranquilos hasta que pegamos el salto. Pero siempre sabemos cuando no tenemos que hacer nada. Hemos llegado hasta este momento aprendiendo a eliminar las cosas que nos han demostrado no funcionar, ahora tenemos un abanico de reglas que nos guían en los días de operativa. La principal es saber no hacer nada, si nada hay que hacer. Minimizar el daño. Queremos ganar dinero todos los días, pero si el mercado no está en un entorno favorable, lo mejor es no operar. Evitar perder dinero cuando nada está a nuestro favor, preserva el patrimonio y preserva nuestro equilibrio emocional, para que mañana podamos volver igual de fuertes. ¿Se imaginan esto en el mundo empresarial donde calentar la silla es sinónimo de carrera profesional exitosa? Pues eso, ellos a lo suyo y nosotros al mercado.