Juego de Tronos: El penúltimo episodio de la séptima temporada pone el listón realmente alto

¡¡¡¡ENTRADA CON SPOILERS!!!! ¡¡¡Review del 7×06!!!

El penúltimo episodio de la séptima temporada de Juego de Tronos ha dejado claro lo que de hecho, ya sabemos; la séptima está siendo la mejor temporada de todas y todo porque ha confirmado lo que muchos fans ya sabían: la trama, en realidad, no gira en torno a la disputa por el Trono de Hierro, aunque otros muchos espectadores han creído todo este tiempo que así era.

Faltando un episodio para que acabe esta temporada, se reveló en «Más allá del muro» que todo este tiempo, los conflictos entre las casas se desarrollaron para mostrar que, incluso ante las más compejas adversidades y convenciones sociales, el instinto colectivo de supervivencia prevalece. El episodio fue la conclusión de un proceso donde, gradualmente, la serie de HBO mostró que, en vez de ser sobre conflictos, anhelos y jornadas individuales, es sobre la unión ante la única característica compartida por todos: la humanidad.

Nunca fue una sorpresa que los White Walkers iban a tener un papel fundamental en la trama de la serie a partir de la saga de George R. R. Martin, los monstruos de ojos azules ya estaban en la primera escena del primer episodio. Antes de que el espectador conociera a Jon Snow (Kit Harington), Daenerys Targaryen (Emilia Clarke) o cualquiera que fuera, ya había la información de que había un problema sobrehumano en la serie. Pero el público acabó siendo seducido por el emocionante e intrigante mundo de batallas de caballeros e intrigas de corte que se desdobló paralelo a eso. El bastardo que ya no es bastardo de Winterfell fue el primero en esforzarse para que el resto de personajes entendieran, así como al propio público, que la serie nunca fue sobre quién se sentará en el Trono de Hierro, sino sobre la embriaguez por el deseo de poder ser o no capaz de impedir que las personas dejen sus ambiciones de lado y trabajen en la propia salvación. Todos unidos de alguna manera.

La trayectoria de Daenerys en toda la séptima temporada es un ejemplo claro de ello. Hasta que se demuestre lo contrario, la Targaryen se preparó durante parte de la vida para un objetivo y, al comienzo de esta temporada, comenzó a acercarse a él. Daenerys, con una familia devastada y un número limitado de personas confiables a su alrededor, transformó la misión de reconquistar el trono usurpado de su familia en su objetivo de vida. Cuando Jon Snow le introdujo la cuestión de los White Walkers, ella no quiso asumir el problema. Pero tras lo visto en el más reciente episodio, Daenerys ha tenido que encarar el peligro y verlo frente a sus para entender que no importa quién está en el Trono de Hierro si hay algo o alguien que potencialmente puede destruir a todos los que luchan por él, sin distinción.

Estamos sin duda, ante una temporada rápida que va a lo importante en cada episodio. Algo que sorprende a los fans dado que Juego de Tronos, parecía caracterizarse por tener siempre temporadas algo lentas, pero si lo pensamos, es muy parecida en su ritmo, a como fue la primera temporada, y con ello, está claro que los showrunners (David Benioff y Dan Weiss), siempre han tenido claro hacia donde iban (por mucho que Martin no haya publicado todavía el libro en el que se supone que se tendrían que basar las dos últimas temporadas).

Menuda séptima temporada estamos teniendo en la que a lo largo de estos seis episodios, hemos tenido grandes momentos como la curación de Jorah Mormont (Iain Glen) o el encuentro de Jon y Theon (Alfie Owen-Allen). Pero en este último episodio que se ha emitido, la serie volvió a pisar el acelerador con la jornada de Jon y su grupo en el Muro. En una hora, los guerreros atravesaron la construcción, fueron acorralados, pidieron socorro y fueron atendidos por Daenerys. Si durante tanto tiempo Westeros parecía un continente del tamaño de África, ahora suena más como el Reino Unido.

