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Arranca la COP29. La 29ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático llega en un momento único tras la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. Y es que, durante las próximas dos semanas, alrededor de 50.000 delegados se reunirán en la capital de Azerbaiyán, Bakú, con el objetivo de incrementar la financiación global necesaria para cumplir los Acuerdos de París y limitar el aumento del calentamiento global a 1,5°C.

El evento de este año tendrá que dar seguimiento al primer balance de la acción climática mundial y al llamamiento de alejarse gradualmente de los combustibles fósiles que se acordó en la COP28. Pero el encuentro se produce con la resaca electoral de EEUU y en un contexto de fenómenos meteorológicos cada vez más extremos, así como con el desarrollo de los conflictos en Oriente Próximo y Ucrania.

"Si bien es posible que no conduzca a acciones concretas destinadas a abandonar los combustibles fósiles a corto plazo, el contexto actual de riesgos geopolíticos exacerbados y conflictos en el Medio Oriente plantea, en nuestra opinión, preguntas más impactantes. Las interrupciones del suministro tienen el potencial de pesar sobre los precios de la energía -alrededor del 20% de los suministros actuales de petróleo y gas natural licuado fluyen a través del Estrecho de Ormuz-, lo que a su vez afecta al futuro de la demanda de energía, junto con las obligaciones de seguridad energética. Es probable que influya en los debates de esta próxima COP sobre los futuros datos de emisiones de dióxido de carbono (CO2)", valora Virginie Derue, jefa de Research de Inversión Responsable de AXA IM.

Mientras tanto, se espera que las negociaciones clave de la COP29 se centren ampliamente en la financiación climática. "En nuestra opinión, es probable que la ambición climática se limite a abogar por una mayor contribución determinada a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) y avanzar en los objetivos de energía renovable y eficiencia energética para 2030 anunciados en la COP28", agrega la experta.

No obstante, la cita de Bakú estará marcada por la ausencia de destacados líderes internacionales como el presidente de EEUU, ni el saliente, Biden, ni el recién elegido, Donald Trump, así como Emmanuel Macron, Vladimir Putin y Olaf Scholz.

Aunque, más allá de todo ello, la COP29 tendrá como meta el fortalecimiento de la financiación. En este sentido, cabe recordar que la promesa de los países desarrollados de movilizar 100.000 millones de dólares anuales para 2020 para apoyar la acción climática en los países en desarrollo no se cumplió hasta 2022. Asimismo, se asumió el compromiso de establecer un Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG) para el periodo posterior a 2025, un punto que la COP29 pretende abordar.

La presidencia de la COP29 también ha anunciado la creación de un Fondo de Acción para la Financiación Climática (CFAF, por sus siglas en inglés), que se capitalizaría con al menos 1.000 millones de dólares en contribuciones voluntarias de países y empresas productoras de combustibles fósiles con el objetivo de catalizar los sectores público y privado en materia de mitigación y adaptación para hacer frente a las consecuencias de los desastres naturales en los países en desarrollo.

"Las contribuciones voluntarias no alcanzan el gravamen regulatorio sobre los combustibles fósiles que algunos activistas han estado pidiendo, así como las cantidades globales que deben ponerse sobre la mesa. Por lo tanto, es crucial que esas contribuciones voluntarias no sirvan de excusa para posponer continuamente la 'transición efectiva del abandono de los combustibles fósiles' acordada en la COP28", comentan desde AXA IM.

Por su parte, los analistas de Columbia Threadneedle ven "especialmente necesario" que las negociaciones de la COP29 reconozcan y aborden las preocupaciones de los inversores por la falta de reglas claras sobre el proceso, las normas y las garantías en algunos mercados emergentes para asegurar la ejecución de los proyectos.

"La financiación climática debe complementarse con políticas, normativas y marcos financieros que estimulen las inversiones, y muchos países emergentes carecen de ellos. Las NDCs de alta calidad pueden ser una vía para aportar mayor claridad; también hay margen para que organizaciones internacionales como los bancos de desarrollo desempeñen un papel más activo a la hora de ayudar a crear un entorno más favorable a la inversión internacional, entre otras cosas reforzando la gobernanza y los marcos jurídicos", indican.

La próxima reunión de la COP, que se celebrará en Brasil en 2025, marcará el décimo aniversario de la firma del histórico Acuerdo de París, y en ella se hará balance de cómo se comparan las nuevas NDCs con los objetivos acordados por los gobiernos en 2015.

"Si bien a los más pesimistas les parecerá ingenuo creer que esa cooperación internacional pueda ocurrir, no podemos negar que la cooperación fiscal internacional ha logrado avances significativos en los últimos 15 años, desde el intercambio automático de información bancaria hasta el fin del secreto bancario y un impuesto mínimo para las empresas multinacionales. Sin duda, la COP29 no cambiará las reglas del juego en ese frente, pero esperamos que allane el camino para futuros avances. Ambiciones sin financiación son solo palabras. La COP29 debe cumplir con la financiación", concluye Derue.

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