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Un billete de yen.
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El yen está en un momento extremadamente complicado. La divisa japonesa se ha depreciado cerca de un 15% frente al dólar estadounidense desde comienzos de año y, pese a sus intentos, el Gobierno nipón no está consiguiendo estabilizarla. A finales del mes pasado, después de tocar mínimos de 1986, el Ejecutivo japonés fulminó al principal diplomático monetario tras completar sin éxito una intervención en el mercado de divisas, la primera del país desde 2022. No obstante, los expertos de Goldman Sachs Research prevén que esta debilidad se mantenga en los próximos meses.

Según Tomohiro Ota, economista de Goldman Sachs Research, y Michael Cahill, estratega sénior de divisas de la firma estadounidense, el yen se mantendrá, como poco, en los 150 dólares en un horizonte de 12 meses. En buena medida, explican, el gran responsable de esta situación es Estados Unidos: en primer lugar, por la fortaleza de la economía del país; y en segundo, por las nuevas perspectivas de la Reserva Federal (Fed) sobre los tipos de interés, que redujo los recortes previstos de tres a solo uno en su última reunión.

"Ante todo, es el entorno macroeconómico el que está pesando sobre el yen", afirma Cahill. Según este experto, la divisa asiática tiende a apreciarse cuando el riesgo de recesión es alto, cuando los rendimientos son más bajos y la gente está preocupada por el crecimiento. Pero últimamente ha ocurrido lo contrario.

En este sentido, el analista de Goldman Sachs señala que hemos asistido a un crecimiento sorprendentemente sólido en EEUU, el cual ha tenido lugar a pesar de que la Fed ha mantenido una política monetaria restrictiva. "En lugar de tener un alto riesgo de recesión, estamos siguiendo el crecimiento de EEUU en torno al 3% a pesar de los altos rendimientos. Esta combinación está pesando sobre el yen", apunta.

Este experto señala que el riesgo de recesión sigue siendo "bastante bajo", además de no haber "mucho margen" para que repunten los rendimientos estadounidenses a 10 años, que es lo que "normalmente" fortalecería al yen.

Aparte de esos "grandes factores estructurales", destaca Ota, también hubo un acontecimiento a corto plazo que puede haber desencadenado una depreciación adicional en el último par de semanas. Según el economista de Goldman Sachs, después de que el BoJ celebrara su reunión de política monetaria en abril, envió dos señales: una, que no reacciona directamente a los mercados de divisas, y dos, que su principal objetivo político es la inflación sostenible.

"Llevamos más de dos décadas en un entorno deflacionista, pero el Banco de Japón dice ahora que la inflación sostenible es su escenario base. También creemos que la economía japonesa tiene muchas posibilidades de salir de la llamada trampa de la deflación. En ese caso, los tipos de interés cercanos a cero no están justificados" explica este economista.

¿QUÉ PUEDE HACER EL BANCO DE JAPÓN?

En marzo, el Banco de Japón (BoJ, por sus siglas en inglés) puso fin a su política de tipos de interés negativos, elevando los costes de endeudamiento por primera vez desde 2007. Además, el organismo también eliminó el límite de los bonos del Estado japonés a 10 años. ¿Cómo ha repercutido esto en el mercado de divisas desde entonces? ¿Y cómo ha repercutido este cambio de política en la economía japonesa?

"La opinión generalizada es que no ha tenido un impacto significativo en la economía japonesa. La subida de tipos fue de sólo 10 puntos básicos, un incremento mínimo. Y en su reunión de marzo, el Banco de Japón anunció que seguiría comprando el mismo volumen de deuda pública japonesa todos los meses, por lo que no señaló un paso hacia el endurecimiento cuantitativo. También mantuvieron esa postura tras su reunión de abril", explica Ota.

"Para el BoJ, el tipo de cambio dólar-yen sólo importa cuando las fluctuaciones de la divisa tienen algún impacto en la consecución de su objetivo", añade.

Por su parte, Cahill señala que las autoridades son "mucho más sensibles" al ritmo de depreciación y a "los movimientos inconexos que no se ajustan a otros fundamentos del mercado". "Eso es también lo que importa económicamente. Me sorprendería que tuvieran algún tipo de objetivo a largo plazo", agrega este analista.

En cuanto a las divisas, explica, son "un juego relativo". "A pesar de la subida de tipos en Japón, también hemos estado valorando recortes de tipos en todo el mundo. En EEUU, por ejemplo, hemos pasado a prever solo dos bajadas de tipos este año. De hecho, esto ha hecho que los movimientos del Banco de Japón apenas se noten", destaca Cahill.

Esto último, señala el analista de Goldman Sachs Research, es importante ya que el BoJ recalcó que la subida de tipos era "la salida de sus políticas extraordinarias de relajación, no como el lanzamiento de una gran campaña de endurecimiento". Pero ello no significará que no vuelvan a subir los tipos de interés: el consenso del mercado es que el Banco de Japón volverá a subir los tipos de interés en septiembre u octubre. "Algunos economistas esperan una subida en julio, pero en la encuesta más reciente, el consenso se inclina por septiembre u octubre. Esperamos que la próxima subida se produzca en octubre", apunta Ota.

"Aunque esperamos que la próxima subida de tipos se produzca en octubre, hay pocas probabilidades de que se produzca algo antes. Esto se debe a que se espera que la próxima subida sea relativamente pequeña: 15 puntos básicos esta vez. Pero no esperamos que el BoJ cite la debilidad del yen como razón principal para subir el tipo de interés oficial", añade este economista.

Por su parte, Cahill señala que, si el yen se debilita "lo suficiente" como para influir en las perspectivas de inflación, entonces sí que el organismo nipón podría acelerar las subidas de tipos. De hecho, explica, el Banco de Japón ha dicho que las fluctuaciones del tipo de cambio "podrían tener un mayor impacto en el comportamiento de la fijación de precios en estos momentos".

No obstante, advierte Cahill, también hay que tener en cuenta que un yen "ligeramente más débil" ayudaría al Banco de Japón a alcanzar su objetivo de inflación. Y, lo que es más importante, agrega, Japón "dispone de herramientas más específicas para hacer frente a la volatilidad de los tipos de cambio que parece no ajustarse a los fundamentos económicos". Y es que con cerca de un billón de dólares en reservas de divisas, Japón es uno de los mayores gestores de reservas del mundo. Por tanto, el Ministerio de Finanzas tiene "capacidad de sobra" para intervenir en el mercado de divisas "si lo necesita".

"Pero hay límites a la eficacia con que las autoridades pueden gestionar el tipo de cambio sin tomar medidas más decisivas que podrían tener efectos secundarios no deseados. El yen podría debilitarse aún más si la economía estadounidense se muestra aún más resistente de lo que esperamos y si la Reserva Federal realiza aún menos recortes de tipos en el futuro", concluye.

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