A pesar de toda esta prisa, Juego de Tronos brilló, como de costumbre, en su penúltimo episodio. La reunión de Jon, Tormund Giantsbane (Kristofer Hivju), Jorah Mormont, Gendry (Joe Dempsie), Sandor Clegane (Rory McCann), Beric Dondarrion (Richard Dormer), Thoros de Myr (Paul Kaye) y los demás hombres de la Hermandad Sin Banderas fué de los mejores momentos como hace tiempo que no se veía en la serie. Las interacciones entre Tormund y Clegane fueron un respiro para hacer que la trama se relajara y diálogos como el de Gendry frente a la Hermandad Sin Banderas son ejemplos de cómo la serie está atando cabos sueltos y cerrando tramas de forma rápida y eficiente. Más que eso, fueron escenas metalinguísticas sobre hombres de los más diferentes mundos, con vivencias completamente distintas, trabajando juntos y siendo eficientes en eso.

O mejor, casi eficientes. El grupo o lo que sobrevivió de él, (muerte de Thoros) acabó rodeado por un ejército de muertos vivientes y Daenerys fue convocada para salvar al grupo. Hablando en ella, la relación de Daenerys con Tyrion (Peter Dinklage) sigue lejos de estar en los mejores días: los dos siguen discordando de mucho y, si continúa en ese ritmo, es presumible que la asociación entre los dos no resista por mucho tiempo. Daenerys decide ir a «Más allá del muro» para rescatar a Jon y los demás en una secuencia increíble, dirigida por el veterano Alan Taylor, responsable de los dos últimos capítulos de la primera temporada y el cierre de la cuarta.

Los momentos finales del episodio son electrizantes desde el comienzo del ataque de los muertos vivientes hasta el  momento en el que Daenerys surge con sus tres dragones escupiendo fuego sobre la horda de caminantes. Y es en ese momento cuando creemos que la madre de Dragones saldrá vencedora, pero nos quedamos con la boca abierta con la muerte de Viserion, que atestigua el potencial del enemigo enfrentado.

La huida de Daenerys con los demás hombres en la espalda de Drogon no es el final de la batalla, ya que nos quedaba saber qué pasaba con Jon Snow. Y es entonces cuando vemos el regreso de Benjen Stark (Joseph Mawle) capaz de entregar su vida por salvar a Snow.

En ese punto de la trama, es imposible cerrar los ojos a la pareja formada por Jon y Daenerys. La discrepancia inicial entre la Madre de Dragones y Jon muere con la conversación de los dos en la post-batalla, mostrando a dos líderes exponiendo sus fragilidades. Jon, de pecho abierto y exponiendo las marcas nunca completamente cicatrizadas de su muerte, acepta a Daenerys como Reina, mientras ella le revela su imposibilidad de generar herederos. Es sólo en ese momento que Jon toma como suyas las luchas de Daenerys y ella hace lo mismo por él.

En Winterfell, la relación entre Sansa (Sophie Turner) y Arya (Maisie Williams) también avanza y pequeños resentimientos del pasado se convirtieron en monstruos gigantes escondidos debajo de la cama. Si hasta ahora la jornada de Arya se ha enfocado en convertirse en un arma salvaje, parece que será a través de Sansa que la joven debe aprender que hay peligros escondidos en lugares inimaginables y ella necesitará pasar por encima de su odio para encontrar la racionalidad. Es difícil creer que Little Finger (Aidan Gillen) vaya a salir ileso de ella, al mismo tiempo que él estuvo jugando sus cartas, tanto la escena en la que Sansa conversa sola con él como en la partida de Brienne (Gwendoline Christie) parece que ella también juega las suyas.

La serie, y el episodio, ya ha plantado en la cabeza de Daenerys la conciencia de la necesidad de encarar a los White Walkers, y a estas alturas sabemos que todos los que han sobrevivido van a ser piezas fundamentales en la movilización de Westeros ante eso. La fijación de Cersei con el trono comienza a ser al fin, algo obsoleto ante la amenaza de la Muralla – el exacto opuesto de la dinámica de la serie hasta esa temporada -, pero sigue siendo un problema que se debe resolver. Por suerte, queda una semana aún hasta que veamos el último episodio en el que quizás se resuelva esa cuestión o se avance su resolución de cara a la octava y última entrega.

La séptima temporada finaliza el próximo Domingo 27 de Agosto.