A medida que se acerca 2025, los inversores se preguntan qué depararán los próximos doce meses a los mercados y a la economía. Una cuestión que este año arroja más interrogantes que nunca tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU, y ante la incertidumbre de cuáles podrían ser sus políticas. Ante este escenario, desde Schroders lanzan sus previsiones.
"Dejando a un lado los riesgos políticos, el telón de fondo económico sigue siendo benigno. La inflación se ha movido en la dirección correcta y los tipos de interés están bajando en Estados Unidos y Europa. Esperamos un aterrizaje suave de la economía, y nuestra expectativa es que el crecimiento se vuelva a acelerar a medida que avanzamos hacia 2025", indica Johanna Kyrklund, directora de inversiones de la gestora.
En cuanto a la renta variable, en su conjunto, ve margen para que obtenga rentabilidades positivas de cara al año que viene, aunque puede que los operadores tengan que mirar más allá de los recientes ganadores.
En este sentido, la experta subraya que el S&P 500 parece caro, pero las valoraciones fuera de las grandes empresas y del mercado estadounidense parecen más razonables. "Creemos que existe potencial para que los mercados se revaloricen aún más en EEUU, especialmente dado el enfoque de Trump en cuanto a la desregulación y los recortes de impuestos corporativos".
Más allá de EEUU, en Schroders destacan que el comercio será un área importante de atención si Trump aplica en su totalidad los aranceles que anunció durante la campaña. "En la práctica, unos aranceles tan generalizados podrían ser difíciles de convertir en ley, pero la incertidumbre animará a las empresas estadounidenses a deslocalizar su producción, en cualquier caso. Esto podría impulsar el crecimiento de EEUU a expensas de sus vecinos, pero también podría producir un aumento en el estímulo monetario fuera de EEUU para compensar esto", dice Kyrklund.
No obstante, reconoce que los riesgos están aumentando a medida que las expectativas positivas se incorporan a las valoraciones del mercado.
"En particular, si el rendimiento del bono estadounidense a 10 años se sitúa entre el 4,5% y el 5%, podría suponer un límite para las rentabilidades de la renta variable (esto se debe a que los mayores rendimientos de los bonos pueden retirar dinero del mercado de valores, así como aumentar los costes de endeudamiento para las empresas)", añade.
INGRESOS ATRACTIVOS DE LOS BONOS
Respecto a la renta fija, en Schroders explican que la antigua razón para poseer bonos -generar ingresos- vuelve a estar encima de la mesa y defienden su inclusión en las carteras.
"Las políticas fiscales y monetarias divergentes en todo el mundo también ofrecerán oportunidades en los mercados de renta fija y divisas. Los sólidos balances de las empresas respaldan el rendimiento que ofrecen los mercados de crédito", comentan.
Y en la medida en que los inversores buscan activos diversificadores, les sigue gustando el oro, ya que proporciona una cobertura contra los riesgos de recesión como los bonos. "También es una buena opción en caso de que aumenten la estanflación y los acontecimientos geopolíticos", detallan en la firma.
LA DIVERSIFICACIÓN ES CLAVE
Aunque el contexto económico parece, en general, favorable para las rentabilidades, no hay que olvidar que existen muchos riesgos para los mercados. Tal es el caso de los posibles aranceles de Trump o los conflictos en curso en Oriente Medio y Ucrania.
"El mecanismo de transmisión de los acontecimientos geopolíticos a los mercados suele ser a través de las materias primas. Como clase de activo, las materias primas han perdido popularidad debido a las preocupaciones sobre el crecimiento mundial, pero tienen un importante papel que desempeñar a la hora de ofrecer diversificación y crear carteras resistentes", apunta Kyrklund.
Las materias primas relacionadas con la energía son una forma de hacerlo, mientras que el oro sigue siendo el activo refugio por excelencia.
Los mercados privados también pueden contribuir a la resistencia mediante la exposición a distintos tipos de activos que suelen estar más aislados de los acontecimientos geopolíticos que la renta variable o la renta fija cotizada. "Algunos ejemplos son los activos inmobiliarios y de infraestructuras, que ofrecen flujos de caja resistentes a largo plazo, o activos como los valores vinculados a seguros, en los que la meteorología es el principal factor de riesgo".
"En general, creemos que las condiciones son favorables para obtener buenas rentabilidades en 2025, pero habrá que superar algunos retos. Un enfoque diversificado, que abarque todas las regiones y clases de activos, puede contribuir a que las carteras sean más resistentes, independientemente de lo que depare el próximo año", concluye Kyrklund.